Un mejor estatus puede fortalecer tu sistema inmunológico

Un equipo de científicos de universidades de los Estados Unidos, Canadá e Inglaterra comprobó  —en un estudio publicado por la revista Science— que ocupar un estatus bajo en la escala social tiene un íntima relación con un pobre sistema inmunológico, aumentando el riesgo de sufrir infecciones y enfermedades. No obstante, de acuerdo con el reciente trabajo, esta relación causal es reversible.

Los investigadores han sabido durante mucho tiempo que el estatus social bajo se asocia con una mala salud y una vida más corta, por lo que el acceso universal a la salud es problema con implicancias económicas en dos frentes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud señala que  alrededor de 100 millones de personas en todo el mundo son empujadas por debajo de la línea de pobreza como resultado del gasto en atención médica cada año.

Hasta ahora, los estudios eran principalmente correlaciónales, sin poder arribar a una conclusión que exprese causalidad: no estaba claro si un estatus social bajo conducía a una salud deficiente, o si esta llevaba a un baja estatus social. Era claro, por ejemplo, que los indigentes, al vivir a la intemperie, llevar una pobre alimentación y estar más propensos a caer en conductas de riesgo como el consumo de alcohol y drogas, se exponen a más microbios y toxinas. Pero lo novedoso de este reciente estudio es que aísla los factores materiales de la pobreza y aun así halla una relación entre esta y la mala salud.

Para concluir esto, se estudiaron a los macacos rhesus, simios conocidos por formar comunidades atravesadas por jerarquías definidas. En estas, los monos en la cima tienden a acicalarse entre sí, lo que extiende lazos sociales, mientras que los individuos en la parte inferior son más propensos a vivir expuestos a ataques constantes.

 

A fin de afectar la jerarquía de la comunidad, el equipo introdujo a macacos hembra cautivos en nuevos grupos sociales, donde no conocían a nadie. El orden en que las monas fueron introducidas determinó su lugar en la escala: la primera tendió a ocupar estatus superiores y así sucesivamente.

Tres meses después de la introducción, los investigadores extrajeron de muestras de sangre de los monos cinco tipos diferentes de células inmunitarias y midieron la expresión génica en todo su genoma: la actividad de más de 1.600 genes fue afectada positiva o negativamente por el estatus social. Ello fue observado en células naturalmente asesinas, un tipo de glóbulo blanco que mata células infectadas por virus y células tumorales en el cuerpo.

Entonces, los investigadores recolectaron más células inmunes y las sometieron a una infección bacteriana simulada: las células inmunes de monos de bajo rango fueron menos efectivas en la lucha contra la infección.

No obstante, el efecto es reversible, según arrojó el estudio. Para ello, el equipo de científicos creó nuevos grupos de monos desconocidos entre sí y los sujetos de estudio fueron introducidos cambiando su estatus social con ello. Luego de tres meses de logrado su nuevo rango social, los investigadores descubrieron que la expresión génica en las células inmunes cambiaba y, consecuentemente, las células mejoraron en la lucha contra la infección.

Steve Cole, neuroinmunólogo de la Universidad de California, Los Ángeles, que no participó en el estudio, señaló a Science que los hallazgos sugieren que para mejorar la salud de las poblaciones más pobres puede que no sea suficiente igualar el acceso a la atención médica o mejorar la protección contra microbios y toxinas.

Por otro lado, uno de los autores del trabajo, Noah Snyder-Mackler, antropólogo evolutivo de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, rescata que la conclusión sobre que “si sacas a una persona de su pobre ambiente social, al menos en estos monos, se pueden revertir los efectos sobre su función celular inmune”.

Mientras que Michael Kobor, un epigenético en la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá, critica que el estudio no considera la historia de vida temprana de los macacos adultos, a pesar de que muchos estudios han demostrado que la adversidad de la vida temprana puede tener efectos de por vida en la salud. No obstante, indica que el trabajo está “muy bien hecho. Va a establecer la barra para los estudios posteriores muy alto”.

Hans Huerto

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