A esta hora, más de 200 víctimas mortales se cuentan luego del terremoto 7,1 grados ocurrido ayer, con epicentro registrado en Puebla y serios daños materiales y personales en Ciudad de México, a más de 150 km. El sismo ocurrió a pocos días del movimiento telúrico registrado en Chiapas el 8 de este mismo mes, que tuvo una intensidad de 8,1 grados. Más aun: el reciente terremoto ha coincidido con la fecha del acaecido en 1985, que dejó en la capital mexicana unos 10.000 y cientos de edificios colapsados. Todo ello genera una serie de preguntas: ¿Hay alguna conexión entre los dos sismos de este mes? ¿Por qué el de ayer ha sido más destructivo que el anterior, si ha tenido menos intensidad? ¿Existe un mes del año en que los temblores son más intensos en zonas altamente sísmicas como México? ¿Tiene algo que ver el hecho de que tres huracanes vengan azotando América Central en semanas previas?
La ciencia ofrece las respuestas.
¿Réplica de un terremoto de hace once días?
El sismo registrado en Chiapas al rayar la medianoche del 8 de septiembre, con epicentro en el Golfo de Tehuantepec, fue el segundo más violento registrado en la historia mexicana (en 1787 hubo uno de 8,7 grados) y el más intenso de lo que va del año. Con lo cual es difícil no relacionar este movimiento con el registrado ayer en la capital del país. No obstante, el mapa delata la distancia entre los epicentros de ambos: cerca de 650 kilómetros. Claro está, con tal magnitud podría suponerse que el movimiento desencadenó otros entre las placas tectónicas que confluyen en México.
La mayor parte del territorio continental del país se asienta sobre la placa de Norteamérica, pero frente a las costas de Chiapas convergen además las placas de Cocos y del Caribe, lo que hace de esta localidad mexicana —y de gran parte del territorio de ese país— una de alta sismicidad.
La estrella marca el epicentro del anterior sismo de este mes; en la esquina superior izquierda, Ciudad de México, a 650 km, azotada ayer por un terremoto (USGS).
No obstante, el terremoto de ayer ocurrió cerca de la frontera entre las placas Cocos y Norteamérica, dijo el US Geological Survey (USGS), el sistema de monitoreo global de sismos del gobierno estadounidense. En este límite, las dos placas se arrastran una hacia la otra a una velocidad de 76 milímetros por año, con la de Cocos hundiéndose debajo de la norteamericana (un proceso conocido como subducción a casi 300 kilómetros al suroeste del epicentro.
Marcos de tiempo distantes
Más aun, no solo las latitudes son distintas: el tiempo que separa a ambos sismos también cuenta. John Bellini, geofísico del USGS citado por el portal The Verge, señala que, en efecto, no es común que movimientos tan fuertes coincidan en tan corto periodo de tiempo en la misma región, aunque en territorios tan altamente sísmicos como el mexicano esta posibilidad aumenta. No obstante, es improbable que luego de once días un sismo genere una réplica de tal magnitud y a tal distancia como el terremoto de ayer: "Por lo general, para tener algo directamente relacionado, esto ocurre unos minutos después, pero en este caso ha pasado una semana y media […] No obstante, estoy seguro de que alguien estudiará eso para ver si hay algún tipo de relación".
De hecho, la BBC informa que si el segundo sismo fuera una réplica de aquel del 8 de septiembre, normalmente se esperaría una proximidad más cercana, según sismólogos consultados, de menos de 100 km. No obstante, no hay una certeza en dicha estimación por lo que más estudios deberán ser conducidos en las semanas siguientes para determinar si efectivamente el estrés se transfirió entre las placas a raíz del primer sismo.
Ciudad de México: un lecho gelatinoso
Por otro lado, las diferencias en las intensidades llaman la atención por las secuelas desencadenadas. Aquí también hay que precisar que las escalas logarítmicas van del 1 al 10, donde cada nivel es 10 veces más potente que el anterior, esto es, un sismo grado 5 es diez veces más intenso que uno grado 4, y así sucesivamente. Con ello, el de Chiapas fue 10 veces más intenso, dejando millón y medio de afectados, 98 muertos —repartidos entre Oaxaca (78), Chiapas (16) y Tabasco (4)— y 41.000 viviendas dañadas. Mientras que el de ayer, tan solo en Ciudad de México ha dejado hasta ahora 94 muertos, 800 heridos y 39 edificios completamente derruidos, de un total de cerca de 600 inmuebles afectados. Sin duda, la mayor densidad poblacional de Ciudad de México con sus 9 millones de habitantes juega a favor de que aumenten las víctimas. No obstante, otro factor geológico es determinante en la gravedad del sismo.
