El agua más profunda de todas fue hallada 1.000 km bajo tierra

El agua más profunda hallada hasta el momento fue vista a 1.000 kilómetros bajo la superficie, en un descubrimiento que recuerda al océano subterráneo que Julio Verne imaginó en su clásico Viaje al Centro de la Tierra.
Para Steve Jacobsen —líder del equipo de la Universidad Northwestern de Illinois que realizó este estudio publicado en Lithos— “esto implica un reservorio de agua más grande de lo que se pensó previamente”. Esta es el agua más profunda de todas las vistas antes, y se ubica a un tercio del camino hacia el borde del núcleo terrestre. Su presencia fue indicada por un diamante expulsado unos 90 millones de años atrás por un volcán cercano al río São Luíz en Juina, Brasil.
El diamante tenía una imperfección —una inclusión o un espacio encerrado en el diamante— que contenía minerales atrapados durante la formación del mismo. Cuando los investigadores miraron más de cerca el diamante con microscopio infrarrojo, hallaron evidencia indiscutible de iones hidroxilo, los que vienen normalmente del agua.
Para descubrir la profundidad en que el diamante se formó —y en consecuencia los orígenes de esta agua— el equipo se fijó en la inclusión. Estaba hecha de un mineral ferropericlase, compuesto de hierro y óxido de magnesio, que puede también absorber otros metales como cromio, aluminio y titanio a altísimas temperaturas y presiones típicas del manto bajo.
Jacobsen notó que estos metales adicionales se desglosaron del ferropericlase, algo que ocurre cuando el diamante experimenta condiciones más tibias en profundidades menores. Pero para que todos los metales estuviesen presentes, el diamante debería haberse originado en las condiciones intensas de un manto más bajo. Esto, estimó Jacobson, significaba una profundidad de unos 1.000 kilómetros.
El factor decisivo es que la inclusión estuvo atrapada en el diamante todo el tiempo, y esta fue la señal de que el agua podría solo haber venido del lugar de la formación del diamante en el manto más bajo. “El gran mensaje de este hallazgo es que el ciclo del agua en la Tierra es mayor al que imaginábamos, extendiéndose al manto más profundo”.
El equipo de Jacobsen halló previamente evidencias de grandes cantidades de agua a 600 kilómetros bajo tierra, mezcladas con rocas. El científico reconoce que el agua tiene un rol en la actividad de las placas tectónicas, y es posible que haya existido desde el día uno de la Tierra, en el polvo y rocas que la formaron en su mismísimo origen.
Lo que aún no queda aclarado totalmente es cómo el agua del diamante llegó a esta profundidad. Podría haber ocurrido incluso antes de hace 90 millones de años, a través de cortezas oceánicas sedimentarias chocando hacia abajo como lo hacían las placas tectónicas primitivas unas contra otras. Jacobsen cree además que esta agua podría explicar por qué la Tierra es el único planeta del que se conocen placas tectónicas. El agua se mezcla con la corteza y queda atrapada en los bordes. La presencia del agua allí promueve el derretimiento y debilitamiento de las rocas, ayudando al movimiento de las placas. Se espera que esta investigación arroje más luces sobre cómo los océanos y la atmósfera se formaron.
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