Hormigas atrapadas en búnker sobreviven sin comida ni reina

Una inusual colonia de hormigas –acaso la más absurda entre estos animales– se encuentra en trabajando de modo persistente en un búnker nuclear, aisladas, sin luz, con frío y sin reina y esperando el fatal destino de eventualmente morir de hambre. El estudio de este extraño nido fue publicado por el Journal of Hymenoptera Research.

Las típicas hormigas de la madera (Formica polyctena) construyen un cómodo nido-montículo en los suelos de los bosques. Buscan las secreciones de azúcar de áfidos que viven en árboles y complementan su dieta con insectos.

En contraste, la población de insectos de este estudio tiene otra lógica de vida. Fueron descubiertas en el 2013 por un grupo de voluntarios contando murciélagos hibernando en el búnker (una estructura que fue parte de una base Soviética nuclear abandonada cerca de Templewo en Polonia Occidental).


El hormiguero cercano al conducto de ventilación del búnker. 

Más tarde, Wojciech Zechowski, del Museo e Instituto de Zoología de Varsovia, Polonia, y sus colegas, entraron aquel espacio para estudiar las hormigas de manera más atenta.

Se dieron cuenta que éstas habían construido un nido en el piso de terracota del búnker –muy cerca de un conducto de ventilación. Mirando hacia arriba del ducto de 5 metros, se dieron cuenta de dónde provenían los individuos del habitáculo.

Un nido de madera de 60 centímetros descansaba en el suelo forestal al borde de la salida del conducto. Pero como su tapa de metal estaba carcomida, las hormigas caían accidentalmente de vez en cuando.


Tubo de ventilación.

Era, en consecuencia, un ticket sin retorno para quien cayera sin intención en el búnker. Se observó que podían escalar sus 2,3 metros de altura pero Czechowski y sus colegas se dieron cuenta que –por alguna razón– las hormigas nunca cruzaban el techo, por lo que era imposible que alcancen el tubo de ventilación para volver a casa.

“Se juntaron e hicieron lo que las hormigas hacen: construir un nido y trabajar”, dice a Newscientist Terry McGlynn, un entomólogo de la Universidad del Estado California. El nido cubre hoy más del piso que una cámara que mide tres metros por uno.

Czechowski y sus colegas buscaron algún recurso alimentario que las hormigas pudiesen usar, pero no hallaron uno. En cambio, parecía que la hambruna les daba una oscura muerte. Se halló cadáveres de ellas alfombrando el suelo en capas algunos centímetros gruesa, un aproximado de 2 millones insectos muertos.


Al fondo, el hormiguero de la colonia de este estudio. 

Sin comida, las hormigas del búnker posiblemente mueran a una frecuencia más rápida que las de la superficie, creen los científicos. Pero al haber un fuerte flujo de llegadas accidentales, la colonia ha crecido a un tamaño considerable.

Todo esto explica la naturaleza de este nido. Al buscar los científicos algún apareamiento, no lo hallaron mucho menos larvas o capullos. Tampoco tenían reina. Se trata de un nido extraordinario que la ‘clase trabajadora’ construyó por mero instinto.

El instinto de las hormigas puede llegar a niveles complejos. Un estudio publicado por Nature Communications demostró cómo las hormigas locas de cuernos largos utilizan complicadas estrategias de cooperación y cambio de roles en un equipo. Al transportar un objeto mucho más grande, un grupo de ellas empuja el mismo, mientras otras, simultáneamente, van corrigiendo la dirección de sus compañeras.

Daniel Meza

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