La risa de estos loros también es contagiosa

Loro kea (Nestor notabilis) Michael MK Khor / flickr.com
Un grupo de biólogos ha demostrado que los sonidos que se emiten durante las emociones “contagiosas”, como la risa o el llanto, no son exclusivas de los mamíferos, sino que también son usadas por las aves. Cuando un loro kea, oriundo de Nueva Zelanda, escucha un trino que es habitual durante el juego, de manera inmediata entra también en un estado de ánimo juguetón. El artículo fue publicado en la revista Current Biology.
El “contagio” emocional es un fenómeno social y psicológico que se manifiesta cuando el estado de ánimo se transmite de congénere en congénere. Los ejemplos más comunes son la risa contagiosa entre las personas o el pánico colectivo. Estos efectos tienen manifestaciones análogas en otros primates, como los chimpancés, orangutanes y monos gelada, aunque también se manifiesta en las ratas y en los perros.
Los loros kea de Nueva Zelanda tienen diferentes tipos de comportamiento de juego. Por ejemplo, pueden dar saltos acrobáticos en el aire, “dar los cinco” con la garra o arrojar objetos a otro loro. Los investigadores han notado que durante el juego, estos loros emiten un trino particular, el mismo que grabaron para comprobar si estos puede transmitir el ánimo juguetón a otros loros.
Los científicos observaron el comportamiento de los loros kea en estado silvestre y también en el momento en que se les pasó al reproducción de audio. A manera de control, utilizaron otros sonidos que también emiten estos animales, como los gritos y los silbidos, dejando excluidos los cantos de otras aves. En total, se realizaron 60 observaciones, de las cuales tres fueron llevadas a cabo con grabaciones.
Los autores de la investigación calcularon la cantidad de veces en que los loros empezaron a jugar cuando se les pasaba el audio de los loros juguetones, y también midieron la duración del juego. Cuando se les pasaron los trinos de la grabación, los loros empezaron a jugar más seguido y por tiempos más prolongados. La mayoría de las veces, los loros iniciaban el juego con otros que en ese momento no estaban jugando. Por lo tanto, los autores deducen que los loros no empezaron a jugar porque recibieron una señal de “juego”, sino porque entraron en un estado de ánimo jocoso y distendido gracias al audio.
El comportamiento “contagioso” en los animales no solo se da en el campo de las emociones. Es ampliamente conocido que el bostezo y la comezón también se transmite de individuo a individuo, un fenómeno que actualmente está en proceso de estudio por la ciencia.
Ana Obraztsova
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