Clones de Homer Simpson. /Youtube
Sarah Manning ve ante sus ojos como una joven se tira a las vías del tren. Pero un instante antes de saltar, las dos mujeres se miran y dan cuenta de que tienen exactamente la misma cara. Por la trama (estamos hablando de la serie de televisión Orphan Black), sabemos que no son gemelas, ni una suerte de doppelgänger, el método alienígena de duplicación de las personas, sino que se trata, de hecho, de la misma persona. O al menos genéticamente: son clones. La historia cuenta que 30 años antes, en la década de los 80, unos científicos descubrieron cómo hacer copias idénticas de seres humanos a los que desperdiga por el mundo y estudia sin su consentimiento. Con más o menos precisión científica, la ficción habla de los riesgos psicológicos y fisiológicos de los individuos clonados y dibuja un escenario hostil de creación de humanos a demanda para fines concretos, como sujetos de investigación o incluso armas humanas. Pero, independientemente de si se pondría a los pies de la ciencia o serviría de vehículo para las fantasías de poder más perversas, ¿es posible la clonación humana hoy en día?
Hace 20 años, ya en la década de los 90 y sin que parezca que fuera una respuesta a ningún proyecto malvado y secreto, en el mundo real, 19 países, entre ellos Dinamarca, España, Estonia, Noruega o Turquía, suscribieron un protocolo del Consejo de Europa que prohíbe la creación de seres humanos mediante la técnica de la clonación. Esta normativa suponía, en el año 1998, el primer instrumento jurídico internacional en esta materia, y establecía la prohibición absoluta de "toda intervención que tenga por objeto crear un ser humano genéticamente idéntico a otro, ser humano vivo o muerto", sea cual sea la técnica a utilizar. El texto prohibe expresamente toda forma de discriminación sobre las personas en razón de su patrimonio genético y proclama que las intervenciones sobre el genoma humano "solo pueden ser emprendidas por razones preventivas, de diagnósticos o preventivas". Sin embargo, sí pueden copiarse células con fines terapéuticos y de investigación.
En palabras de Carlos de Sola, que en su momento era responsable de la sección de bioética del Consejo de Europa y fue promotor del protocolo prohibicionista, "un clon no será jamás un niño. Hay un riesgo grave de creación de monstruos psiquiátricos, de que clonados acaben locos". A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la clonación humana éticamente inaceptable, aunque no se decanta por una prohibición indiscriminada de todas las formas de clonación y de investigación; y la UNESCO prohíbe toda intervención que tenga por finalidad crear un ser humano genéticamente idéntico a otro ser humano vivo o muerto, y considera estas prácticas contrarias a la dignidad humana.
Y en 2015, el Parlamento Europeo también votó mayoritariamente prohibir la clonación de ganado en la Unión Europea e impedir que se pongan a la venta alimentos provenientes de clones o de sus descendientes procedentes de terceros países, de forma que, para comercializar carne de clones en el espacio europeo, es necesario obtener la previa aprobación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
Fotograma de 'Ophan Black'. /'BBC America'
Las cosas claras
El término clonación describe una variedad de procesos que pueden usarse para producir copias genéticamente idénticas de un ente biológico. El material copiado, que tiene la misma composición genética que el original, se conoce como clon, según el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos (NHGRI).
Pero la clonación no es una maquinación de la mente de científicos perversos, en la naturaleza, algunas plantas y organismos unicelulares como las bacterias, producen descendientes genéticamente idénticos a través de un proceso llamado reproducción asexual: un nuevo individuo se genera de una copia de una sola célula del organismo progenitor. Es decir, es un clon de su padre.
¿Y son los gemelos idénticos clones el uno del otro? Pues casi. Se producen cuando un óvulo fecundado se divide, creando dos o más embriones que llevan un ADN casi idéntico, así que tienen casi la misma composición genética el uno y el otro, pero son genéticamente distintos de cualquiera de los padres.
