Un cachorro de labrador de color verde nació en el Reino Unido –te contamos por qué

La coloración verde de la cachorra, que resultó ser la única hembra de una camada de cinco labradores de color hueso, se generó por el contacto prolongado con el pigmento biliverdina, cuya presencia en la placenta es perfectamente normal. El pelaje de muchos cachorros recién nacidos contiene este pigmento en distintas cantidades, pero con el paso de las semanas este se limpia solo, sin perjudicar su salud. A pesar de esto, el nacimiento de cachorros de color verde es muy poco frecuente (aunque no pasan desapercibidos para la prensa) por la simple razón de que la mayoría de perros tienen un pelaje oscuro y resulta casi imposible detectar la presencia de la pigmentación verdosa, en caso la tuvieran. Para que este pigmento se note a la vista, es indispensable que se presenten dos factores al mismo tiempo: que el pelaje del cachorro sea de color claro y que este haya tenido suficiente contacto con la biliverdina durante el periodo embrionario (que tampoco sucede con frecuencia). Cuando estas dos causas se alinean, la biliverdina hace su magia. Pero para saber cómo es que el pigmento llega a la placenta del cachorro, siga leyendo a continuación.
En los mamíferos, como en la mayoría de vertebrados, la biliverdina es un producto intermedio de la degradación de la hemoglobina. Cuando se termina el ciclo de vida de los glóbulos rojos (que dura alrededor de 120 días) o estos se dañan por alguna razón, los macrofagos del bazo los atrapan y destruyen. Las moléculas liberadas en este proceso se dividen en dos categorías: las proteicas y las no-proteicas (cofactor). El rol de las moléculas no-proteicas está en la parte “hemo”: un compuesto orgánico macrocíclico (porfirina), que guarda en su anillo un átomo de hierro, el transportador del oxígeno.
Molécula de hemoglobina (los hemos se muestran en color verde). Wikimedia Commons
La porción proteica de la molécula, como sucede con cualquier otro péptido, se “digiere” como una proteasa, mientras que el destino del compuesto “hemo” tiene un proceso más complejo. Primero, los macrófagos se oxidan con la ayuda de la enzima hemo-oxigenasa, que lo acompaña cuando se rompe del anillo, liberando hierro y produciendo un cambio de color de rojo a verde. Así es como se obtiene la biliverdina. Luego, la reductasa de la biliverdina convierte estas células en un pigmento amarillo llamado bilirrubina (que a su vez es la responsable de la ictericia y la coloración amarillenta de la esclerótica cuando se padece del hígado). A su vez, la sangre transporta este pigmento hacia el hígado, donde se conjuga con el ácido glucurónico para hacerse soluble al agua y pasar al intestino junto con la bilis.
La microbiota intestinal separa los compuestos del ácido glucurónico y convierte la bilirrubina en urobilinógeno. Una parte de esta se absorbe en la sangre y los óxidos restantes se eliminan a través de la orina, de ahí su color amarillo. La otra parte permanece en el intestino para convertirse en estercobilinógeno y estercobilina, en ese orden, para luego ser excretado por las heces, otorgándole su color característico.
Conversión de hemo a biliverdina y bilirrubina. Wikimedia Commons
¿Qué tiene que ver la placenta en todo esto? Sucede que los microfagos no solo degradan la hemoglobina en el bazo, sino que lo hacen en cualquier parte del cuerpo en donde se deposita la sangre, con la posterior formación de biliverdina y bilirrubina. Es mediante este proceso, por ejemplo, que los moretones cambian gradualmente de color hasta llegar a un tono amarillento y verdoso.
La estructura de la placenta de los perros, y de algunos otros animales que cargan más de un feto durante la preñez, tiene una característica particular. Los bordes del útero en la cavidad uterina están llenos de sangre materna, en las cuales se sumergen las vellosidades coriónicas (estructuras en la composición de la placenta que permiten el intercambio con el feto de gases, nutrientes y productos del metabolismo). Una parte de esta sangre termina dentro de la placenta, junto con la ya mencionada biliverdina, que también se deposita ahí. Esta la razón por la cual la placenta de los perros suele tener un color verdoso. Finalmente, si el pigmento hace contacto con el pelaje del cachorro durante su desarrollo intrauterino, o incluso durante el nacimiento, este tendrá un inconfundible color verde, tal como sucedió con la cachorra de Chorley.
Por cierto, la cachorra fue bautizada como Fifi, en honor a la princesa Fiona de la película Shrek.
Oleg Lishuk
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