Las aves también pueden ser muy egoístas

Turdoides árabes centinela. BMC Ecology / Flickr
Ornitólogos israelíes demostraron que la aparición de un centinela en una bandada de aves, comportamiento que es considerado como una muestra de altruismo del reino animal, puede ser al mismo tiempo una conducta egoísta bastante común, ya que el patrullaje solo resulta útil para el propio centinela. El artículo de la investigación fue publicado por la revista Royal Society Open Science.
Son muchos los animales grupales que tienen un centinela para defenderse de los depredadores. Mientras los demás miembros del grupo se ocupan de sus quehaceres, el centinela emite gritos de alarma cuando acecha el peligro. Este comportamiento, a todas luces altruista, es hoy cuestionado y hasta completamente descartado como tal.
Los autores de la investigación estudiaron el comportamiento de los turdoides árabes (Turdoides squamiceps), aves paseriformes que son parte del orden de los “pájaros cantores”, y que habitan el Medio Oriente. Estas aves viven en grupos de hasta veinte individuos con jerarquías establecidas territorialmente. En ocasiones, los miembros de rango bajo escapan del grupo para convertirse en aves ermitañas. Para los ornitólogos era sabido que los turdoides establecían un centinela para escanear el entorno en busca de depredadores, en especial, de aves rapaces. Todo ese comportamiento grupal estaba claro, pero hasta ahora nadie se había ocupado de estudiar a los turdoides que decidieron vivir en solitario.
Resulta que los ermitaños también observan su entorno tal como lo haría un centinela, y también emiten un grito de alarma cuando aparece el peligro, aunque ese llamado no lo escuche nadie más que el propio depredador. Los científicos sugieren que justamente en ello radica la razón de este comportamiento: el ermitaño, a todas luces, no está alertando a nadie con su grito. Si el depredador entiende que su acercamiento ha sido notado por el ave, es más probable que desista de atacar y se vaya a buscar presa en otra parte.
Esta suposición se confirma indirectamente, ya que cuando está en grupo, el grito del centinela es acompañado por los gritos de los demás miembros de la bandada.
Sin embargo, los autores señalan que esta conclusión no debe extenderse a todos los animales que presenten un centinela. Por ejemplo, en el caso de los suricatos, está demostrado que, cuando el grupo tiene varios cachorros entre sus miembros, los centinela se dedican a vigilar los alrededores por períodos más prolongados.
Sofía Dolotovskaya
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