Material milagroso podría acabar con gases de invernadero

Según un equipo de investigadores, unos minerales hallados en Siberia hace más de 70 años tienen en realidad la misma estructura que los llamados compuestos organometálicos, lo que los convierte en posibles almacenes de combustible y hasta en eliminadores de gases de efecto invernadero.
En 1942, en una mina siberiana, a 230 metros de profundidad bajo el permafrost (capa de suelo congelado) de la zona, dos extraños materiales metálicos fueron descubiertos: la stepanovita fue hallada por el geólogo ruso Pavel Ivanovich Stepanov, mientras la zhemchuzhnikovita, por Yurii Apollonovich Zhemchezhnikov.
Sin tecnologías para su debido análisis, ambos materiales quedaron hasta hace poco en el olvido de la comunidad científica. Ya en el 2010, Tomislav Friščić, profesor asociado en el departamento de química de la canadiense Universidad McGill, revisó las descripciones estructurales de los materiales. Así, halló que eran similares a los compuestos organometálicos, materiales desarrollados artificialmente para el almacenamiento de combustible y la eliminación de gases de efecto invernadero.
Hasta ahora se creía que estos compuestos solo eran producibles en laboratorio y que no existían en la naturaleza.
Tras el avance de Friščić, un grupo de investigadores de la misma universidad se embarcó en la tarea de localizar a las muestras de Siberia que sirvieron para realizar las descripciones estructurales. Al analizarlas, se corroboró lo establecido por Friščić. Los resultados de la investigación fueron publicados por la revista Science Advances.
Estos compuestos pueden servir como esponjas moleculares para absorber gases como el hidrógeno y el dióxido de carbono y así acabar con el exceso de este último durante cientos de años, mientras el oxígeno fluye libremente en nuestra atmósfera y la amenaza del calentamiento global queda en el olvido.
A estas propiedades, se suma la capacidad de los compuestos organometálicos para almacenar combustible. En 1999, una muestra de este material fue desarrollada en un laboratorio de la Universidad de California por el químico de Berkeley Omar Yaghi, uno de los uno de los pioneros en el campo. El elemento llegó a contener hasta 2.300 metros cuadrados de los referidos gases por gramo aunque, lamentablemente, es tan frágil que se derrumba ni bien el gas es sacado de su interior. Este último aspecto viene siendo estudiado por una empresa química que pretende usar estos materiales con fines comerciales.
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