Ada Lovelace, la primera programadora de la Historia

Ilustración de Ada Lovelace. /Wikipedia
El segundo martes de octubre de cada año se celebra el Día Internacional de Ada Lovelace, una fecha que además de a esta importante figura, considerada la primera programadora de la Historia, reivindica los logros femeninos en ciencias, tecnología, ingeniería y matemática (lo que se llama, por sus siglas en inglés, carreras STEM).
Lovelace nació en Londres el 10 de diciembre de 1815 como Augusta Ada Byron. Matemática y escritora, su fama le valió el apodo de encantadora de números. Fue la hija legítima del poeta Lord Byron, de quien su madre, Annabella, se separaría tomando las riendas absolutas de la educación de su hija, a quien le inculcó el gusto por las ciencias porque pensaba que así evitaría que desarrollara el carácter voluble de su padre.
Ada Lovelace estudió francés, música, alemán, latín y griego, historia, ciencias y matemáticas con los mejores profesores y, a los doce años, se obsesionó con la idea de volar hasta tal punto que escribió un tratado con sus investigaciones: diseccionó pájaros, estudió su anatomía y realizó cálculos matemáticos sobre ella. Cuando sus conocimientos sobrepasaron a los de sus mentores, comenzó una interesante correspondencia sobre matemáticas avanzadas con la científica Mary Somerville. Además, los contactos de su madre en la aristocracia, permitieron que Ada se rodeara de conocidos matemáticos, en una época donde las ciencias estaban reservadas a los hombres.
A los 17 años, conoció al matemático Charles Babbage, quien se convirtió en su mentor. El científico trabajaba por aquella época en el motor diferencial: una especie de protoordenador capaz de resolver ecuaciones mediante sumas. Y mientras, ideó también la Máquina Analítica, pensada para ejecutar cualquier tipo de cálculo matemático. Compuesta por altas columnas de ruedas dentadas apiladas, comunicadas entre sí por engranajes y palancas y alimentada por una máquina de vapor que se programaba mediante tarjetas perforadas, que la hacían funcionar y además servían como tarjetas de memoria. Aunque se describió al detalle, nunca llegó a construirse.
En 1840, Babbage dio una conferencia en Turín sobre su invento, que fue traducido al inglés por Ada Lovelace. Pero lejos de limitarse a una simple tradución, le añadió una serie de notas explicativas que duplicaban la longitud del texto original y convirtieron esta publicación en uno de los documentos más importantes de la historia de la computación. Ahí se pueden ver muchas ideas modernas de programación como bucles, enunciados y el concepto de la computación de propósito general.
Más allá de la resolución de ecuaciones numéricas, Lovelace proponía que mediante la manipulación de símbolos se podía operar sobre cualquier tipo de información, no sólo números. Además, la científica incluyó un algoritmo que demostraba exactamente cómo podía utilizarse la máquina para computar una secuencia de números complejos. Más allá de una reflexión, lo que ideó fue el primer programa de ordenador de la historia. Lovelace murió en Londres el 27 de noviembre de 1852.
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