Chimpancés bonobos también sufren de la vista al llegar a los 40

Un estudio publicado en Current Biology halló que los chimpancés bonobos mayores –a medida que envejecen— desarrollan la hipermetropía, condición por la cual se les hace más difícil el acto de rebuscarse las pulgas o acicalarse entre sí. El descubrimiento sugiere por primera vez que la presbicia (pérdida de capacidad del cristalino de enfocar) no es un problema exclusivo de los seres humanos, ni es una consecuencia de los estilos de vida modernos.

Desafortunadamente los bonobos no pueden usar gafas como los humanos, pero en su ausencia estos primates compensan las fallas de visión enfocándose en objetivos más lejanos. Los hallazgos, hechos a una colonia de bonobos en Wamba, en la República Democrática del Congo, demostraron además que, a medida que envejecen, los humanos y los bonobos sufren del deterioro de su capacidad de ver casi en la misma medida. Esto solo sugiere que hay un inevitable ancestro común de simios y humanos, mientras que pierde peso la creencia de que el desgaste se debe a mirar mucho a los libros o pantallas de computadoras.

El equipo, liderado por Heung Jin Ryu del Instituto de Investigación de Primates en la Universidad de Kioto, Japón, halló el deterioro al comprobar que los simios, conforme se hacían más viejos, se alejaban más de sus objetivos.

 


La pérdida de visión de los bonobos comparada con la de los humanos.

 

El estudio indica que los más jóvenes, bajo 30 años, se enfocan a 10 centímetros cuando se acicalan entre sí, pero al llegar a los 40, la distancia se duplica hasta 20 centímetros para continuar incrementándose rápidamente. A los 45 años, es posible que un individuo practique este acicalamiento desde más de 40 cm. Un registro de video del 2009 de Ki, un bonobo cuya edad es de 35 años, sugirió que en 7 años, las referidas distancias aumentaron entre 12 cm y 17 cm —evidencia de que sus ojos empeoraron gradualmente con la edad. Además de los problemas citados, los bonobos más viejos tendrían mayor dificultad en ver a través de la oscuridad, un factor de supervivencia importante en los sombríos bosques tropicales.

Esto, para Ryu, indica que el deterioro en humanos es natural e inevitable. El científico incluso cree que la condición sería universal para los mamíferos, aunque la mayoría de estos mueren cuando empiezan a padecerla. Las especies que más sufren de la vista tienden a ser las más sociables, como los grandes simios, elefantes y ballenas, aunque también se reportaron casos entre macacos Rhesus.

Ahora, científicos quieren saber qué ocurre cuando la distancia de enfoque supera al alcance de los chimpancés. Asimismo, esperan aprender si otros tejidos humanos se deterioran de modo similar. Las investigaciones echarían luces sobre cómo y por qué los humanos han llegado a vivir tanto.

Un reciente estudio filogenético publicado en Nature demostró que la violencia de los seres humanos fue heredada de un ancestro común con los simios modernos. El trabajo halló que la violencia letal está “profundamente enraizada” en el linaje de monos, simios y el homo sapiens. Esto sugiere que “un cierto nivel de violencia letal en humanos surge de la ocupación de un lugar en clado mamífero”.

Los bonobos son una de las dos especies que componen el género de los chimpancés, a parte de los chimpancés comunes. A primera vista son muy similares a sus contrapartes, aunque suelen tener el rostro más oscuro, las orejas más pequeñas y las piernas más largas. En las selvas húmedas del África central se alimentan de frutos y hojas provenientes de los abundantes árboles.                

 

Daniel Meza

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