El curioso caso de un mono que intentó tener sexo con una cierva

Un ejemplar de macaco japonés, también conocido como macaco de cara roja, fue observado y grabado intentando tener sexo con una cierva sica en el hábitat de ambos, en la Isla Yakushima en Japón, en un ejemplo inusual de apareamiento entre especies muy distintas.

Se trata de apenas el segundo caso grabado de relaciones sexuales entre especies marcadamente distantes. Los macacos japoneses y el sika tienen generalmente una relación simbiótica, donde el ciervo come frutas que los monos hacen caer de los árboles, mientras que los monos acicalan al ciervo y hasta a veces se trepan a sus espaldas para montarlos como como si fuesen caballos —sin intención sexual.

Un reciente trabajo, publicado en la revista Primates, muestra en un video cómo uno de los referidos monos monta de forma sexual hasta a dos ciervos hembras. Una de las ciervas escapó rápidamente, pero una segunda no aparentó incomodidad, y curiosamente hasta lamió su espalda, donde el mono eyaculó.

Este individuo —describe el reporte— mostró un comportamiento sexual muy claro hacia varias ciervas; algunas intentaron huir, mientras que otras aceptaron que las monte, describe el trabajo de los biólogos.

La científica Marie Pelé, autora principal basada en la Universidad de Strasbourg en Francia, descartó que se trate de una actitud ambigua indicando “es claramente un acto sexual”.

El macaco, para Pelé, era un mono sin grupo, en otras palabras, un mono de baja jerarquía. Posiblemente se trataba de un mono periférico o pertenecía a un grupo de machos periféricos. Además del acto, se pudo apreciar cómo el mono resguardaba a “su cierva” espantando a otros machos que se acercaban a ella (puedes ver todo esto en el video).

El otro caso reportado sobre sexo entre especies muy distantes fue el 2014, aunque fue algo más macabro. En aquel entonces, una investigación mostró cómo un grupo de lobos marinos obligaban a unos pingüinos rey en la Antártida a mantener relaciones sexuales. Los lobos marinos, machos, sorprendentemente asaltaban a los pingüinos, tanto machos como hembras, los montaban y en algunos intentos exitosos los penetraban. Después, en ciertos casos, los devoraban.

Los científicos indicaron que es posible que la falta de participación en el apareamiento del mono podría ser la explicación para este comportamiento. También se consideró la posibilidad de que el macho estuviese aprendiendo a aparearse, o que haya cometido un error al no reconocer que la cierva era una especie distinta.

 

Daniel Meza

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