Amenaza nuclear en Corea del Norte: ¿debería preocupar a naciones lejanas?

"Ahora que poseemos una poderosa energía nuclear para protegernos de la amenaza nuclear estadounidense, responderemos sin la menor vacilación a una guerra total con una guerra total y una guerra nuclear con nuestro estilo de ataque nuclear, y saldremos victoriosos en la batalla final contra los Estados Unidos". Así reza el más reciente comunicado del ministerio del Interior norcoreano, luego de ejecutadas una serie de acciones militares de la nación norteamericana. Entre ellas, el lanzamiento de “La madre de todas las bombas” y los ejercicios militares del UUS Carl Vinson en aguas australianas.
El secretismo es característica del gobierno de Kim Jong Un heredada de sus antecesores (su padre y su abuelo), por lo que no hay certezas sobre el real avance en el desarrollo de armas nucleares de la nación asiática. No obstante, la mayoría de especialistas coinciden en que aún no cuentan con misiles balísticos capaces de transportar sus ojivas nucleares hasta territorio estadounidense. Con lo cual, los objetivos de Pyongyang serían su vecino, Corea del Sur, y Japón, países aliados de los Estados Unidos, que tiene bases militares y tropas destacadas en sus territorios.
Así, las cosas, ¿un eventual conflicto nuclear en esa región afectaría latitudes como la de Europa o América Latina?
Cómo está repartido el arsenal
Para empezar, se tiene que mencionar cómo se reparte el arsenal nuclear en el mundo. Los EE.UU. (7.000 armas) junto con Rusia (7.290) se reparten, casi en partes iguales, más del 93% del total mundial, de acuerdo con un informe de 2016 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri por su sigla en inglés). Ni siquiera la China (“la línea de vida económica” de Corea del Norte, según un tuit de Donald Trump de las últimas horas) con sus 260 armas nucleares se les acerca. Corea del Norte, que viene experimentando con esta tecnología desde 2006 cuenta con tan solo 10 armas, de acuerdo con el informe. De atacar Seul y Tokio, capital de Corea del Sur y Japón, respectivamente, segaría la vida de cientos de miles, al tratarse de ciudades densamente pobladas (con 25,6 y 37,3 millones de habitantes, respectivamente), pero, ¿un ataque, y su consecuente respuesta, bajo estas condiciones sería suficiente para desencadenar una catástrofe a escala mundial? Tomando en cuenta que las relaciones con sus poderosos aliados históricos, Rusia y China, se han enfriado en años recientes con la llegada de Kim Jong Un al poder.
De acuerdo con un informe de la BBC, la última de las pruebas nucleares de Corea del Norte indica que el poderío de su arsenal está en el rango de los 10 a 30 kilotones. Como referencia, la bomba de Nagasaki, de 20 kilotones, afectó unos 111 km cuadrados.
Invierno nuclear
De acuerdo con una investigación publicada ya en 1983 por la revista Science, usando modelos de proyección sobre la contaminación ambiental generada por explosiones volcánicas, un intercambio de 100.000 kilotones de fuego nuclear desencadenaría la precipitación a la atmósfera de partículas de polvo y humo que generarían una capa espesa y oscura que oscurecería por hasta dos semanas el hemisferio en que se dieran las explosiones, e incluso en verano estas regiones quedarían con temperaturas bajo cero. Ello porque la capa de cenizas impediría el paso de los rayos del sol, absorbiendo su calor y privando a la superficie de la Tierra del mismo.
Por estas mismas razones, tan solo un ataque de 100 kt a un área urbana, de acuerdo con esta proyección, dejaría en -20°C la temperatura de la superficie afectada y tendrían que pasar el menos unos 200 días para que se estabilice en un promedio de 13°. Las heladas cobrarían la primera factura en vidas; la segunda, la cobraría la hambruna en la zona, que vería afectados sus cultivos y ganados con el cambio.
Muerte en frío
Un estudio más reciente, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica estadounidense, proyectó los resultados que tendría un conflicto nuclear entre la India y Pakistán con 100 bombas del nivel de la de Hiroshima, cada una de 15 kt (1 k=1.000 toneladas de TNT), que podría perturbar el clima global y acabar con la capa de ozono durante al menos una década, pese a representar tan solo una fracción del arsenal mundial.
Los investigadores predijeron que las tormentas de fuego resultantes arrojarían alrededor de 5,5 millones de toneladas (5 millones de toneladas métricas) de carbón negro a la atmósfera. La capa de cenizas haría que las temperaturas promedio globales caigan repentinamente cerca de 1,5°C, sus niveles más bajos en más de 1.000 años, particularmente en Norteamérica, Asia, Europa y el Medio Oriente, con inviernos 2,5 a 6 grados más fríos y veranos 1 a 4 grados más frescos. Las heladas en todo el mundo reducirían las estaciones de cultivo de 10 a 40 días al año durante varios años.
Y cuando la atmósfera se despeje llegaría lo peor: el ozono que nos protege de la radiación UV del Sol se habría ido para volver gradualmente en 10 años, con lo que esta radiación aumentaría en verano de 30 a 80% en las latitudes medias, amenazando la salud humana y de varias especies animales y vegetales. Mientras, las lluvias caerían en un 10% y los incendios forestales afectarían zonas usualmente húmedas como la amazonía, lanzando nuevamente más humo a la atmósfera.
Al ver las proyecciones, se entiende por qué en su 70 aniversario el Reloj del Apocalipsis, que establece el Boletín de Científicos Atómicos cada año, esté fijado a “dos minutos y medio para la medianoche”, a raíz del cambio climático y la amenaza nuclear.
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