No contaban con su astucia

Hondurantemna chespiritoi, una rarísima mantis nombrada en honor al ilustre cómico. 

Henrique Rodrigues

Dos avispas y un molusco fueron bautizadas en honor a David Bowie  (Archaeoteleia astropulvis, Jorunna davidbowiei), un roedor en honor a Vargas Llosa (Neacomys vargasllosai), un trilobites en honor a Sid Vicious (Arcticalymene viciousi), y una polilla a Donald Trump  (Neopalpa donaldtrumpi). Era cuestión de tiempo que, uno de los más grandes íconos del humor latinoamericano, Chespirito, fuera homenajeado con su propia especie. La oportunidad llegó con una rarísima mantis, la Hondurantemna chespiritoi, nativa de México y Centroamérica y que tiene una peculiaridad: su marcado dimorfismo sexual. 

Mientras que las hembras son de complexión robusta y tienen un camuflaje tipo “hoja verde”, los machos tienen una complexión más modesta y su camuflaje se asemeja a una ramita. La especie, cuyo pariente más cercano fue hallado hace 140 años, fue estudiada por un equipo internacional de investigadores liderado por el Museo de Historia Natural de Cleveland, mientras que la investigación fue publicada en la revista ZooKeys. Para conocer más detalles de esta ilustre nueva mantis y su historia, N + 1 entrevistó a Julio Rivera, biólogo y taxónomo especializado y coautor del trabajo. 

N + 1: ¿Qué especie de mantis es la descubierta y cuáles son sus características?


Ejemplar de mantis H. chespiritoi viva
Ethan Staats

J: Dentro de los insectos existe un grupo llamado los “Mantodea”, donde se clasifican a todas las mantis religiosas, de las cuales se conocen aproximadamente 2,500 especies en todo el mundo. Las mantis religiosas en general pueden ser subdivididas en dos grandes grupos: las que carecen de oído o informalmente llamadas “mantis sordas” y las que si lo tienen. Las mantis sordas se encuentran exclusivamente en el continente Americano, mientras que las mantis con oído se encuentran en todos los continentes excepto la Antártida. La Hondurantemna chespiritoi pertenece a este último grupo, específicamente a un linaje centroamericano conocido como los “antemninos”. Este grupo es extremadamente raro y por lo tanto muy poco conocido; de hecho, H. chespiritoi es la segunda especie en ser formalmente asignada a este linaje. Para que te des una idea de lo raro que son los antemninos, la única otra especie conocida de este grupo, Antemna rapax (de Costa Rica y Panamá), fue descubierta en 1877 ¡hace 140 años!  H. chespiritoi se caracteriza por ser una especie con un dimorfismo sexual muy marcado, es decir, machos y hembras lucen muy diferentes en su estado adulto. 
Lo que realmente llama la atención es que, siendo una especie relativamente grande, haya pasado tanto tiempo desapercibida por la ciencia, a pesar de que existen ejemplares colectados en el pasado y preservados en algunas colecciones científicas en Museos de Historia Natural de Europa y Estados Unidos.

La edad de oro de las mantis

¿Si los científicos se habían topado antes con este insecto, por qué recién hoy recibe un nombre?


Hembra ninfa
Andrew Snyder

Por varias razones. La más determinante es que existen pocos científicos en el mundo especializados en estos insectos y que además sean capaces de reconocer si la especie que tienen en frente es una ya reconocida por la ciencia, o es completamente nueva. Dicha escases sin duda reduce las posibilidades de descubrimiento. De hecho, esta carencia ha impactado seriamente nuestro conocimiento sobre estos fascinantes organismos y su estudio lleva varias décadas de retraso comparado con otros grupos de insectos. Afortunadamente, esta situación ha mejorado de manera considerable en la última década a medida que se ha ido reconociendo la importancia de las mantis religiosas y el gran potencial de investigación que estas ofrecen. Muchos jóvenes investigadores ahora se enfocan en los varios aspectos de estos insectos, desde su genética y fisiología, hasta su biodiversidad y ecología. Literalmente estamos en la era de oro del estudio científico de las mantis religiosas.

¿Por qué bautizarla en honor al comediante Chespirito?

Nombrar especies como tributo a personas es una práctica relativamente común en taxonomía, la disciplina científica que se encarga del nombramiento y registro histórico de las especies. Creo que muchos de nosotros hemos pasado gratos momentos viendo el “chavo del ocho”, el “chapulín colorado” (quien, por cierto, evoca a un insecto) y tantos otros personajes. Este tributo lo hacemos entonces a nombre de todos los latinoamericanos que alguna vez disfrutaron de las ocurrencias del gran Chespirito. Hubiese sido ideal hacerle este tributo en vida, pero se nos fue antes de que este estudio se publique.

