Schiaparelli complica el futuro de misiones europeas en Marte

Aún no queda claro para los ingenieros de la Agencia Espacial Europea (ESA) qué salió mal con el módulo de aterrizaje Schiaparelli en Marte. Una información clara al respecto le urge a la ESA pues la tecnología puesta a prueba en esta misión deberá servir, en teoría, a la nueva incursión en tierras marcianas que planea la agencia para el 2021. En ese entonces, la ESA proyecta desplegar en el suelo de Marte un rover de seis ruedas, con el que explorará la composición y la actividad del terreno, en busca de pistas sobre la eventual existencia de vida.

El 19 de octubre, la misión Exo Mars pudo desplegar con éxito la sonda Trace Gas Orbiter (TGO), que actualmente orbita Marte recogiendo información sobre su atmósfera y que continuará en su labor por siete años. Pero la Schiaparelli perdió contacto con la base en Alemania un minuto antes de pisar suelo marciano. Según un informe de ESA, un desperfecto en su paracaídas y los retrocohetes que le servirían para estabilizar su movimiento originaron que descendiera en caída libre, desde unos 4 kilómetros de altura, a unos 300 km por hora. Por ello, ya se asume que la sonda quedó destruida con el impacto, aunque aún no se sabe a ciencia cierta cuál fue su destino.

No obstante, por el bien del futuro del programa espacial, es una prioridad que se esclarezca qué falló, pues la ESA debe persuadir a sus 22 estados miembros para cubrir un déficit de 300 millones de euros en el financiamiento total de la actual y la futura misión, equivalente a 1.500 millones de euros. A inicios de diciembre, los representantes de ESA tratarán de probar que los fondos que reciben no son inversiones perdidas. Pero además deberán cargar con el fracaso que supuso la misión 2003 llamada Beagle-II, que tuvo resultados similares a los de la Schiaparelli.

La obtención de fondos para el ExoMars "es realmente más importante que nunca, si Europa quiere ser visto como protagonista de la exploración de nuestro sistema solar", dice a Science David Southwood, del Imperial College de Londres, que fue director de la ciencia de la ESA desde 2001 hasta 2011.

Para ello, se deberá resaltar el éxito que puede suponer la TGO, que empezará el próximo mes a rastrear el origen de las emanaciones de metano en la atmósfera marciana, a fin de determinar si provienen de una fuente geológica o biológica. En marzo de 2017, comenzará su inmersión en la atmósfera marciana, ralentizando su órbita para profundizar su registro científico hacia fines de año.

Mucha de la tecnología usada en la Schiaparelli se viene mejorando para el rover a ser lanzado en 2021. La coraza que rodeará al vehículo le servirá para reducir su velocidad de caída y será construida por Rusia, que se ha sido asociado a la ESA en el programa ExoMars desde que la NASA se retiró en 2012. El paracaídas en 2021 será del mismo tipo pero se desplegará en dos fases: una pequeña seguida de una mucho mayor, con un dispositivo de 35 metros de diámetro (el de la Schiaparelli midió 12 metros).

Science cita a entusiastas como Southwood dicen que la ESA tiene que seguir el ejemplo de la NASA, que, a pesar de una serie de fallos de la misión a Marte en la década de 1990, se mantuvo tenazmente en ello.

Hans Huerto

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