El revolucionario injerto de rodilla en base al cartílago de la nariz

Por primera vez, médicos suizos de la Universidad de Basilea han logrado un exitoso injerto cartílago en las rodillas, proveniente del cartílago de la nariz, según un estudio publicado ayer en The Lancet. El desgaste del tejido conjuntivo en las articulaciones de la rodilla puede ser un proceso natural o darse a raíz de un traumatismo, generando dolor y hasta osteoartritis. Hasta ahora, la medicina solo había logrado injertar o inyectar células de cartílago de la rodilla de un cadáver o de una articulación sana del propio paciente; o, en todo caso, crear pequeñas roturas en el hueso subyacente a la rodilla, con la esperanza de se liberen células progenitoras que restauren el cartílago.

Sin embargo, durante la última década, investigadores médicos han venido explorando la capacidad de las células del cartílago de la nariz para formar nuevo tejido en la rodilla, capaz de soportar la carga mecánica de su articulación de la rodilla. La terapia más avanzada venía siendo la basada en la inserción de condrocitos articulares, aunque no aseguraba resultados positivos. En comparación con esta, el injerto de condrocitos derivados del septum nasal tiene mayor capacidad de generar tejidos de cartílago hialino, con plasticidad suficiente para adaptarse al entorno de la articulación. El objetivo fue evaluar si los injertos autólogos (en que lo que se injerta ex extraído del cuerpo mismo del paciente) de cartílago nasal permiten una restauración segura y funcional de los defectos del cartílago de la rodilla.

El primer ensayo con humanos de esta técnica incluyó a diez pacientes lesiones post-traumáticas sintomáticas del cartílago, en el total de su espesor (2-6 cm2) en el cóndilo femoral o tróclea. Los condrocitos aislados de una muestra de 6 mm del septo nasal de cada paciente se expandieron y cultivaron sobre membranas de colágeno (de 30x40 mm) para soportar injertos de cartílago. Estas membranas fueron implantadas en las lesiones a través de mini-artrotomías (mínimamente invasivas) y evaluadas luego hasta 24 meses después de la cirugía, con resonancias magnéticas.  

No se observaron reacciones adversas y los niveles de dolor de rodillas, la funcionalidad de la misma y la calidad de vida de los pacientes mejoraron significativamente. Las evaluaciones radiológicas indicaron grados variables de reparación de las lesiones y se advirtió el desarrollo de tejido de reparación con una composición cercana a la del cartílago nativo.

De acuerdo con el equipo investigador, los resultados son prometedores como para justificar un ensayo en 108 pacientes en cuatro centros clínicos diferentes, lo cual ya se puso en marcha.

Hans Huerto

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