¿La inteligencia es o no genética?

¿Nacemos listos o nos hacemos? /Public Domain Pictures
Una de las cuestiones más controvertidas en la ciencia es qué constituye exactamente la inteligencia, y hasta qué punto es genética. Pero ahora, un nuevo estudio realizado con casi 80.000 personas y publicado en Nature Genetics, ha logrado identificar una serie de genes que parecen estar involucrados en la inteligencia.
De acuerdo a una definición del diccionario, la inteligencia es "la capacidad de aprender, entender o hacer frente a nuevas situaciones" o "la capacidad de aplicar el conocimiento, para manipular el entorno o pensar abstractamente". Esto es, obviamente, muy amplio. De hecho, incluso los animales exhiben diferentes formas de inteligencia, críticas para la supervivencia. Van desde alcanzar o recolectar fuentes de alimento y escapar de los depredadores, hasta compartir las tareas dentro de un grupo (como en las comunidades de hormigas). Los elefantes o monos también poseen formas de empatía y cuidado, que fortalecen sus relaciones y posibilidades de sobrevivir.
La inteligencia humana comenzó de forma reactiva, lo que nos permitió encontrar soluciones a los desafíos de la naturaleza. Pero luego se volvió proactiva, para que pudiéramos utilizar los recursos de la naturaleza con el fin de desarrollar medidas preventivas dirigidas a resolver problemas. En última instancia, lo que hace que la inteligencia humana sea diferente de la de otros animales es nuestra habilidad para modelar el ambiente, por ejemplo, a través de la agricultura. Esto se hizo posible a medida que desarrollábamos comunidades y comenzamos a delegar tareas basadas en talentos. Cuando se controló el agudo problema de la supervivencia, pudimos dedicar nuestra inteligencia al desarrollo de las artes u otras habilidades superiores.
Hay muchos factores que nos permiten formar y nutrir nuestra inteligencia, desde el acceso a los recursos e información hasta las habilidades adquiridas a través de la experiencia y la repetición. Pero, como en la mayoría de los rasgos humanos, en este también hay una base genética.
El experimento
El método utilizado para medir la inteligencia en el nuevo estudio fue el denominado factor g, una medida de la inteligencia analítica. Aunque puede parecer reductivo catalogar todos los tipos de inteligencia a través de una sola prueba, el factor g se utiliza a menudo en la investigación científica como uno de los métodos más imparciales. Los autores examinaron los valores de 78.000 personas de ascendencia europea para buscar factores genéticos y genes que, potencialmente, influyen en la inteligencia humana.
Llevaron a cabo un estudio de asociación de todo el genoma (GWAS). Esto evalúa las conexiones entre un rasgo y una multitud de marcadores de ADN llamados polimorfismos de un solo nucleótido, o SNPs, que pueden determinar la probabilidad que tiene un individuo de desarrollar un rasgo específico. La prueba permitió a los investigadores identificar 336 SNPs significativos. Generalmente, la gran mayoría de los que se identifican de esta manera pertenecen a regiones no codificantes del ADN. En otras palabras, indican porciones del ADN que pueden regular la expresión génica aunque el gen regulado real sea desconocido. Esto hace que los SNP de GWAS sean difíciles de interpretar.
Por ello, los autores complementaron su análisis con el denominado análisis de asociación genética de todo el genoma (o GWGAS), que calcula el efecto de múltiples SNP dentro de los genes y puede identificar genes asociados reales. Luego, combinaron ambos tipos de estudio para estar más seguros de los genes que asociaban con la inteligencia. El trabajo consiguió aislar 52 genes candidatos a tener vínculos con la inteligencia. Aunque 12 de ellos habían sido previamente asociados, el estudio debe ser replicado en futuras investigaciones.
¿Qué conclusiones sacamos?
Los investigadores descubrieron que los genes más fuertes vinculados a la inteligencia son los que participan en la regulación del desarrollo del sistema nervioso y la apoptosis (una forma normal de muerte celular necesaria para el desarrollo). El SNP más significativo se encontró dentro de FOXO3, un gen implicado en la señalización de la insulina, que podría desencadenar la apoptosis. El gen más fuertemente asociado fue CSE1L, implicado en la apoptosis y la proliferación celular.
¿Todo esto significa que la inteligencia en los seres humanos depende de los mecanismos moleculares que apoyan el desarrollo y la preservación del sistema nervioso durante toda la vida de una persona? Es posible.
¿Y es posible explicar la inteligencia a través de la genética? Este artículo sugiere que sí. Sin embargo, podría justificarse considerar que la inteligencia es un rasgo muy complejo e, incluso si la genética desempeña un papel, los factores ambientales como la educación, la vida sana, el acceso a la educación superior, la exposición a circunstancias o entornos estimulantes podrían desempeñar un papel igual o más importante en el fomento y la formación de la inteligencia.
También vale la pena considerar que el significado de inteligencia se encuentra dentro de un área gris. Podría haber diferentes tipos de inteligencia o incluso la inteligencia podría interpretarse de manera diferente: ¿en qué categoría englobaríamos, por ejemplo, a un genio físico incapaz de recordar su camino a casa, como era Albert Einstein? ¿Inteligencia selectiva? Mozart casi suspendió sus pruebas de admisión a la Academia Filarmónica en Bolonia porque su genio era demasiado amplio e innovador para ser evaluado por pruebas rígidas. ¿Es esa otra forma de inteligencia selectiva? Y si es así, ¿cuál es la base genética de este tipo de inteligencia? Estudios como éste son extremadamente interesantes y muestran que estamos empezando a rascar la superficie de lo que realmente es su base biológica.
Raffaele Ferrari, Investigador en Neurociencia Molecular, de la University College of London
Traducido por Beatriz de Vera. Este artículo se publicó originatmente en 'The Conversation'.
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