Los ancestros de las aves y los cocodrilos eran vivíparos

Hembra de dinocéfalos preñada (Dinocephalosaurus), según la representación del artista. Dinghua Yang & Jun Liu / Nature Communications, 2017
 

Un equipo internacional de científicos descubrió que los restos del dinocéfalo encontrado algunos años atrás en China pertenecen a una hembra que murió preñada. Se calcula que su antigüedad es de 244 a 245 millones de años. En estos nuevos estudios, los paleontólogos confirmaron que unos pequeños fósiles, también encontrados dentro de este ejemplar adulto, son en realidad sus propios embriones. Según los autores, esta sería la primera evidencia científica que demostraría que los ancestros de las aves y los cocodrilos contemporáneos fueron animales vivíparos, es decir, animales que se desarrollan dentro del vientre materno. La investigación fue publicada en Nature Communications. 

Los dinocéfalos son una especie de reptiles carnívoros que habitaron las aguas marinas superficiales durante el período Triásico intermedio (247-242 millones de años atrás). Una de sus características principales es la presencia de un cuello largo que le permitía tender una emboscada a su presa. Los dinocéfalos están relacionados con los arcosauromorfos ("forma de lagarto dominante"), con quienes también están relacionados los cocodrilos y las aves contemporáneas. Hasta hace poco, se creía que en la reproducción de los arcosauromorfos (tanto los extintos como los contemporáneos) el parto casi no estaba presente y, por el contrario, debía darse mediante la maduración de huevos. 

Los restos de la hembra preñada fueron encontrados en 2008 en la provincia de Yunnan, al sur de China. Durante los estudios del fósil, los científicos descubrieron que en la parte de la barriga se conservaron también algunos restos fósiles de vértebras cervicales y extremidades superiores, pero de un tamaño mucho menor. 

Los autores de la investigación compararon la estructura anatómica de los restos de los dinocéfalos y llegaron a la conclusión de que ambos pertenecen a la misma especie, es decir, son sus crías. Con esto descartaron la posibilidad de que se traten del último alimento ingerido por el dinosaurio hembra. Además, calcularon el tamaño del embrión: su longitud era el 12% de la longitud del cuerpo materno. Los fósiles de menor tamaño estaban extendidos hacia adelante, en la misma dirección que el cuerpo de la madre. Por lo demás, se sabe que los predadores marinos suelen tragarse la presa empezando por la cabeza. Esto fue comprobado por los restos de peces a medio digerir, que también se encuentran fosilizados dentro de la hembra, pero posicionados “de cabeza”.

De acuerdo a los investigadores, la anatomía de los dinocéfalos evidencia que tuvieron un modo de vida exclusivamente acuático: su cuello era desproporcionalmente largo (casi el doble que la longitud del cuerpo) y las extremidades terminaban en forma de aleta. Es muy improbable que un reptil con esta estructura anatómica haya sido capaz de construirse un nido en tierra firme para depositar sus huevos. Es por ello que estos animales prehistóricos se adaptaron para ser vivíparos, es decir, para parir a sus crías ya listas para el mundo exterior. 

Previamente, en China se descubrió a un antiguo dinosaurio vegetariano que fue “contemporáneo” de los dinocéfalos. Habitó el mar de Tetis cerca de 244 millones de años atrás y se alimentaba de algas bentónicas, aquellas que viven adheridas a rocas y otros sedimentos. 

 

Ekaterina Rusakova
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