Artificialmente, los investigadores han clonado una gran variedad de materiales biológicos, entre ellos genes, células, tejidos e incluso organismos enteros, como perros, y la oveja Dolly, toda una celebridad. Hay que distinguir entre dos tipos: la clonación terapéutica, en la que se copian células o tejidos humanos para transplantes e investigación médica; y la clonación reproductiva, que consiste en hacer una copia idéntica de un ser vivo completo.
¿Para qué usamos esta técnica?
La clonación es una herramienta utilizada a diario y, aunque menos vistosa que en su uso para copiar animales y seres humanos, ha permitido grandes avances en el campo de la biotecnología, que es el recurso más utilizado para la obtención masiva de copias de genes y proteínas.Y uno de los ejemplos más claros de su poder es la insulina sintética.
La orgánica se fabrica en el páncreas y tiene como misión promover la absorción de la glucosa de la sangre hacia los tejidos y la absorción de grasas . Y este es un mecanismo estropeado en las personas con diabetes a las que, durante un tiempo, se les administró insulina animal, que difiere ligeramente en estructura de la humana y se necesita mucha más insulina animal que humana para producir la misma respuesta. Pero hoy en día, la insulina es totalmente humana, aunque producida en bacterias. Y todo gracias a la clonación: se copia el gen humano que contiene las instrucciones de la secuencia y se inserta en un fragmento de ADN en las bacterias, que después sintetizan cierta cantidad de insulina. Con esto, se forma una colonia que heredarán el gen de la insulina humana, y la seguirán produciendo a gran escala.
Nadie ha hablado de ganado
La prohibición del Consejo Europeo venía dos años después de que naciera Dolly, probablemente el animal de ganado más famoso del globo. Si jugáramos a asociar palabras con la primera imagen que viene a la mente, al oír clonación, habría una coqueta oveja Finn Dorset mirándonos desde todas nuestras cabezas. Dolly, que nació el 5 de julio de 1996, fue clonada en el Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia) y una de las principales preocupaciones de la comunidad científica fue si los clones podrían esperar condiciones de salud similares o disminuidas en comparación con los animales donantes. Ella vivió seis años y medio, cuando lo normal para su raza son unos 11 o 12. Aunque, no fue el primer animal en ser clonado, sí que fue el primero en nacer 100% de una célula adulta ya especializada. Se cree que esto influyó en la longevidad de la oveja, que nació con la edad genética de su original, seis años.
Los restos de Dolly están en el Museo de Edimburgo (Escocia). /Geograph
El primer animal documentado en ser clonado fue una rana. John B. Gurdon, investigador de la Universidad de Oxford (Reino Unido) empleó para ello una técnica conocida como transferencia nuclear, que consiste en extraer el núcleo de una célula adulta, para después transferirlo a un oocito fecundado al que se le había extraído el suyo. Gurdon demostró así que que una célula especializada contiene la información genética necesaria requerida para generar un organismo completo, y esta fue, a grandes rasgos, la técnica usada con Dolly.
La oveja no fue siquiera el primer mamífero clonado. Antes de ella hubo un ratón, vacas, cerdos, otras ovejas e incluso es posible conseguir una mascota clonada por encargo (gatos y perros). Además de una carpa o un pollo. Pero hasta 1996 no se había conseguido clonar al 100% un mamífero sin tener que emplear parte del material genético de otro. Dolly, por primera vez, fue obtenida completamente a partir de una célula de otra oveja. "Representó un antes y un después en la biotecnología animal, pero también en medicina regenerativa o en divulgación", contó a Hipertextual el profesor Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología de España.
Clonando bestias del pasado
Y la resurrección a través de esta técnica de animales extintos ha sido un tema recurrente desde el primer momento. En julio de 2003, un equipo de biólogos del Parque de Ordesa (Huesca, España) logró clonar al bucardo, extinto por la acción del hombre tres años antes. La cría no logró sobrevivir más que unos instantes por un problema pulmonar que no le permitía respirar, pero a pesar de su efímera vida, el acontecimiento fue un importante paso en la historia de la clonación.
