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2025
Por Juan Scaliter. Desde que comenzó la pandemia, casi cinco años atrás, la realidad de Pi ha cambiado por completo. Su pareja, que casi siempre trabajaba desde casa, ahora lo hace todo desde el hogar y está permanentemente conectada, gracias al 5G, con su oficina (a unos 30 kilómetros de casa) pero también con la India, donde se llevan a cabo las programaciones, con Estados Unidos, donde se almacenan los productos y con los ingenieros de Alemania.
Pero Pi no se puede dar ese lujo y tiene que acudir a la oficina casi a diario: solo un día puede teletrabajar y esa jornada la pasa casi siempre al teléfono respondiendo llamadas que le derivan.
Un año después de la pandemia, el Panel Intergubernamental de Científicos por el Cambio Climático elevó un pedido a la ONU para que se prohibieran los vehículos privados. El parón inicial provocado por el confinamiento había reducido la contaminación a niveles similares a la era pre-industrial y era una oportunidad que no se podía perder. Por ello Pi tiene pocas alternativas para ir a la oficina. Pero las que tiene, casi no existían en 2020.
Un año después de la pandemia, el Panel Intergubernamental de Científicos por el Cambio Climático elevó un pedido a la ONU para que se prohibieran los vehículos privados.
La primera es utilizar alguno de los servicios de alquiler de coches autónomos. Debido a la prohibición de vender vehículos privados, muchas marcas se fusionaron y lograron acelerar la creación de tecnologías novedosas. Así fue cómo lograron adaptarse y producir una enorme flota de automóviles autónomos que recorren la ciudad. Basta descargarse la app de BMW-WV, la de Toyota-Nissan o la de Renault-Citroen para saber dónde se encuentra uno de sus vehículos y solicitar una ruta. Al ser coches eléctricos no contaminan y como no tiene que conducir; Pi puede seguir trabajando durante el viaje.
La otra opción, muy popular en ciudades llanas, son las bicicletas, también autónomas. Hoy ya casi nos hemos acostumbrado al paisaje, pero hace un año, cuando los primeros carriles bicis se inauguraron, llamó mucho la atención. La implementación no fue sencilla. Los carriles bici actuales funcionan como las aerosillas en las pistas de esquí: un circuito cerrado y conectado que recorre gran parte de la ciudad. Pi no tuvo que adaptar ninguna de sus bicis para ello. Basta pagar una de las bicis en la parada elegida, montarla en el carril y este nos lleva a destino…o al menos muy cerca. Con esto se han evitado gran cantidad de accidentes, los tiempos de viaje se han acelerado y la cantidad de información generada ha permitido que las urbes sean más eficientes y verdes.
Los carriles bici actuales funcionan como las aerosillas en las pistas de esquí: un circuito cerrado y conectado que recorre gran parte de la ciudad.
La tercera opción que tiene Pi es una de las más populares: autobuses o metros autónomos. Como en estos medios de transporte compartimos sitio con otras personas, el desarrollo ha sido muy distinto. Cada vez que un pasajero se acerca a la parada o estación, es escaneado para saber si tiene temperatura alta o dificultad para respirar. Los asientos y los pasamanos están revestidos con nanopartículas de plata, para evitar la proliferación de bacterias y virus y cada media hora, al finalizar su recorrido, el vehículo se desinfecta por completo mediante un tratamiento con luz ultravioleta.
Ahora mismo Pi está trabajando en una nueva tecnología, ya conocida en 2019 pero poco utilizada. Se trata de carreteras que también permiten cargar con electricidad el vehículo a medida que la recorre. La tecnología inalámbrica, desarrollada por ElectReon Wireless, ha comenzado a instalarse en Suecia, Israel y algunas ciudades de Estados Unidos. Pi espera que en breve puedan hacer carreteras que se carguen mediante energía solar, para producir electricidad.
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Escribe: Juan Scaliter
Edita: Daniel Meza
Ilustra: Ulises Lima
Este artículo fue publicado en NewNormal.Lat.
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