Las hembras viven más que los machos y esta sería la razón fisiológica

El gavilán sujeto del estudio (Foto: Pierre Dalous).

No es un misterio: las mujeres viven más que los hombres. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida global al nacer en 2015 fue de 71,4 años: 73,8 años para las mujeres y 69,1 años para los hombres, casi cinco años de diferencia.

Esta condición favorece a las mujeres incluso cuando la estadística se ajusta a la conducta arriesgada masculina que conduce a más muertes tempranas de hombres (accidentes de coche, guerras, homicidios, etc.).

Esta condición se repite en muchas otras especies animales pero los científicos no saben por qué pues no parece haber razones fisiológicas obvias que diferencien a hombres y mujeres.

Un nuevo estudio en Journal of Ecology ha estudiado las diferencias sexuales y la mortalidad en el gavilán eurasiático y es la heterogeneidad observada en gavilanes hembra a la que se le atribuye su longevidad en comparación con sus pares machos.

La heterogeneidad en este contexto significa que la fisiología del gavilán femenino es más diversa y menos promedio que la de los machos: hay más hembras frágiles que machos frágiles, pero también más hembras robustas que machos robustos.

Las hembras alcanzan rangos más amplios de edades, lo que les da una ventaja en cuanto al envejecimiento, dice el autor del estudio, el profesor asociado Fernando Colchero del Departamento de Matemáticas y Ciencias de la Computación, de la Universidad del Sur de Dinamarca. Con más hembras frágiles, habrá, por supuesto, más muertes femeninas tempranas que entre machos. Pero esto es sopesado por el mayor número de hembras robustas que entre machos.

Según el estudio, la esperanza de vida de las hembras adultas más robustas alcanza hasta 4,23 años, mientras que para los machos adultos más robustos fue de 2,68 años.

Es posible que este fenómeno se repita en otras especies animales, aunque aún no hay confirmación de ello, por lo que los estudios a futuro deberán ahondar en este sentido.

El trabajo también concluyó que las aves que gastaron más energía en reproducirse y criar a sus polluelos vivieron más tiempo; que las hembras más grandes son mejores para la reproducción que las más pequeñas; y que los machos más pequeños tienen mejores posibilidades de sobrevivir que los más grandes.
 

Hans Huerto

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