Healing me softly...

La salud de la atmósfera mejora con la pandemia

Sofía Dottori Fontanarrosa
 
Momentáneamente quietos, bajo régimen perecedero de acción, con el reloj sin rol y censurada la costumbre irrisoria de monetizar el tiempo. Así nos puso la pandemia, civilizadamente obedientes, con nuestra bulliciosa vida en pausa: transporte; energía, comercio, industria; escuela… la existencia arrinconada. Mientras la sociedad se sofoca con la caída del sistema financiero, el planeta inhala y exhala el oxígeno que hipotecamos con intereses. Nuestra “ausencia” se traduce en una reducción significativa de emisiones nocivas y la purificación (¿efímera?) del aire. COVID-19, la pelicula romántica que conquistó el cielo. Apta para todo público.
 

La atmósfera suspira

El dióxido de nitrógeno (NO2) es uno de los contaminantes atmosféricos por excelencia. Tóxico, irritante y precursor de la formación de PM2.5 de nitrato, nace por la combustión de vehículos y en las plantas eléctricas. Una exposición aguda a esta sustancia implica un elevado riesgo de enfermedades respiratorias, la reducción de la capacidad pulmonar y una mayor sensibilidad a los alérgenos. Esto incluso vuelve a las personas más vulnerables a la Covid-19. Además de sus efectos sobre la salud, el NO2 causa importantes afecciones sobre ambiente: oxidado fácilmente con el vapor de agua de las nubes, origina ácido nítrico (HNO3), uno de los principales constituyentes de la lluvia ácida. 

Dado que la concentración de NO2 responde rápidamente a los cambios en la actividad humana, actúa como un marcador clave para monitorear la calidad del aire. Por ejemplo, en China el transporte público fue suspendido en enero en las regiones más afectadas por el virus, así como los movimientos internos y externos al país, especialmente el tráfico aéreo internacional. El gigante asiático apagó su motor económico, reduciendo la producción en un 15 a 40% en todas sus industrias. Según CarbonBrief, a principios de marzo la disminución en la demanda de electricidad ha llevado a un descenso del consumo de carbón de las centrales eléctricas en un 36%.

Fue así que los niveles de NO2 cayeron en un 37%, y a diferencia de años anteriores, no volvió a aumentar. CNN informó acerca del beneficio involuntario de un cielo inusualmente azul en las ciudades chinas. En febrero de 2020 el número de días con buena calidad atmosférica aumentó un 21,5% en comparación con el mismo período del año pasado, de acuerdo con el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de la República roja.

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado consistenes resultados gracias a la información satelital de la red europea Copernicus. La siguiente animación muestra las concentraciones de NO2 desde el 20 de diciembre de 2019 hasta el 16 de marzo de 2020. La caída de las concentraciones a fines de enero es visible, coincidiendo con la cuarentena a nivel nacional, y desde principios de marzo, los niveles han comenzado a aumentar.

 

Concentración de NO2 en China. Fuente: Satélite Copernicus Sentinel-5P, ESA

El viejo continente también registra una disminución similar de NO2 en casi todos lo países de enero a marzo de 2020, especialmente notable en el norte de Italia, epicentro de la pandemia. 

 

Concentración de NO2 en Europa. Fuente: Satélite Copernicus Sentinel-5P, ESA

El Director del Programa de Observación de la Tierra de la ESA, Josef Aschbacher, afirmó: “Copernicus Sentinel-5P es el mejor satélite equipado para monitorear las concentraciones de dióxido de nitrógeno a escala global ". El trabajo conjunto de la ESA y del Instituto Meteorológico Real de los Países Bajos (KNMI) fue plasmado en las siguientes imágenes, donde se muestran las concentraciones promedio de NO2 del 14 al 25 de marzo de 2020, en comparación con las concentraciones promedio mensuales del 2019.

