Estos monos aprendieron a no discutir con sus hembras

Un equipo de primatólogos suizos demostró que los monos Diana machos no discuten en nada a sus hembras cuando se trata de alertar sobre amenazas cercanas, y confían en los avisos de estas últimas aun más que en su propio juicio. Al oír los gritos de alarma de las hembras, específicamente advirtiendo sobre el tipo de depredador que les acecha, los hombres responden de acuerdo a lo que les dice el llanto femenino. El artículo que detalla este comportamiento fue publicado en Current Biology.
Los monos Diana, primates apuestos que deambulan por las ramas de los árboles, son naturales del África Occidental y viven en grupos formados por un macho, el líder, y su harén de varias hembras y con sus respectivas crías. La comodidad de los machos no es gratuita: son los encargados de ahuyentar a los depredadores. Por otro lado, ambos sexos lanzan gritos de alerta para avisar a otros sobre peligros: pueden hacerlo porque otro grupo de monos se acerca, o por la caída de un árbol. Cuando se trata de un depredador, sin embargo, las alarmas son variables. Además del grito universal descrito anteriormente, aparecen dos tipos de llanto: uno de ellos se refiere a algo así como “peligro, Leopardo abajo”, y el segundo tipo se denota “peligro, un ave cazadora arriba”. Al oír una de estas dos señales, los monos prestan atención arriba o abajo, de acuerdo al tipo de alerta percibida, aunque también se ayudan de los sonidos emitidos por los propios depredadores, como gruñidos de algún felino o los gritos del águila coronada del África.
Para contrarrestar la amenaza, el macho carga contra el depredador, dando gritos en simultáneo. Idealmente, puede espantar al depredador, pero no siempre tiene éxito. Se trata de un comportamiento anti-depredador muy peligroso, en el que muchas veces el macho acaba en el nido del águila o las fauces del depredador terrestre de turno. Con esto se explica las considerables demoras que se toman los machos antes de empezar con los embates.
Los monos Diana son naturales del África Occidental.
En el estudio, los científicos intentaron comprobar la hipótesis de que los machos, si bien hacen sus propios llamados de alarma, no se acercan al depredador hasta que las hembras de su grupo empiezan con el llanto. Para ello, analizaron el comportamiento de 36 grupos de monos en Costa de Marfil. Les colocaron grabaciones de audio tanto de rugidos de leopardos como de chillidos de águilas, y luego observaron cómo actuaron los monos. Pese a que todos monos pudieron oír el ruido, fueron las hembras quienes alertaron primero del peligro. A veces, tomó casi un minuto a los machos hacer sus propios llamados de “Leopardo” o “Águila”. Una vez que el macho empezó a gritar, las hembras callaron.
En un segundo experimento, tras poner la grabación del depredador, colocaron adicionalmente ruidos de alarmas que grabado previamente de un grupo de monos Diana. Probaron a los machos y a las hembras de modo independiente, poniéndoles grabaciones del sexo opuesto. Algunas veces, los llamados de alarma coincidían con el depredador en la grabación; otras, no.
Los científicos hallaron que las hembras siempre hicieron llamados coherentes con el tipo de depredador que escucharon, mientras que los machos emitieron sus gritos en coherencia con los gritos de las hembras, sin importar qué tipo de depredador escucharon. Si un macho oía a las hembras gritando “Águila, Águila”, el respondía con “Águila” también, no importando el hecho de que previamente podían haber escuchado el rugido de un leopardo.
Los autores no dudan de que el macho sea capaz de identificar correctamente al depredador: el motivo que
le hace ir en contra de su propio juicio, creen los científicos, es su necesidad de impresionar a las hembras. Para los autores del trabajo, el referido comportamiento es una forma de reafirmar su posición como único macho del grupo, estatus que depende altamente de la aceptación de hembras. Si el macho demuestra que brindará a las hembras todo lo que estas piden, como mostrarse dispuesto a pelear contra leopardos o águilas, entonces podrá permanecer en el grupo. Esto, si no acaba siendo devorado, claro.
La preferencia de las hembras por machos osados no exclusiva de los monos Diana. Un estudio reciente determinó que las hembras de los monos vervet prefieren más a los machos que se envuelven en peleas con otros y desdeñan a los más pacíficos.
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