Manuel Torres Calla, director del Museo, sosteniendo una bombilla cerca a la Bobina de Tesla / N+1
Nikola Tesla es uno de los científicos con mayor presencia en los corazones de miles de millenials amantes de la ciencia. Probablemente este fenómeno tiene origen en las injusticias que se habrían cometido contra él por parte del villano Thomas Alva Edison al robarle algunos inventos.
Para fortuna de muchos, no le pudieron arrebatar lo que ahora es su invento cumbre: la bobina de Tesla. Este instrumento de electromagnetismo fue patentado por él en 1891 y desde entonces se han replicado miles alrededor del mundo.
Bobina de Tesla perteneciente al Museo Histórico de Ciencias Físicas. /N+1
Casualmente, una de estas icónicas réplicas es parte del Museo Histórico de Ciencias Físicas (MHCF) de la universidad más antigua de América, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Su objetivo principal durante su fundación fue la de preservar los equipos del primer gabinete de física de la facultad de ciencias de San Marcos y difundir la ciencia en la sociedad.
De chatarra a objetos de vitrina
En 1986, a la antigua Facultad de Ciencias Físicas (FCF) de la UNMSM llegó una noticia alarmante: unos antiguos instrumentos físicos estaban a punto de ser rematados como cualquier pedazo de metal inservible.
Estos aparatos se encontraban almacenados en uno de los ambientes de La Casona, lugar donde se dictaban las clases de ciencia en ese entonces y ahora es sede del centro cultural de la UNMSM. Los desusados instrumentos habían sido guardados luego de que una inundación acabara de deteriorarlos.
“Estos equipos de física formaban parte del primer gabinete de física de San Marcos”, contó a N+1 el Dr. Justiniano Quispe Marcatoma, profesor asociado de la FCF-UNMSM. Impresionantemente, son tan antiguos que algunos equipos datan de los años de la Primera Guerra Mundial.
Dr. Justiniano Quispe Marcatoma, ex estudiante miembro del Museo Histórico de Ciencias Físicas y ahora asesor del mismo. / N+1
Al enterarse de la terrible noticia, “el Dr. Jorge Bravo Cabrejos, decano de la Facultad de Ciencias Físicas, el profesor Ladislao Cuellar, que trabajó en la NASA como Ingeniero electrónico, y un grupo de estudiantes de esta facultad fueron a La Casona, vieron los equipos y descubrieron las maravillas y el gran potencial educativo que se escondían allí”, relata el profesor quien además fue miembro de la cuarta generación de estudiantes a cargo del MHCF.
En ese momento “se optó por pedir que (los instrumentos) sean llevados hacia (la facultad) física”. Una vez que los instrumentos llegaron a la escuela fueron dirigidos al sótano para su inmediata reparación y mantenimiento. Es así que, luego de estar muy cerca de morir incluso antes de nacer, el 11 de noviembre de 1986 se abrió el Museo Histórico de Ciencias Físicas.
El espectrogoniómetro y otros acompañantes en esta máquina del tiempo
Es inevitable que al poner el primer pie en esta universidad uno respire historia por doquier, no por nada es la más antigua de América. Pero antigüedad no socava el erario de conocimiento allí oculto: al ingresar al Museo y ver las reliquias que guarda, la calidad de la experiencia se eleva exponencialmente.
Cada uno de estos instrumentos, indudablemente, guardan un tesoro histórico digno de apreciar y, sobre todo, preservar. “En el tiempo que yo estuve había un fonógrafo de Edison funcionando perfectamente con todas las ceras originales”, me relata el profesor Quispe.
El espectrómetro es otro de los aparatos que más logra impresionar al público. Aquí, básicamente con ayuda de un prisma, la luz que emite cualquier gas es separada en todos los colores del espectro. Así se hacen visibles sus bandas de emisión o, como el siempre simpático Neil DeGrasse Tyson mencionó en su magnífica versión de Cosmos, su huella digital.
Espectrómetro, un instrumento que sirve para separar la luz que emite un gas cuando es sometido a electricidad. / MHCF
Sin embargo, quienes se roban la función son los experimentos relacionados a la electricidad. “Recuerdo que hacíamos un juego con los escolares. En medio de la exposición llamábamos a una pareja de enamorados y le decíamos al chico que le dé un beso a la chica, estando ella cargada a un alto potencial electrostático”. Cuando se producía el beso, una descarga de electricidad para nada letal recorría el cuerpo de los jóvenes haciéndolos reaccionar de manera graciosa. Electrificar a una persona no es tarea difícil, solo se necesita un buen generador de Van Der Graaf, o una Máquina de Wimshurst en correcto funcionamiento. “A esto le llamábamos el beso eléctrico", relata el profesor entre risas.
