Cuando la industria azucarera compró a científicos de Harvard

Documentos recientemente publicados revelaron que un grupo empresarial azucarero, la Fundación de Investigación del Azúcar (SRF), financió estudios que minimizaron el rol del azúcar en las enfermedades del corazón, señalando a la grasa como la principal culpable de estos males. Según el reciente reporte de JAMA Internal Medicine, el objetivo de aquellos estudios sesgados fue mejorar la reputación de la sacarosa ante el ojo público.

“Fueron capaces de manipular la discusión de azúcar por décadas”, dijo Stanton Glantz, profesor de medicina de la Universidad de California, EE.UU, y principal autor del revelador trabajo

Los documentos mostraron que el citado grupo comercial, (hoy llamado Asociación del Azúcar), pagó a tres científicos de Harvard el equivalente a unos 50.000 dólares realizar este estudio tendencioso.

La información usada en esta investigación fue escogida por el grupo, y el artículo fue publicado en el prestigioso New England Journal of Medicine.

La investigación se basó en miles de páginas de correspondencia y documentos que se hallaron en Harvard y la Universidad de Illinois. Estos mostraban que en 1964, John Hickson, un alto ejecutivo azucarero, hablaba con socios de “modificar la opinión pública a través de nuestras investigaciones e informaciones y programas legislativos”.

Los científicos de Harvard y los ejecutivos del azúcar involucrados ya no viven. Uno de los científicos pagados por la industria fue Mark Hegsted, quien llegó a estar a cargo del área de nutrición del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Allí, en 1977, ayudó con las recomendaciones dietéticas del gobierno. Otro fue Fredrick Stare, jefe del departamento de nutrición de la Universidad de Harvard.

El trabajo fue publicado en un tiempo en que las publicaciones especializadas no pedían cuentas y fuentes de financiamiento a los autores de los trabajos. El New England Journal of Medicine recién empezó a hacerlo en 1984.

Según Glantz, las investigaciones son importantes porque el debate sobre el azúcar y las grasas saturadas continúa. Por muchas décadas, autoridades de salud animaron a los estadounidenses a reducir su consumo de grasa, lo que no evitó que estos consumieran productos altos en azúcar. Esto último es señalado actualmente como una de las causas de la crisis de la obesidad.

Actualmente, las advertencias sobre grasas saturadas son la piedra angular de las directrices dietéticas del gobierno estadounidense, aunque recientemente la Asociación Americana del Corazón, la Organización Mundial de la Salud y otras autoridades empezaron a advertir sobre el peligro del exceso del azúcar en lo que se refiere a enfermedades cardiovasculares.

La catedrática de nutrición de la Universidad de Nueva York, Marion Nestle, indicó en un editorial que acompañó al estudio de JAMA, que es una evidencia contundente de las intenciones de la industria azucarera. “Es terrible; no siempre se ve este tipo de cosas”, dijo.

El año pasado, un artículo del New York Times reveló que la Coca Cola financió con millones de dólares a investigadores para minimizar el rol de bebidas azucaradas en la obesidad. En junio, la AP reportó que fabricantes de golosinas pagaron un estudio que decía que niños que comían caramelos perdían más peso que los que no.

Daniel Meza

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