Estas son las sofisticadas matemáticas del GPS de las tarántulas

(Foto: Joaquín Ortega-Escobar).

La araña lobo o tarántula (Lycosa tarantula) embosca su presa y vive en madrigueras de unos 20 cm de profundidad rematadas por una especie de torreta construida con ramitas, hojas y pequeñas piedras, que sujeta con su propia telaraña. Desde esta atalaya, la tarántula acecha y persigue a su presa, volviendo rápidamente a su madriguera desde distancias entre 30 y 40 cm. Para ello, cuenta con un preciso sistema de posicionamiento que detecta la relación entre dónde está y hacia dónde quiere ir. Este GPS natural se conoce como odometría.

Joaquín Ortega-Escobar, de la Universidad Autónoma de Madrid, explica en un artículo publicado en Journal of Experimental Biology, que las arañas hacen uso de unas sofisticadas matemáticas para rastrear la dirección y la distancia recorrida y retornar a casa sin necesidad de volver sobre sus pasos. Los investigadores han observado que el animal sigue un sistema llamado integración del camino: se mueve como si hubiera seguido los lados de un triángulo rectángulo e hiciera el camino de vuelta siguiendo la hipotenusa.

Según cuenta a Sinc el autor del estudio, para ser capaz de realizar estos cálculos, el animal debe poseer un odómetro que le informe de su ubicación y registre el recorrido así como una brújula con la que rastrear la dirección del viaje. En 1999, estos investigadores ya habían descubierto que dicha brújula es la luz polarizada del cielo, gracias a la cual los ojos medianos anteriores del animal miden el ángulo. La dirección la detectan por medio de los ojos anteriores laterales (tienen, en total, cuatro pares de ojos). Para medir la distancia recorrida, se valen del movimiento de las imágenes a través de la retina.

Para llegar a estos resultados, los investigadores cubrieron los ojos de los animales con una pintura soluble en agua y observaron que, en lugar de viajar la distancia establecida, 30 cm del nido, se detenían unos 8,5 centímetros antes de llegar a su objetivo. Destapados los ojos, hacían el recorrido perfectamente, así que necesitan de los anteriores laterales para medir el trayecto. A raíz de esta investigación los científicos observaron también que las arañas no mueven el primer par de patas cuando no pueden ver.

Otros animales, como las hormigas bicolores del desierto, del género Cataglyphis cuentan el número de pasos que han recorrido para calcular las distancias que recorren. Pero además, un estudio publicado el pasado año en Science, asegura que estas hormigas tienen otra ventaja: son capaces de usar la vista para usar los objetos como referencia y determinar la distancia recorrida. ¿Así, quién necesita Waze?

Beatriz de Vera
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