El excremento de estas aves, enemigo del calentamiento global

Un nuevo estudio afirma que el excremento de las aves marinas del Ártico ayuda a mantener las temperaturas frías en aquella región. Resulta que el amoniaco que despiden estos residuos —en reacción con ácido sulfúrico y vapor de agua—promueve la formación de una nube que baja las temperaturas de la atmósfera, según un artículo publicado en la revista Nature Communications.

En los últimos 50 años el Ártico ha dado muestras de dramáticos incrementos de temperatura, siendo la región donde más rápido se da el fenómeno del calentamiento a nivel global. Las estimaciones más pesimistas indicaron que en el 2017 el Océano Ártico podría estar completamente libre de hielo en el verano. El aumento de las temperaturas y el derretimiento del hielo en el Ártico, a su vez, tiene consecuencias a escala global. Sin embargo, la interacción entre la biota (como es el caso de las aves migratorias) y el medio ambiente no han sido al momento plenamente entendidos.

Entre los meses de mayo y setiembre, decenas de millones de aves migratorias —gaviotas, frailecillos (fraterculas), pardelas, charranes— convergen en el Ártico donde comen, se reproducen y producen cantidades masivas de residuos. Con el tiempo, el nitrógeno que estos últimos despiden se descompone volviéndose amoniaco, y se estima que las colonias emiten alrededor de 40.000 toneladas en la atmósfera cada año. Los investigadores sugieren que estas reacciones químicas en masa tienen un efecto importante en la formación de nubes.


Los pasos que explican por qué el excremento de aves marinas 'ayuda' al medio ambiente. 

 

Los detalles del proceso, observado en los territorios de Nunavut, Canadá, se resume de la siguiente forma: (1) las aves marinas consumen pescado, que son ricos en nitrógeno. (2) El excremento de estas aves, más conocido como guano, en consecuencia, contiene grandes cantidades de ácido úrico, una molécula que contiene nitrógeno. (3) El ácido úrico, a su vez, es descompuesto por microbios y convertido a amoniaco, lo que se libera a la atmósfera. (4) Las moléculas de amoniaco pueden agruparse con otros gases, principalmente ácido sulfúrico y vapor de agua, para formar partículas sólidas de aerosol. (5) Estas últimas generan nubes que relejan los rayos solares hacia afuera y evitan que caiga a las tundras. En consecuencia, alimentando estas nubes con amonio, las aves ayudan a mantener su hábitat fresco.

La ‘ayuda’ de las aves al enfriamiento del ambiente, sin embargo, no es suficiente para contrarrestar el calentamiento imperante. En los últimos cien años, la temperatura media de la atmósfera aumentó en 0,74°C en los últimos 100 años. El calentamiento además se acelera: su velocidad se duplicó desde 1979, y la imparable actividad humana —en las industrias o la contaminación— aumenta la energía térmica en todo el mundo. El fenómeno del calentamiento global también ha puesto en peligro a especies de animales: este año, desapareció un roedor australiano llamado Melomys rubicola por la elevación del nivel de los mares, siendo el primer mamífero en desaparecer por el fenómeno aumentado por la actividad humana. Pero no estamos hablando de una especie sola la que se puede ver afectada, sino de todo el reino animal: un estudio reciente mostró las rutas que seguirán las especies del mundo para salvarse de los azotes del cambio climático.

 

Daniel Meza

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