En la icónica película de los 90, Jurassic Park, un científico era capaz de reproducir el genoma de diferentes dinosaurios gracias a que encuentran fosilizados en ámbar a mosquitos que se habían alimentado de su sangre. Pero por ahora, todos los intentos de extraer genoma de muestras de ámbar han resultado infructuoso debido a la corta vida de esta molécula compleja.
Sin embargo, el genetista George Church, de la Universidad de Harvard (EE.UU.), contó en febrero del año pasado a New Scientist que cree que estar a solo dos años de crear un embrión híbrido de mamut lanudo. Su misión es desarrollar un feto y, finalmente, un ejemplar vivo de la especie que pisó la Tierra hasta hace poco más de 9.600 años. Pero ver este animal entre nosotros está aún más lejos que los dos años propuestos para la llegada del embrión.
Los embriones fantasmas de Hwang Woo-suk
Volviendo a la clonación humana, seis años después de que el Consejo Europeo se pronunciara en contra de la clonación humana, y uno después de la muerte prematura de Dolly, lo que prometía ser un hito científico acaparó portadas de los medios de comunicación de todo el mundo: Hwang Woo-suk, profesor del Departamento de Theriogenología y Biotecnología de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Norte) anunció que, por primera vez en la historia, su equipo había conseguido clonar un embrión humano con fines de investigación. Y fue un revuelo en la comunidad científica hasta que un año después se demostró que todo era mentira: los dos estudios sobre clonación con células madre, publicados en la revista Science, se basaron en datos falsificados.
Hwang tuvo que dimitir en diciembre del 2005 por los escándalos generados, pero durante tres años, mientras estuvo pendiente de juicio en su país, siguió desarrollando su actividad como investigador con fondos privados en el campo de las células madre obtenidas mediante clonación de embriones. Actualmente, está condenado a dos años de cárcel por malversación de fondos estatales y violación de leyes bioéticas.
Esta decepción, sin embargo, no puso freno a las investigaciones genéticas que buscaban hacer posible la clonación humana. En 2013, un equipo de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (EE.UU.) desarrolló embriones hasta la etapa del blastocisto -compuesto por unas 150 células- que es suficiente para brindar una fuente de células madre embrionarias. Según contó a BBC Shoukhrat Mitalipov, "esta técnica demostró su capacidad de convertirse, como las células madre embrionarias normales, en varios tipos diferentes de células, incluidas nerviosas, hepáticas y cardiacas.
“Sabiendo que hace falta mucho trabajo para desarrollar tratamientos seguros y efectivos con células madre, creemos que este es un paso significativo hacia el desarrollo de las células que podrían usarse en medicina regenerativa", explicaba en su momento Chris Mason, profesor de medicina regenerativa en la Escuela Universitaria de Londres (Reino Unido).
Entonces, ¿llegaremos a ver clones humanos?
Los riesgos de clonar a Homer Simpson. /Youtube
Para Montoliu, es posible hacerlo, pero además de extremandamente compleja, la técnica es muy arriesgada: "Sabemos que la eficiencia en roedores es del 5-10%. En seres humanos sería mucho menor. Si se intentase la clonación de personas, se debería realizar una estimulación ovárica previa, que no es gratuita, porque tiene implicaciones metabólicas y hormonales. Necesitaríamos aproximadamente veinte mujeres o una sola mujer que fuera estimulada veinte veces. Aunque la técnica es posible, es realmente compleja".
Pero aunque posible, los resultados obtenidos a través de los estudios con animales garantizan que "funcionará de forma anómala”. Y aunque los experimentos saliera a la perfección, el debate sobre la clonación humana está fuera del laboratorio. Aunque fuera posible, "no es un experimento justificado", opina Montoliu, y las leyes acotan firmemente las investigaciones al respecto. Ya en 1998 la presidenta del Comité de Ética de la Unesco, Noèlle Lenoir, señalaba que "tras los asuntos de clonación, aparece siempre el eugenismo". No tenemos claves para saber qué pasaría, pero quizá sí para intuirlo. Y no parece que sea un sendero sin peligros.
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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