Concentración troposférica de NO2 en España para marzo 2020 y marzo 2019. Fuente: ESA

Henk Eskes, de KNMI, explica que “la química en nuestra atmósfera no es lineal. Por lo tanto, la caída porcentual en las concentraciones puede diferir de la caída en las emisiones. Los modelos de química atmosférica en combinación con técnicas de modelado inverso son necesarios para cuantificar la emisión en función de las observaciones satelitales ".

Concentración troposférica de NO2 en Francia para marzo 2020 y marzo 2019. Fuente: ESA

Por su parte, AirParif publicó un informe histórico que indica una mejora de alrededor del 30% en la calidad del aire tras el cese del tráfico terrestre en la región de París, con una reducción del NO2 superior al 60%. 
 

Falsas esperanzas

El congelamiento de todos los sectores económicos y  la disminución del tráfico urbano resultaron en una inevitable disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y partículas en suspensión. Las emisiones de monóxido de carbono en Nueva York disminuyeron en un 50% en solo unos pocos días de marzo, según la Universidad de Columbia. Nueva York también registró una caída del CO2 en un 5-10%, y una disminución constante en la concentración de metano (CH4).

Paralelamente, CarbonBrief estimó que China redujo sus emisiones de CO2 en unas 200 millones de toneladas en marzo de este año. Durante el mismo período en el 2019, las emisiones alcanzaron casi las 800 millones de toneladas.

Dado el colapso global que conlleva la cuarentena, esta tendencia es extrapolable en la mayoría de las regiones del planeta. Claramente, la propagación del coronavirus se superpone a medidas específicas para reducir las emisiones de GEI. Incluso podría ayudar a Alemania a alcanzar sus objetivos nacionales establecidos, como se expresó anteriormente.

Sin embargo, no debe olvidarse que una reducción local no excluye la posibilidad de contaminación atmosférica grave, especialmente en lugares donde las condiciones meteorológicas contribuyen a la acumulación de dichos agentes. Todavía es demasiado pronto para hablar sobre el impacto pandémico sobre el clima terrestre.

¿Qué tan estables son las tendencias hasta ahora registradas? ¿Se retornará luego al estado previo en corto plazo? Si recordamos lo sucedido en el 2008-2009, las emisiones de GEI aumentaron en un 5% tras la crisis financiera mundial, como resultado de medidas estimulantes que reactivaron la economía y fomentaron el uso del carbón.

Lo real es que las actuales concentraciones de CO2 registradas en los observatorios meteorológicos siguen siendo superiores que a principios del año pasado. “En los últimos 10 años, las emisiones de CO2 han crecido anualmente en un 1%, o alrededor de 317 megatoneladas. Necesitaremos una reducción muy fuerte para ver una caída real este año. Lo cual es plausible, pero no creo que en este momento podamos hablar de ello en absoluto", dijo Corinne Le Queret, profesora de la Universidad de East Anglia.

 

Fluctuaciones en la concentración de CO2 de la estación de medición de Mauna Loa. Fuente: NOAA

Un análisis publicado en Harvard Business Review describe varios posibles escenarios de superación para la crisis económica. El historial de eventos semejantes (la epidemia de SARS en 2002, la gripe de Hong Kong en 1968, la gripe asiática en 1958, la gripe española en 1918) evidencia que en todos los casos la curva del PIB fue del tipo V. Es decir, una fuerte caída durante el brote viral, continuado por una recuperación de la producción. De hecho, en la mitad de los casos, se superaron los niveles previos. 

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) señala que ninguna reducción en las emisiones actuales podría suplantar un esfuerzo concertado para combatir el cambio climático. "La experiencia pasada muestra que las reducciones de emisiones durante las crisis económicas son seguidas por un rápido crecimiento", informó Petteri Talaas, Secretaria General de la OMM. 

La enfermedad ambiental que padece nuestra Tierra requiere un tratamiento de mayor escala. Una cuarentena no es más que una medida pasiva. Necesitamos un activismo social sin precedentes, sin distanciamientos, sin confinamientos y, por supuesto, sin fines de lucro. 

 

Sofía Dottori Fontanarrosa

Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma

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