Inyectar un virus sería la principal arma contra el Parkinson

El uso de un virus para evitar la aparición de la enfermedad de Parkinson es el tema de una reciente investigación del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, publicada por la revista Nature Biotechnology.

La función del virus en cuestión es la de reprogramar las células cerebrales y fortalecerlas para evitar su degradación y desaparición producto de la enfermedad.

El Parkinson es un mal degenerativo que deviene en la pérdida de control de los movimientos debido a la muerte de neuronas que producen la dopamina, una sustancia química de señalización cerebral.

Se ha probado en ensayos clínicos que el reemplazo de neuronas muertas con células fetales puede hacer retroceder a la enfermedad, pero la dificultad de esta terapia recae en la escasez de estos tejidos, pues provienen de embarazos abortados.

Ernest Arenas, del Instituto Karolinska, y su equipo han desarrollado un reemplazo de las neuronas perdidas que producen dopamina gracias a un virus que al ser inyectado en cerebros de ratones ha producido resultados positivos. Las neuronas de la dopamina de los roedores habían sido destruidas y el virus había sido diseñado para transportar cuatro genes capaces de reprogramar astrocitos –células gliales con funciones nerviosas que no son neuronas- en neuronas dopaminérgicas.

Cinco semanas después de inocular el virus, el equipo vio mejoras en cómo se movían los ratones. "Caminaron mejor y su marcha mostró menos asimetría que los controles", dice Arenas. Este es el primer estudio que demuestra que la reprogramación de células en el cerebro vivo puede conducir a tales mejoras, dice.

El efecto del virus se localizó en el área específica donde el equipo los inyectó. No vieron que los astrocitos se convirtieran en neuronas de dopamina en ninguna otra área del cerebro, ni hubo signos de tumores u otros efectos no deseados.

Los resultados obtenidos fueron replicados en platos de laboratorio, por lo que se desprende de ello que la técnica podría resultar efectiva en humanos. Sin embargo, se requieren más pruebas para saberlo a ciencia cierta. "La pregunta crucial será si esto funcionaría en el cerebro humano envejecido, y si puede generar suficientes células de dopamina del tipo correcto que se puedan conectar con el cerebro de la misma manera que las células dopaminérgicas transplantadas pueden", dice Roger Barker en la Universidad de Cambridge, que lidera el ensayo de trasplante fetal.

Hans Huerto

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