La ciencia no siempre es segura y es algo que se puede aprender con solo ver algunos equipos. Un claro ejemplo de los peligros a los que estaban expuestos los científicos del pasado son los tubos de Rayos X a los que Manuel Torres Calla, actual director general del MHCF y estudiante de último año de la carrera de Física, hace mención.
“Cuando se descubrió la radiación, esta se vendía como fuente de energía. Las personas pensaban que al irradiarse tendrían más energía. Se vendían caramelos con Radio, maquillaje con Radio, etc. Yo medí con un Contador Geiger y en 2 segundos esos tubos de Rayos X indicaban una cantidad alarmante. Imagínate que con esos instrumentos estudiaban los alumnos en esos inicios donde no se tenía una concepción clara de la radiación”, relata como anécdota propia.
Sin embargo, actualmente el conocimiento sobre la radiación ha incrementado y se puede discernir entre dañina y no dañina. Claramente, en el Museo estos equipos ya no se prueban para exhibición. “Solo las exponemos, no las prendemos”, finalizó sonriente.
Estudiante observando, a través del espectrogoniómetro, las bandas de emisión o huella digital de un gas./N+1
El futuro del Museo
Para el doctor Quispe, y para muchos dentro del ambiente académico, el museo es un ente vivo. “Aquí tú puedes contrastar muchas de las cosas que lees en los libros y experimentarlo con los equipos mismos”, aclara con esperanza.
Es por la razón expuesta anteriormente que también nació el MHCF, con el objetivo de realizar exposiciones itinerantes, talleres y cursos. “Yo realmente conocí casi todo el Perú con el Museo. Antes había mucha actividad académica en diferentes partes del país”, lamenta el profesor; en la actualidad la situación es totalmente diferente.
Las razones parecen ser diversas. La vida es ahora más rápida, los estudiantes en tiempos modernos trabajan y estudian y no cuentan con el tiempo necesario para recorrer el Perú llevando ciencia a todos lados. La crisis que vivió el país en los 90s también podría ser otro factor fundamental para que estas actividades cesaran.
Los deseos y las intenciones, afortunadamente, siguen en pie. “Desde que yo pertenecí al Museo siempre hemos tenido la idea de volverlo un museo interactivo. Nuestro deseo es replicar los equipos antiguos y hacer que la gente pueda experimentar con ellos. Es posible hacerlo pero necesitamos el apoyo de las instituciones”.
A pesar de que el MHCF recibe la visita de muchos estudiantes de primaria y secundaria que son llevados por sus escuelas, esto no es suficiente. Se necesita de mucho apoyo para dar mantenimiento adecuado a estos equipos tan antiguos y replicarlos.
Manuel Torres Calla, director del Museo, dando una exposición sobre física para estudiantes de secundaria. / N+1
Al margen de los problemas, la labor y empeño de los estudiantes sigue en pie y no piensa parar. “La ciencia está en todas partes. Desde el celular que es nuestro compañero en muchas situaciones, el caminar mismo es un acto de ciencia, el respirar, etc. Todo está relacionado con la ciencia”, declara el doctor Quispe a forma de invitación.
“Si alguien tiene esa necesidad de saber por qué son las cosas. Encontrar las respuestas es difícil. Aquí en el Museo podemos aclarar esas dudas y más importante es que también te enseñamos a generar más preguntas. Yo siempre digo que mientras más estudio física, menos sé al respecto”, agrega el director Torres dirigiéndose a todas esas mentes curiosas.
El Museo Histórico de Ciencias Físicas es un espacio en el que los estudiantes puedan profundizar sus conocimientos a libertad y expandir ese conocimiento a muchas más personas. Su sola presencia, aun pudiéndose hacer mucho para mejorarlo, es de vital importancia en un país que consume poca ciencia. Comunicar de manera efectiva la ciencia es un gran paso, no solo para disminuir esa enorme brecha de conocimiento entre los científicos y los ciudadanos de a pie, sino para inspirar a más mentes a apasionarse por este universo lleno de maravillas y, sobre todo, a respetarlo.
¿Cómo visitar el MHCF?
Una de las formas más veloces para contactar y/o agendar una visita al Museo es a través de su página oficial en Facebook: Museo Histórico de Ciencias Físicas. Ahí podrás obtener información sobre horarios de visita y la oportunidad de recorrer los equipos con ayuda de un guía.
Adrian Díaz
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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