La verdadera dieta Paleo tenía más vegetales de lo que crees

La dieta Paleo —supuestamente, la dieta de los cavernícolas o los hombres del Paleolítico— tiene como principio que el alto consumo de proteína animal magra —carnes— sumado al de frutas y verduras, como complemento para otorgar sensación de llenura, no solo conduce a la pérdida de peso sino también aleja a la diabetes y a las enfermedades coronarias.
No obstante, una reciente investigación arqueológica en Israel y publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha revelado que nuestros antepasados tenían en su dieta muchos más vegetales de los que pensábamos. Incluso, se ha descubierto que en algunos niveles su dieta era más variada que la de varias poblaciones en la actualidad, pues recurrían a algunas especies vegetales que hoy no son consideradas comestibles.
La creencia en que la dieta del hombre prehistórico estaba principalmente compuesta por carnes se basaba en que en los hallazgos arqueológicos de asentamientos humanos la mayoría de restos encontrados que indicaban cómo habrían sido los hábitos alimenticios de estas poblaciones consistían en huesos destrozados de animales.
No obstante, el sitio de Gesher Benot Ya'aqov en el norte de Israel proporciona algunas de la primeras pruebas directas de lo que las plantas representaron en el menú regular de los primeros seres humanos. El sitio fue ocupado hace 780.000 años, probablemente por Homo erectus o una especie muy estrechamente relacionada, y ahí las inundaciones anuales ayudaron a preservar los restos de carne y vegetales consumidos por los lugareños.
Para determinar cuál era la variedad alimenticia de la población, Yoel Melamed y Naama Goren-Inbar de la Universidad Bar-Ilan en Ramat Gan, Israel, y sus colegas, recopilaron datos sobre la diversidad y abundancia de restos vegetales en el lugar durante los períodos en que hay evidencia de actividad humana. Asimismo, hicieron lo propio para los marcos de tiempo en que no hay pruebas de que los seres humanos estuvieran presentes. Al comparar los dos conjuntos de datos, se pudo concluir que los humanos en el lugar estuvieron recolectando en buena medida las plantas de su entorno.
Recolectaban no menos de 55 tipos diferentes de plantas, entre estas nueces, frutas, semillas y tallos subterráneos. Por lo que no extraña que, como hallaron los arqueólogos, los juncos y las bellotas y castañas tostadas hayan sido parte de la dieta habitual de estos seres. Asimismo, las semillas del cardo y las aceitunas eran buscadas como fuente de aceites, mientras que los nenúfares y las aneas, por sus semillas y raíces ricas en almidón.
Los restos, incluso, han llegado a revelar que los humanos ahí comían el cerebro de los elefantes, por lo que Goren-Inbar señala que "la dieta humana moderna está claramente restringida en comparación con la dieta de los homínidos tempranos o incluso con la de los primeros agricultores". La búsqueda de la variedad, señala el equipo, se debió a que era necesario asegurar un suplemento rico en diversos nutrientes a lo largo de todo el año, por lo que recurrir a diferentes especies estacionales fue casi un deber.
Aun así, los arqueólogos hacen hincapié en que esta población prehistórica difícilmente haya sobrevivido saludablemente consumiendo solo plantas, para resaltar la importancia de la carne en su dieta.
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