Tus opiniones tienen un límite: solo influencian a tres personas y se distorsionan en el camino

Modelo por computadora de la intensidad del contagio social de acuerdo a la distancia entre los miembros de un equipo (eje vertical) y el número de repeticiones de las interacciones (eje horizontal). 
Mehdi Moussaïd et al. / PNAS, 2017

Un equipo de científicos alemanes realizó un experimento para estudiar los mecanismos del fenómeno conocido como “contagio social”. El estudio reveló que el contagio no llega más allá de una cadena de tres personas y es altamente dependiente de los grados de malinterpretación de la información y la reevaluación de los errores ajenos. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Se llama contagio social a la diseminación de puntos de vista, opiniones, ideas, emociones, modelos de comportamiento, etc. en la sociedad. Este fenómeno mantiene dinámicas similares sin importar el contexto, se trate de temas de orientación política, práctica médica o ideas de altruismo. A pesar de la importancia de este fenómeno, sus mecanismos específicos no han sido estudiados de modo suficiente. 

Para comprender este fenómeno, un equipo de investigadores del Max Planck Institute for Human Development, en Alemania, realizó dos experimentos. El primero de ellos agrupó a los participantes en equipos de a dos quienes debían observar el desplazamiento de 50 puntos a través de una pantalla en un ejercicio visual. Una parte de los puntos se movía en una misma dirección y el resto de manera aleatoria. Los voluntarios debían evaluar la dirección general del movimiento de los puntos, comparar su resultado con el compañero y luego, si así lo deseaban, corregir su respuesta. La tarea fue ejecutada 15 veces con tres niveles diferentes de dificultad. Al final de cada round los equipos compartían sus respuestas para evaluar la “formación de la reputación”. 

En el segundo experimento, la misma tarea fue ejecutada por 20 equipos de 6 participantes, quienes podían compartir su respuesta sobre la dirección de los puntos solo con el participante anterior (el segundo con el primero, el tercero con el segundo, etc. mientras que la respuesta correcta del equipo debe mantenerse en consenso por todos). Con ese ejercicio, los investigadores evaluaron la distribución de los juicios dentro de una cadena social y construyeron un modelo por computadora en base a los resultados del contagio. 

Diseño del experimento. 
Mehdi Moussaïd et al. / PNAS, 2017

Gracias al segundo experimento, se descubrió que el juicio del primer participante del equipo raras veces se distribuye más allá del tercer participante. Así, para que el juicio del primero influya al resto del equipo, es necesario que todos tengan un alto grado de precisión en sus respuestas, además de que la cadena social trabaje con mucha atención y se mantenga estable durante la repetición de la tarea. 

Los investigadores también descubrieron dos factores importantes que dependen de la velocidad y la distancia de la distribución de los juicios. Estos resultaron ser las distorsiones progresivas durante la transmisión de la información, como la depreciación de su valor en el camino, así como la sobre evaluación de los errores que cometen los demás miembros de la cadena (“depreciación egocéntrica”), un fenómeno que consiste en que cada error requiere de una serie de procedimientos correctivos para restaurar su reputación. 

Influencia del primer miembro de la cadena social dependiendo de su distancia y el número de repeticiones de la tarea. 
Mehdi Moussaïd et al. / PNAS, 2017

Los investigadores señalan que para tener un modelo de contagio social más realista, es necesario realizar más experimentos en los cuales las fuentes de influencia sean menores. Esto permitirá tener interacciones más complejas y aumentar el nivel de “ruido” informativo. 

En un estudio previo, un equipo de investigadores de Alemania y los Estados Unidos, demostró que las habilidades sociales de los perros son más parecidas a la de los infantes humanos, en comparación con los chimpancés. 

Oleg Lishchuk
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