¿A qué se debe el dimorfismo sexual de las mantis? ¿Qué estrategia de supervivencia emplea el hembra, y cuál el macho? ¿Cuál las ninfas?

La morfología de las diferentes especies cumple tres funciones básicas: esconderse, cazar y reproducirse. Basta con ver una muestra representativa de una región para darse una idea de dicha versatilidad. Por ejemplo, en Tambopata (Madre de Dios, Perú) existen alrededor de 30 especies de mantis religiosas registradas y cada especie tiene una “técnica” de camuflaje diferente: algunas asemejan ramitas, otras parecen hojas secas o corteza de árbol, y un buen número de ellas, al igual que H. chespiritoi, asemejan hojas verdes. Sea cual fuere la técnica de camuflaje usada, esta le permite a la mantis cazar sin ser vista por sus propios depredadores. El sexo y la reproducción también influye mucho en la técnica de camuflaje. Por regla general, las mantis hembras suelen ser más grandes y robustas, y además tienen abdómenes amplios y voluminosos; los machos, por el contrario, son relativamente más pequeños, con cuerpos y abdómenes bastante más esbeltos en comparación a las hembras. Estas diferencias anatómicas, evidentes en H. chespiritoi, son el resultado de diferentes presiones evolutivas que actúan sobre cada sexo. En el caso de la hembra, mientras más grandes sea esta, mayor capacidad abdominal tendrá y por lo tanto podrá formar y albergar más huevos. A medida que la capacidad de formar más huevos va aumentando a lo largo del tiempo evolutivo, la capacidad de vuelo va disminuyendo debido al peso extra adquirido. Esto libera a las alas de tal función, dándoles la oportunidad para evolucionar en una nueva dirección para cumplir una función diferente a la original. 


Vista frontal de H. Chespiritoi
ZooKeys

Si te fijas bien, notarás que el par de alas anteriores de H. chespiritoi ha evolucionado hasta parecer hojas verdes, con nervaduras y todo…hasta tienen una mancha que asemeja una resequedad. Recordemos también que la habilidad de levantar vuelo no solo es una forma de locomoción para los insectos, también es una estrategia de escape ante el ataque de depredadores. Estar incapacitadas por el vuelo debido al peso del abdomen cargado de huevos hace que las hembras necesariamente se vuelvan más sedentarias (¡y agresivas!). Esto favorece la evolución de técnicas de camuflaje orientadas a imitar elementos del entorno que no se “desplazan” y que suelen ser ignorados por animales insectívoros, tales como ramas, corteza, piedras y, especialmente, hojas verdes, los elementos más abundantes en cualquier entorno natural. Esto último posiblemente explique porque tantas especies de mantis han evolucionado como técnica de camuflaje la semejanza a hojas verdes. 

En cuanto a los machos, estos sí retienen la capacidad de vuelo por una razón muy simple: llegada la época reproductiva son ellos los encargados de localizar a las hembras mientras estas emiten feromonas sexuales, inmóviles e invisibles, desde la vegetación. Para ello es necesario estar equipado con alas funcionales y tener agilidad de vuelo para evitar depredadores aéreos, como los murciélagos insectívoros. La retención de la habilidad de vuelo limita la evolución de las alas como parte de la técnica de camuflaje del macho, ya que este debe mantener dicha habilidad a cualquier costo para así garantizar su propia sobrevivencia y reproducción. Estas diferencias hacen que en ocasiones los machos y las hembras ocupen hábitats diferentes y que estén más acordes con la morfología de cada cual. Cuando las mantis son jóvenes carecen de alas y por lo tanto su técnica de camuflaje es diferente a la de los adultos. Los juveniles de H. chespiritoi imitan otro tipo de elementos del entorno, aparentemente ramitas u hojas secas corrugadas. La técnica de camuflaje distintiva de cada sexo empieza a manifestarse a medida que estos van alcanzando el estado adulto para finalmente ajustarse al hábitat y comportamiento característicos de cada sexo. En general, las mantis religiosas son insectos extremadamente versátiles desde el punto de vista evolutivo y es allí donde radica la clave de su éxito.

¿Se repite esta curiosa estrategia en la especie, y en los insectos u otras criaturas del reino animal?

