Trasplante de materia fecal prolonga la vida de los peces

Un equipo de investigadores del Max Planck Institute for Biology of Ageing, en Alemania, observaron por vez primera los efectos “rejuvenecedores” del intercambio de microflora intestinal entre los peces Nothobranchius furzeri. Así, la expectativa de vida del pez que ingirió las heces de su contraparte más joven aumentó. El trabajo se puede leer en la pre-publicación de bioRxiv.org.

El microbioma es una comunidad de bacterias que vive en determinadas condiciones ambientales. En el caso del presente proyecto, este ambiente es el intestino. Este tipo de bacterias intestinales hacen simbiosis con sus huéspedes, quienes, por ejemplo, no podrían tener una digestión normal en ausencia de ellas, entre otras funciones, como desarrollar su inmunidad o, incluso, su memoria. 

Los peces notobranhi, con los que se realizó la presente investigación, solo viven un par de meses, una vida bastante corta para un animal vertebrado, y por lo tanto muy conveniente para un estudio sobre envejecimiento.  

Para investigar los efectos antienvejecimiento del trasplante de microbioma, se realizó el siguiente experimento. Primero, se alimentó de antibióticos por 9,5 semanas a los peces mayores para destruir sus propias bacterias. Luego, se los colocó en un acuario limpio, pero que contenía materia fecal de peces de seis semanas. “Los notobranhi no suelen comer heces”, señala el genetista Dario Valenzano, uno de los autores del proyecto, “pero se tragan todo lo que tenga sabor a comida. Así logramos insertar el microbioma a su organismo”. 

Un mes después, la microflora del intestino de los peces mayores era similar a la de los peces de seis semanas, además de que nadaban de manera muy enérgica, diferente al modo que corresponde a su edad, considerada “avanzada”. El experimento prolongó su expectativa de vida en 41%.

La prueba de laboratorio, realizada en sentido contrario, es decir, alimentando a los peces jóvenes con las heces de los mayores, no tuvo el efecto opuesto y no interfirió con su expectativa de vida. De manera similar, en un experimento previo, se intercambio la sangre de dos ratones. El ratón que recibió la sangre joven mejoró su salud y el ratón que recibió la sangre vieja no vio perjudicada la suya. 

Un análisis del perfil molecular demostró que el envejecimiento del intestino del notobranhi está relacionado con el aumento de procesos inflamatorios y la disminución de la multiplicación y diferenciación de sus células. Los investigadores sugieren que con la edad, la inmunidad del pez disminuye y las bacterias dañinas empiezan a predominar en el microbioma, causando que el organismo luche contra ellas, alterando sus funciones normales. Por ello, el trasplante de un microbioma joven puede ayudar a restaurar el balance previo y “reparar” el intestino. 

Ana Kaznadzei
 

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