Cómo un científico soviético creó a los primeros zorros domésticos

En solo cinco décadas, un experimento en Rusia consiguió modificar genéticamente a zorros hasta domesticarlos, algo que los antiguos humanos hicieron en perros durante miles de años.

En su criadero de Novosibirsk, el genetista Dmitry Belyaev reprodujo selectivamente a cientos de zorros por varias generaciones. El resultado fue algo nunca antes visto: un zorro domesticado. El objetivo de Belyaev, informó la BBC, fue recrear el proceso en el que los hombres gradualmente convirtieron perros salvajes en compañeros de trabajo y amigos, y aprender algo de este mecanismo de domesticación.

Para hacer esto, eligió a los zorros más dóciles que pudo hallar de granjas peleteras en toda Rusia. Luego los reprodujo en generaciones sucesivas, siempre escogiendo a los individuos menos díscolos o huraños. Esto es muy similar a lo ocurrido con los perros, que fueron escogidos por comportamientos deseados o agricultores que escogían a las semillas más resistentes con mayores rendimientos.

Resultó que la domesticación de zorros, que se había iniciado en 1950, funcionaba. Para el 2000, todos los zorros del criadero de Belyaev presentaban importantes cambios en su comportamiento: movían sus colas y reaccionaban positivamente ante las personas y no tenían la agresividad de animales silvestres. Les gustaba ser tratados como mascotas, lamían a quienes los acariciaban, entre otras cosas que solo muestran los perros modernos sin entrenamiento alguno. Todo se debió a la manipulación genética.

También cambiaron su apariencia: sus orejas se hicieron más flexibles, sus piernas, colas y hocico más cortos y su cráneo más amplio. Sus patrones de reproducción también cambiaron, ya que podían aparearse en cualquier momento del año e incluso sus camadas eran mayores.

Las razones se deben a cambios neurológicos y endocrinológicos forjados en los zorros a través de la reproducción selectiva, de acuerdo un estudio de Lyudmila Trut, del Instituto de Citología y Genética de la Academia Rusa de Ciencias, quien hoy supervisa el criadero desde que Belyaev murió en 1985.

 Esta investigación demostró además que, comparados a zorros salvajes, los animales domésticos mostraron distintos niveles de algunos químicos en sus cerebros. Por ejemplo, sus glándulas suprarrenales no son tan activas, pero tienen niveles más altos de serotonina. Este monoamina neurotransmisora, dice el trabajo, disminuiría el comportamiento agresivo.

Las alteraciones físicas son un subproducto de la selección. Las orejas más flexibles, por ejemplo, se deberían a la desaceleración de las glándulas suprarrenales y otros cambios físicos a distintos niveles hormonales ligados a comportamientos más deseables.

El experimento de Belyaev demuestra y confirma las teorías de domesticación –los humanos torcimos la evolución de otras especies a nuestro favor. Asimismo, se confirmó que el proceso de domar especies no solo afecta el comportamiento de los domados, sino también sus apariencias y estilos de vida.

Hace poco, un estudio determinó que el pollo moderno -un alimento común en distintas partes del mundo- alcanzó su forma definitiva en Europa durante una reforma benedictina en el año 1000. Asimismo, recientemente un trabajo demostró cómo los perros, además de ser más mansos que los lobos, demostraron ser más prudentes al momento de tomar riesgos. 

Daniel Meza

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