En medio de activismo e intereses económicos, Perú decide si admitirá cultivos transgénicos

El debate por transgénicos en Perú está encendido por posible ampliación de moratoria en el Congreso.
Agencia Andina
En los últimos días, un chef de un restaurante de lujo limeño apareció en un video de YouTube indicando que “las más de 3000 variedades de papas podrían desaparecer si dejamos de ser un país libre de transgénicos”. Apelando a emociones y sin evidencia de que la citada tecnología desaparece variedades de papa, el mensaje echó combustible a una larga discusión de argumentos no solo científicos, sino también de razones empresariales, socioculturales y posturas políticas, algunas de ellas con buena fe y otras, quién sabe.
La intervención del célebre cocinero llegó días antes de la discusión en el Pleno Agrario del Congreso de la República del Perú sobre si permitir o no el ingreso de semillas genéticamente modificadas (OVM) para cultivo al país en los próximos 15 años. A finales del próximo año vencerá la actual moratoria –así se le llama en la ley al impedimento de ingreso a estos cultivos– por lo que, un proyecto de ley presentado en agosto plantea extenderla.
Los congresistas están ante una difícil decisión, especialmente cuando hay una fuerte presión en la que pareciera que confluyen factores políticos y hasta económicos (en ambos bandos), dejando de lado el razonamiento científico, social y técnico que amerita reflexión y diálogo para bien de la agricultura del país. El último golpe mediático lo dio el Consorcio Agroecológico Peruano, un grupo de empresas de comida orgánica, que reunió 34.000 firmas en Change.org para solicitar la ampliación de la vigencia de la Ley de Moratoria N°29811, en gran parte motivadas por el mensaje viral de los últimos días. Al ingresar al sitio, sin embargo, las razones son mucho menos sensacionalistas y giran en torno a “valorizar la marca país”, llamados a “desarrollar capacidades de investigación” y estudiar los potenciales efectos en la salud del glifosato.
Investigaciones científicas sobre biodiversidad
“Los transgénicos no ocasionan pérdida de biodiversidad”, explicó a Soberana Ciencia el Dr. Paul Chavarriaga, biólogo genetista del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Cali, Colombia. Aquel país, similar a Perú, permite cultivos transgénicos y cuenta con marcos regulatorios al respecto. “(La biodiversidad) se empieza a perder cuando los agricultores prefieren mejores semillas y dejan de lado las que no son tan buenas, y esto es antes de los transgénicos; lo que sí genera pérdidas de biodiversidad a gran escala es el avance de la vivienda humana, la construcción, los incendios como los de California o los de la Amazonía, o la explotación minera”.
Actualmente, no existe evidencia de que la biodiversidad se pierda por los cultivos transgénicos, de acuerdo a un análisis de varios estudios de The National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine. Lo que sí se reconoce es que se encontró una correlación del declive poblacional de una especie de mariposas monarca en Estados Unidos con la introducción del insecticida glifosato (que va de la mano de muchos transgénicos). Hasta el momento, sin embargo, “no hay conclusiones definitivas”.
Se procura cuidar la agrobiodiversidad, agrega Chavarriaga, “en centros donde se almacenan y protegen las semillas del mundo, como los bancos de semillas nativas del CIAT, en Colombia o el Centro Internacional de la Papa (CIP) del Perú”.
Pequeños agricultores
Pero la discusión no queda ahí. Se enarbolan argumentos en defensa de los pequeños agricultores y de la potencial pérdida de valor de su producción. De acuerdo a Luis Gomero, ingeniero agrónomo y docente de la Universidad Científica del Sur (UCSUR), “nuestros agricultores, quienes conservan nuestros recursos y biodiversidad, van a perder control sobre ellos”. El también activista y agricultor de alimentos orgánicos señaló en una entrevista televisiva con RPP que “lo que va a suceder con la llegada de transgénicos es que empresas trasnacionales pasarán a controlar las semillas y patentarlas”. Su postura revisa principalmente las consecuencias socio-económicas del potencial levantamiento de la moratoria.
Para Luis De Stefano Beltrán, doctor en biología molecular de plantas de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), “no se debe idealizar las condiciones de los pequeños agricultores ya que esta tiene rendimientos muy por debajo del promedio mundial, usa insecticidas y fungicidas muy tóxicos que se podrían reducir con el uso de tecnología OVM”.
En diálogo con Soberana Ciencia, De Stefano Beltrán sostiene que “el trabajo (de los pequeños agricultores) es duro, todos los días hay hongos, gusanos, insectos que van en contra de sus cultivos; en heladas, un papero puede perder de un día para otro su cultivo”. Los campesinos, afirma, merecen elevar su calidad de vida y con cultivos convencionales en una o dos hectáreas no es suficiente. “Para ellos sería beneficioso introducir esta tecnología”.
Intereses señalados
A quienes están a favor se les señala de llevar consigo el interés de transnacionales detrás como Bayer, propietaria de Monsanto, y de su producto estrella glifosato. Por otro lado, a quienes están en contra también se les relaciona con grupos de interés: dueños de los restaurantes de alta gama, exportadores de productos orgánicos, fabricantes o importadores de insecticidas, organizaciones ambientalistas como GreenPeace o Friends of the Earth; y hasta organizaciones gastronómicas como Slow Food International.
En este debate, no podemos señalar a todos de ser pagados para defender una postura u otra, pero es claro que las motivaciones e intereses económicos juegan su papel en la discusión, y repercuten directamente en la toma de decisiones.
Consideraciones ante fin de moratoria
Frente a un grupo de activistas ciudadanos que argumentaron que el Perú no estaría preparado para regular apropiadamente el ingreso de transgénicos, el Ministerio del Ambiente (MINAM), a través de una nota de prensa, sostuvo que ya se cuenta con un Plan de Vigilancia para detectar la presencia de transgénicos en el ambiente y realizan inspecciones constantes de las semillas y peces ornamentales que ingresan al país. Los objetivos, informa el comunicado, se vienen alcanzando dentro de los plazos establecidos por Ley gracias al trabajo articulado que realiza el MINAM con las entidades responsables de su implementación.
Cabe señalar que el hecho de que la moratoria termine en diciembre de 2021 no significa que automáticamente los transgénicos ingresan al país; hay normativas nacionales como el reglamento de la ley 27104 (de prevención de riesgos derivados del uso de la biotecnogía) que lo impiden. Si no se pasan esos filtros, se mantendría una moratoria de facto.
Lo cierto es que este lunes se debatirá si se amplía la moratoria, y sería una pena que este revuelo en la opinión pública se reduzca a una trivial disputa alrededor del “a favor” y “en contra”. Aún hay preguntas que responder que escapan a la biotecnología y tienen que ver más con ciencias sociales y gestión: entender mejor las dinámicas agrícolas nacionales, descubrir cómo fortalecerlas con moratoria o sin ella, cómo hacer (a los pequeños productores) más competitivos y menos vulnerables a los retos de las patentes, cómo mejorar su calidad de vida mientras abastecen a los negocios de comida orgánica y convencional y cómo, en caso de que ingresen los OVM, estos prevalecerán e incluso mejorarán. No menos importante será comprender la percepción de la opinión pública ante ante esta tecnología y comunicar eficientemente sus implicancias, para hacernos menos vulnerables a la desinformación de campañas como las del inicio de esta historia.
Esta noticia fue publicada originalmente en el blog del canal Soberana Ciencia.
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