¿Con la nariz tupida todo el año? Échale la culpa a la contaminación

Estudios de la Universidad Johns Hopkins, publicados en el American Journal of Respiratory Cell y Molecular Biology, dan cuenta de experimentos con ratones que prueban que la contaminación del aire tiene serias implicancias en la inflamación crónica de los tejidos nasales y sinusales, lo que podría explicar por qué algunas personas tienen la nariz tupida todo el año, sin importar las condiciones climatológicas en las que vivan.
Así, habitantes de grandes ciudades y áreas industriales con aire contaminado particularmente en países industrializados son poblaciones en riesgo, como apunta Murray Ramanathan, MD, profesor asociado de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins: "En los Estados Unidos, las regulaciones han mantenido bajo control la contaminación del aire, pero en lugares como Nueva Delhi, El Cairo o Pekín, donde la gente calienta sus casas con estufas de leña y las fábricas liberan contaminantes en el aire, nuestro estudio sugiere que las personas están en mayor riesgo de desarrollar problemas crónicos sinusales".
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 3 millones personas mueren cada año de enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC), un estimado del 6% de todas las muertes en todo el mundo. El 90% de las muertes por EPOC ocurren en países de bajos y medianos ingresos.
Por otro lado, también según estimaciones de la OMS, 235 millones de personas sufren de asma en todo el mundo y es la enfermedad crónica más común entre niños. Ello ocurre en todos los países, independientemente del nivel de desarrollo: más del 80% de las muertes por asma ocurren en países de bajos y medianos ingresos.
Para ver cómo la contaminación puede afectar directamente a la biología de las vías respiratorias superiores, los investigadores expusieron a 38 ratones machos de ocho semanas de edad a aire filtrado o aire concentrado de Baltimore con partículas de 2,5 micrómetros o menos, lo que excluye la mayoría de los alérgenos como polvo y polen. Las partículas, aunque concentradas, eran 30 a 60% más bajas que las concentraciones promedio de partículas de tamaño similar en ciudades como Nueva Delhi, El Cairo y Pekín.
Diecinueve ratones respiraron aire filtrado y 19 respiraron aire contaminado durante 6 horas al día, 5 días a la semana durante 16 semanas.
Los investigadores usaron agua para enjuagar las narices y los senos de los ratones, y luego analizaron bajo un microscopio las células inflamatorias y otras en el líquido expulsado.
El análisis arrojó una presencia alta de glóbulos blancos, señal de inflamación, incluyendo macrófagos, neutrófilos y eosinófilos, en los ratones que respiraron el aire contaminado en comparación con aquellos que respiraron aire filtrado. Por ejemplo, los ratones que respiraban el aire contaminado tenían casi cuatro veces más macrófagos que los ratones que respiraban aire filtrado.
Para ver si las células expulsadas de los conductos nasales y sinusales habían activado una respuesta inflamatoria generalizada, los investigadores compararon genes específicos utilizados por las células del sistema inmunológico de los ratones que respiraban aire contaminado con las células de los que respiraban aire filtrado. Encontraron niveles más altos de ARN mensajero –las huellas de ADN necesarias para producir proteínas- en los genes de interleucina 1b, interleucina 13, oncostatina M y eotaxina-1 en el líquido nasal de los ratones que respiraban el aire contaminado. Todas esas proteínas se consideran biomarcadores directos para la inflamación.
Los investigadores midieron los niveles de proteína de interleucina 1b, interleucina 13 y eotaxina-1, que conforman un grupo llamado citoquinas, que causan una respuesta inmune ante inflamaciones. Se registraron cinco a 10 veces más altas concentraciones de citoquinas en ratones que respiraron el aire contaminado.
"La inflamación que atrae a los eosinófilos es lo que sucede en los pulmones de las personas con asma, por lo que esencialmente la exposición crónica a la contaminación del aire en los ratones está llevando a una especie de asma de la nariz", dice Ramanathan.
A continuación, los investigadores examinaron tejidos de los conductos y senos nasales. Su capa superficial -o epitelio- era, en particular, 30 a 40% más gruesa en ratones que respiraban aire contaminado, otro signo de inflamación en humanos y otros animales.
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