Estudio afirma que se exagera con efectos de bombas atómicas

La percepción pública sobre los índices de cáncer y defectos de nacimiento entre sobrevivientes de las detonaciones en Hiroshima y Nagasaki resulta exagerada si se compara con la realidad, argumenta un científico francés en una investigación publicada en la revista Genetics.

Si bien la detonación de bombas atómicas en agosto de 1945 fue devastadora, y la exposición a la radiación aumentó los índices de cáncer y enfermedades genéticas hay una discrepancia al comparar lo que se dice con estudios de seguimiento, advierte el estudio de Bertrand Jordan, biólogo molecular la Universidad Aix-Marseille, Francia.

Su investigación resume 60 años de investigación médica sobre sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki y sus hijos y discute sus “errores de concepto”.

Se demostró que la exposición a la radiación incrementó el riesgo de cáncer, aunque la esperanza de vida de los sobrevivientes se redujo unos pocos meses comparados con los que no fueron expuestos a radiación. Tampoco se detectó efectos en la salud de ningún tipo en los hijos de los sobrevivientes.

Un aproximado de 200.000 murió en los bombardeos atómicos y e inmediatamente después a causa de  la explosión, el fuego esparcido y el envenenamiento radioactivo.

El proyecto siguió a 100.000 sobrevivientes, 77.000 niños y 20.000 personas que no estuvieron expuestas a la radiación. Los estudios de casos se iniciaron en 1947 y hoy son conducidos por la Fundación para la Investigación de los Efectos de la Radiación (RERF).

Los índices de cáncer de los sobrevivientes fueron más altos comparados a los anteriores a la detonación. El riesgo se incrementaba si la persona estaba más cerca de la explosión, la edad (los más jóvenes eran más vulnerables), y sexo (las mujeres tenían más riesgo).

La mayoría de sobrevivientes no desarrolló cáncer, aunque la mayoría de ellos recibió una cantidad modesta de radiación. La incidencia de cáncer entre 1958 fue 10% más alta en lo que corresponde a este grupo.

En contraste, aquellos expuestos a radiación de 1 Gray (1000 veces más alta que lo límites de seguridad permitidos) alcanzaron una 44% de riesgo de cáncer en el mismo período. Esta dosis redujo la esperanza de vida en aproximadamente 1.3 años, incluyendo otras causas de muerte.

En cuanto a los hijos de los sobrevivientes, no se detectó diferencia de salud o índices de mutaciones. Para Jordan, estos solo se podrían ver a través del análisis del genoma y de existir, serían muy pequeños.

“La gente se tiende a preocupar más por los peligros desconocidos que por los familiares como la minería del carbón o la propia contaminación”, cree el autor, quien al mismo tiempo pide que los resultados no generen complacencia sobre los efectos de los accidentes nucleares. “Es preferible un debate más racional y científico", añade.

Daniel Meza

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