Hongos alucinógenos ayudan a los pacientes con cáncer a lidiar con el miedo a la muerte

Dos estudios publicados hoy en el Journal of Psychopharmacology, de los que da cuenta Science, profundizan en la investigación del uso de la psilocibina, el potente compuesto alucinógeno presente en los hongos psicodélicos, para el tratamiento de la ansiedad y el miedo a la muerte en pacientes de cáncer.
En ambos trabajos, el viaje alucinógeno fue combinado con varias sesiones de psicoterapia para surtir el efecto deseado en los participantes. En el primero, conducido por la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, 51 pacientes con cáncer recibieron dos dosis de la droga con 5 semanas de diferencia, una relativamente alta y una tan baja que era poco probable que tuviera ningún efecto. En el segundo estudio, de la Universidad de Nueva York (NYU), 29 pacientes recibieron aleatoriamente psilocibina o niacina, un compuesto con el que comparte algunos efectos farmacológicos secundarios y que carece de propiedades alucinógenas. Siete semanas más tarde, los pacientes recibieron el otro compuesto.
En ambos estudios hubo efectos positivos en los pacientes que incluso fueron observables en meses posteriores. En el de Johns Hopkins, cerca del 60% de participantes aún mostraban niveles normales de depresión y ansiedad 6 meses después. Mientras que entre los participantes que recibieron la dosis alta en el segundo estudio, el 83% reportó sentir significativamente menos depresión y el 58% reportó menos ansiedad después de 7 semanas. Entre quienes recibieron niacina, solo el 14% reportó menos ansiedad y menos depresión.
Aunque los estudios no han podido explicar claramente aún cómo es que esta sustancia aminora la ansiedad y la depresión, sí se observó en ellos que los pacientes que tuvieron “una experiencia mística más fuerte” mostraron un mejor resultado, independientemente de si eran o no religiosos, según Stephen Ross, que lideró la investigación de la NYU.
De acuerdo con el profesor de psiquiatría y neurociencias de John Hopkins, Roland Griffiths, quien dirigió el estudio, muchos pacientes de cáncer sufren de depresión y ansiedad severas tras recibir su diagnóstico e incluso luego de superar la enfermedad. Una de las participantes en el experimento de la NYU, Dinah Bazer (69), supo que tenía cáncer de ovario en 2010. Tras curarse, la ansiedad y el miedo por que el mal pudiera rebrotar “controlaba y arruinaba mi vida". No obstante, tras consumir la psilocibina, Bazer —que se confiesa atea— señaló que "esta droga me salvó la vida”. Ella señaló en la investigación que experimentó "estar bañada en el amor de Dios" durante horas después de tomar psilocibina. "No tenía otra forma de describir esta increíblemente poderosa experiencia […] Creo que esto fue algo que sucedió en mi cerebro".
Ya a mediados del siglo pasado la comunidad científica había empezado a estudiar los efectos en la percepción, el dolor y la depresión de los psicoactivos, como los hongos alucinógenos y el LSD. No obstante, la masificación de su uso recreacional en los sesentas se trajo abajo una serie de investigaciones que empezaban a progresar, a raíz de una serie de normativas y prohibiciones que satanizaron estas sustancias en el ambiente científico. Uno de los principales portavoces del consumo recreacional de estos psicotrópicos fue precisamente Timothy Leary, psicólogo que condujo en aquel entonces el Harvard Psilocybin Project, en la universidad del mismo nombre, y que acabó como guía espiritual y promotor del consumo de alucinógenos para un sector de la juventud estadounidense en la primavera hippie. Alguna el entonces presidente Richard Nixon lo llamó “el hombre más peligroso de América”.
Que los resultados coincidan en ambos estudios es alentador, pero aún los investigadores deben asegurarse de buscar evidencia más concreta que el autoexamen o la apreciación subjetiva que pruebe los efectos positivos de la sustancia.
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