Las plantas son hábitat de innumerables especies de animales, ya sea que estos las usen como alimento, refugio o áreas de caza. Los insectos han evolucionado una relación mucho más íntima con las plantas, más que cualquier otro grupo animal, y esto se ve reflejado en las complejas interacciones que existen entre estos organismos.  Existen numerosos ejemplos de insectos que tienen técnicas de camuflaje similares a la de H. chespiritoi, es decir, la técnica de la hoja verde. Algunos ejemplos son los insectos hoja, varios tipos de saltamontes y grillos, algunos tipos de chinches y polillas, entre otros. 

¿De qué se alimentan y qué lugares habitan?

Las mantis religiosas son estrictamente carnívoras. Su dieta principal son otros invertebrados, por lo general insectos. Algunas especies de tamaño medio a grande son capaces de capturar y devorar pequeños vertebrados, como picaflores, roedores y lagartijas. Todas las especies de mantis religiosas son terrestres y prefieren climas tropicales a subtropicales. Se les puede encontrar desde desiertos hasta bosques húmedos.

El destino confabuló para descubrir a la H. chespiritoi

¿Cuál fue tu papel en el descubrimiento, estudio y nombramiento de la H. chespiritoi?

Andrew Snyder & Ethan Staats

Detrás de cada descubrimiento siempre hay una historia interesante. El primer ejemplar de esta especie emergió del Museo de Historia Natural de París, institución que alberga una de las colecciones de mantis religiosas más importantes del mundo. En el 2012 visité dicha colección para analizar especímenes y recopilar datos para mi investigación doctoral sobre la diversidad y evolución de las “mantis sordas” en el continente americano. El Dr. Roger Roy, especialista veterano y curador de dicha colección, me mostró un espécimen obtenido en Honduras que había recibido en custodia algunos años atrás, pero que permanecía sin identificar. Luego de examinar el espécimen con detenimiento logré percatarme de que se trataba de la hembra de una especie aparentemente no descrita, muy posiblemente perteneciente a un género también desconocido. En otras palabras, un linaje de mantis completamente nuevo. Luego de obtener el ejemplar en préstamo lo trasladé al Museo de Historia Natural de Cleveland (Ohio, Estados Unidos) para estudios más detallados a cargo mi colega y colaborador el Dr. Gavin Svenson, otro reconocido especialista en mantis religiosas y director de “Project Mantodea” programa de investigación enfocado en estos insectos y auspiciado por el gobierno estadounidense. Poco tiempo después una cadena de coincidencias notables hicieron que emergieran unos ejemplares machos que, a pesar de poseer una morfología bastante diferente, presentaba indicios de tratarse de la misma especie del ejemplar de Paris. Uno de estos especímenes, esta vez de México, emergió de la colección de insectos del California Academy of Sciences (San Francisco, Estados Unidos), y otros (incluyendo algunas hembras) fueron hallados en un lote de mantis religiosas provenientes de Honduras. Estos últimos habían sido remitidos al laboratorio de Svenson para identificación por el Dr. Neil Reid (Belfast, Irlanda del Norte), quien los remitió sin saber que nos encontrábamos trabajando, coincidentemente, en esa especie. Fue en ese momento que Henrique Rodrígues, un joven científico Brasilero, entró en escena para conducir estudios doctorales bajo la dirección del Dr. Svenson, asumiendo además el reto de clasificar y describir oficialmente a la mantis misteriosa como parte de su investigación sobre las mantis con oído de continente americano. Usando métodos genéticos Rodrigues logró confirmar que, a pesar de sus diferencias anatómicas, los ejemplares bajo estudio eran, efectivamente, machos y hembras de la misma especie. Además, también confirmó que se trataba no solo de una especie nueva sino también de un género nuevo y, más importante aún, que se trataba del segundo miembro descubierto del grupo de los antemninos centroamericanos. Hay otro aspecto interesante de este estudio que ha quedado un poco en el tintero. Poco después del hallazgo recuerdo haber pensado “alguien tiene que haber tomado una fotografía de esta mantis”. Después de todo, se trataba de una especie relativamente grande y vistosa que en algún momento debe haber capturado la atención de alguno de los tantos fotógrafos naturalistas que hay dispersos en el mundo. Luego de varias horas de búsqueda en la internet probando diferentes combinaciones de palabras clave logré ubicar imágenes de ejemplares hembras (adultos y juveniles) tomadas por dos jóvenes naturalistas y entusiastas de la fotografía, Ethan Staats y Andrew Snyder, quienes gentilmente nos proporcionaron las imágenes. Estas mostraban ejemplares observados en el Parque Nacional Cusuco, en Honduras, exactamente el mismo lugar donde el Dr. Reid había capturado los ejemplares analizados — otra notable coincidencia. Esto permitió incorporar imágenes de ejemplares vivos a nuestro estudio, proporcionando importante información sobre la biología y el comportamiento de la nueva especie. Finalmente, la idea de nombrarla en honor a Chespirito fue de Rodrigues, mientras que la formulación del nombre para el género me correspondió a mí. Como la especie se encuentra en México y Honduras, la idea fue que cada nombre haga referencia de alguna manera a cada país. Ambos nombres fueron aprobados por todos los miembros del equipo de investigación. A final de cuentas parecía que el destino se había confabulado para que esta especie sea descubierta. Esa es la historia de como nació Hondurantemna chespiritoi Rodrigues, Rivera, Reid & Svenson, 2017.

