Están allí —siempre [OPINIÓN]

Si algo nos ha quedado claro, es que esta no será la última pandemia que nos amenace.
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Mientras Brasil se enteraba —a través de un tuit— que Jair Bolsonaro había prescindido de Luiz Henrique Mandetta como Ministro de Salud, en una decisión que despertó la preocupación por cómo el gigante sudamericano conduciría a partir de esto las actividades de control del COVID-19; el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) del Perú emitía un comunicado —por medio de otro tuit—detallando los científicos que representarían al mayor ente rector de ciencia en el Grupo de Trabajo que asesora al Ministerio de Salud.
Desde el 5 de marzo cuando el primer caso de COVID-19 fue diagnosticado, el Gobierno Peruano se ha caracterizado por una respuesta agresiva, declarando emergencia nacional a partir del miércoles 11, en su plan de lucha contra una pandemia que ha puesto en vilo a los países más poderosos del mundo; distinguiéndolo —por ejemplo— de su par brasileño. Aun así, un sistema de salud débil, con problemas de información y una percepción general de desorganización —sumados a un grupo renuente de la población— han evitado que los esfuerzos del gobierno rindan a cabalidad los frutos esperados. En una sola semana, el presidente Martín Vizcarra declaró medidas como la inmovilización social obligatoria en todo el país, así como medidas de contención económica —sin olvidar el reemplazo de la ministra de salud en ese momento; y probablemente, haya sido la celeridad de las medidas de aislamiento social, las que han podido balancear una mesa donde la capacidad y seguridad del diagnóstico de la enfermedad era la pata coja.
En su comunicado CONCYTEC detalla los participantes de este grupo: la presidenta del CONCYTEC —Fabiola León-Velarde—y varios científicos reconocidos como Patricia García, Edward Málaga, Pohl Milón, Dionicia Gamboa, Alberto Gago, Patricia Sheen, Ernesto Freire, Mariana Leguía, Silvia Pessah, Abraham Vaisberg, Germán Comina, Martín Montes, Luis Argumanis, Patricia Pimentel y Joshi Acosta, quienes tendrán la tarea de asesorar al ministerio de salud en nuevas tecnologías que nos permitan hacer frente a la pandemia del COVID-19, incluyendo —a manera de ejemplo— vacunas y nuevas terapias, pruebas diagnósticas, informática y aplicativos móviles, tratamientos humanitarios, equipos médicos y bioseguridad.
Hay un punto que llama mucho la atención en el comunicado de CONCYTEC, y es cuando detalla que este grupo también discutirá como “desarrollarnos y avanzar en CTI que pueda apoyar nuestra respuesta a esta u otra pandemia”, y resalta justamente porque la participación de los distintos laboratorios de investigación científica que tenemos en el país hubiera sido importantísima para incrementar la capacidad de diagnóstico y contención en el momento de la llegada de esta pandemia al Perú.
Alemania se ha convertido en uno de los países con menor mortalidad por causa de la pandemia. Christian Drosten indica que "Una razón por la que tenemos tan pocas muertes en comparación con el número de personas infectadas es que hacemos muchas pruebas, medio millón a la semana". Es allí donde, el comunicado de CONCYTEC se vuelve más relevante aún. A estas alturas de la pandemia, conocemos bien que hay dos métodos para diagnosticar la infección por SARS-CoV-2 en un paciente: la prueba rápida —llamada también— serológica, y la prueba molecular. Y la prueba molecular, que tiene un nombre propio: RT-qPCR, la misma que sólo puede realizarse en laboratorios que cuenten con un equipo conocido como termociclador, además de cumplir con ciertos requisitos de infraestructura. A través de financiamiento otorgado por CONCYTEC y otros entes gubernamentales, varios centros (principalmente universidades) pudieron implementar este tipo de equipos en los últimos años, superando incluso el número de equipos del mismo tipo con el que cuenta el Instituto Nacional de Salud (INS). Muchas de estas instituciones, ofrecieron oportunamente su infraestructura y equipamiento para expandir la capacidad diagnóstica; sin embargo, la integración del INS para el trabajo conjunto con estos centros ha resultado ser muy lenta.
El modelo alemán de control de COVID-19 nos ha mostrado la importancia de estar preparados. En la segunda semana de enero 2020, y antes de que la pandemia alcance las fronteras alemanas, el Hospital Charité de Berlín ya había desarrollado la prueba diagnóstica, que fue publicada y continua disponible en línea en el repositorio de la OMS.
Los llamados a la acción e integración desde el lado científico peruano no se hicieron esperar, y tal parece que han sido escuchados por el CONCYTEC, quien ha conformado este grupo multidisciplinario; no obstante, esto debiera ser sólo el principio. Hay aún otros inconvenientes regulatorios que han afectado el aprovechamiento máximo del potencial científico ofrecido, como son la importación de reactivos, y en general la dependencia comercial de estos, y es que Perú produce casi-ninguno de ellos.
Esta respuesta de CONCYTEC es fortalecedora anímica y técnicamente, y —aunque tardía— es muy importante para estos y los futuros momentos, porque si algo nos ha quedado claro, es que esta no será la última pandemia que nos amenace. Esperamos también que esta no sea una decisión propia de la coyuntura, sino que —además de para COVID-19— la conformación de grupos de expertos científicos para asesorar el control de una enfermedad en particular sea mas bien la regla en lugar de la excepción. Los científicos estuvieron allí, siempre, con sus ganas de hacer algo por el bien común, es momento de que los ayudemos a ayudarnos.
Carlos Fernandez-Miñope es biólogo, investigador Asociado del Laboratorio de Malaria del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt (Universidad Peruana Cayetano Heredia), Investigador pre-doctoral del Global Health Institute (Antwerp University) y Colaborador Especializado de Perú en el Club N+1 para la Popularización de la Ciencia.
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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