La capital mexicana se asienta sobre el lecho seco de un lago, con lo cual los suelos debajo de ella son una especie de cimiento gelatinoso que amplifica el movimiento generado por las ondas producidas en el choque de placas tectónicas. El sismo de 1985 fue registrado ampliamente y el diario Los Angeles Times ofrece un extenso recuento del mismo, del que extraemos una parte que bien puede servir para entender el terremoto de ayer:
“Las ondas de choque del terremoto comenzaron a dispararse a través del oeste de México hacia la capital. Se agruparon en dos pulsos producidos por rupturas gemelas en la zona de fractura de Orozco frente a la costa mexicana.
Inicialmente las ondas eran complejas, conteniendo muchas frecuencias diferentes. Pero al recorrer largas distancias, las frecuencias más cortas fueron filtradas, dejando solo largas y suaves olas que golpearon el lecho del lago en la Ciudad de México. Las ondas se miden por su ‘período’, o la longitud de tiempo que se tarda en completar un ciclo. Estas ondas tenían ciclos de 1,5 a 2 segundos, muy largos según los estándares de terremoto.
[…] En el lecho del lago comenzó una transformación. El suelo elástico, saturado con agua, amplificó el movimiento de cuatro a cinco veces su nivel anterior. Las ondas golpearon la superficie con una sinuosa regularidad que continuó por el inusualmente largo tiempo de un minuto.”
Otro factor a tomar en cuenta cuando hablamos de grandes sismos en áreas densamente pobladas es la hora en que ocurren. Mientras el de Chiapas se dio durante la noche, cuando la mayoría de personas estaban en casa, pernoctando; el de ayer se desencadenó durante el día, por lo que a esa hora había más concentraciones de personas en edificios a lo largo y ancho de la ciudad. Un ejemplo de ello, la escuela Enrique Rébsamen, en cuyos escombros han sido encontrados varios niños y profesores que no pudieron escapar al colapso del inmueble.
La fecha, los huracanes y la prevención
Hay que decir que ningún estudio sismológico ha relacionado meses del año y fenómenos climatológicos con sismos de gran magnitud, por lo que hay que descartar de cuajo que tenga algo que ver la fecha, que coincide con el sismo de 1985, o los huracanes que vienen azotando la región.
Más bien la coincidencia en fechas sí es un recordatorio de cómo la nación mexicana se ha preparado desde entonces para afrontar sismos de esta magnitud. De hecho, y con motivo de la conmemoración del terremoto de hace 32 años, la mañana de ayer un simulacro de sismo se llevó a cabo en la capital, durante el cual el sistema de alarmas tempranas del Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) sonaron para indicarle a la población que era hora de simular la evacuación de edificios y de aplicar la maniobra “Tírese, cúbrase y agárrese”, una suerte de ejercicio que el sistema sugiere adoptar ante la ocurrencia de un movimiento intenso.
El SASMEX fue el primer organismo de su tipo en la historia. Cuenta con una red de sensores capaces de captar la llegada de las ondas sísmicas de movimiento rápido en un terremoto (las llamadas ondas P) antes de la llegada de las ondas más dañinas que producen los destructivos remezones (ondas S). Con ello, el sistema es capaz de hacer sonar una alerta a pocos segundos del inicio de un terremoto, la misma que no solo da aviso a los ciudadanos de que es momento de ponerse a buen recaudo para afrontar el movimiento, sino que además dispara una serie de dispositivos en la infraestructura de la ciudad a fin de reducir los daños. Por ejemplo, los sistemas de elevadores se detienen en el piso más próximo para evitar que sus pasajeros queden encerrados en ellos en caso de derrumbes; asimismo, las redes subterráneas de distribución de gas se cierran para evitar fugas, por ejemplo.
Sin duda, la adopción de políticas preventivas, así como de regulaciones en torno a la construcción de edificaciones sísmicas e implementación de sistemas de alerta temprana (a la fecha no existen dispositivos que permitan prever la ocurrencia de sismos más allá de unos segundos antes) han marcado la diferencia para que el terremoto de ayer no haya amplificado su destrucción en la urbe.
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