Los insectos, fundamentales para la naturaleza

¿Cuál es la importancia de hallar esta nueva especie de mantis?

Este descubrimiento resalta el rol fundamental que juegan los museos de historia natural en la preservación y conocimiento de nuestra diversidad biológica. Estas instituciones permiten preservar muestras representativas de las diferentes especies que habitan el planeta. Pueden pasar años, incluso décadas, para que un organismo preservado en una colección científica llegue a manos de un especialista. Este estudio también resalta la importancia de las áreas de conservación. Esta nueva mantis fue descubierta en parques nacionales de Mexico y Honduras. Estas zonas de protección albergan en muchos casos organismos aún desconocidos para la ciencia, sobre todo insectos.

¿Por qué es crucial la investigación y protección de los insectos?

A muchos los insectos les causan asco o aversión y por eso a veces resulta difícil concebir el porqué de su existencia. Algunas personas a veces me preguntan ¿Para qué sirven los insectos? Lo cierto es que los insectos son los organismos más abundantes y diversos del planeta (el 70% de todos los organismos terrestres son insectos) y eso los convierte en elementos fundamentales para el funcionamiento de la naturaleza. Por ejemplo, la mayoría de las plantas, incluyendo las que consumimos, dependen casi exclusivamente de los insectos para llevar a cabo la polinización, sin la cual estás simplemente no podrían formar frutos y mucho menos semillas. La relación a veces es tan estricta que, si desapareciese el insecto, también lo haría la planta. Los agricultores tienen esto muy claro y por eso muchos mantienen colmenas de abejas entre sus cultivos para aumentar la productividad de estos. 

Los insectos son, además, fuente de alimento para innumerables otros organismos que dependen de ellos para su sobrevivencia, y esta lista incluye a los seres humanos. La entomofagia (el consumo de insectos como alimento) es una práctica mucho más común de lo que se piensa. Quizá por eso la FAO recientemente recomendó impulsar esta práctica como una estrategia para salvaguardar la seguridad alimentaria de las naciones en tiempos de cambio climático. Los insectos son altamente nutritivos y su producción industrial en forma de suplemento alimenticio es una alternativa prometedora que muchos países desarrollados ya están adoptando. Algunos tipos de insectos tienen importancia médico-veterinaria pues actúan como vectores de enfermedades, y por eso su estudio es fundamental en el ámbito de la salud pública. Muchos insectos producen sustancias químicas que también son de interés; de hecho, las mantis hembra producen una sustancia química de naturaleza proteica que usan para envolver sus huevos y la cual viene siendo investigada por la industria de los biomateriales por sus propiedades físico-mecánicas. Encima de todo eso, los insectos son apreciados por su valor estético. Existen miles de personas en el mundo dedicadas a coleccionar, fotografiar y criar insectos por puro entretenimiento. Por cierto, hay una comunidad internacional muy dedicada a la crianza de mantis religiosas, ya que son insectos muy carismáticos, atractivos y dóciles, todas características ideales para los que gustan de deleitarse con mascotas poco convencionales. Sus atributos únicos entre los insectos también han convertido a las mantis en “embajadoras de la naturaleza” pues vienen siendo reclutadas en programas de educación ambiental orientados a instruir a las personas sobre la naturaleza y la importancia de su conservación. El linaje de los insectos ha estado sobre la Tierra por cientos de millones de años, mientras que la humanidad tiene apenas poco más de 2 millones. Realmente vivimos en la era de los insectos y es por eso que estudiarlos es fundamental para entender cómo funciona la naturaleza.

 

Daniel Meza
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