Los humanos seguimos contaminando el planeta incluso después de morir

Luis Alvoreiro. Unplash

Las costumbres funerarias son algo profundamente arraigado a la cultura de cada pueblo y los lugares preparados para enterrar a nuestros difuntos suelen estar muy localizados. Por ello, según aseguran los investigadores de la Universidad de Ciencias de la Vida de Praga (República checa) en una reunión de la Unión Europea de Geociencias (EGU, por sus siglas en inglés), la huella que dejan los cuerpos al descomponerse puede ser, por la inmensa acumulación, perjudicial para el medioambiente, y sus efecto durarán, según los investigadores, siglos o incluso milenios.

Ya sea si los cuerpos son cremados o enterrados, las sustancias que desprendemos alteran la química del suelo. Y aunque algunas como el hierro, zinc, azufre, calcio o fósforo,  puedan ser beneficiosas para la tierra, que se amontonen en los cementerios en lugar de estar dispersos uniformemente en toda la naturaleza, provoca una excesiva concentración en algunos puntos, demasiada para ser absorbida de manera óptima por las plantas y los animales, así como carencia en otros. Además, los cuerpos humanos también contienen elementos menos amables con el suelo, como el mercurio de los empastes dentales.

El equipo utilizó espectroscopía de fluorescencia de rayos X para analizar los productos químicos del suelo en tumbas y jardines de dispersión de cenizas. Usando cadáveres de animales, también midieron el impacto teórico de una antigua práctica llamada "excarnación", que consistía en dejar los muertos a la intemperie. En todos los casos, el suelo que se estudiaba contenía significativamente mayores concentraciones de productos químicos en comparación con los alrededores. Pero con una gran diferencia, que puede ser la clave para frenar esta contaminación que no hace sino aumentar: si no existieran los cementerios, los restos humanos, como los de los animales, se distribuirían aleatoriamente para que los nutrientes que liberan fueran reutilizados una y otra vez. "Tal vez no sea un problema en nuestra perspectiva actual, pero con una creciente población a nivel mundial podría convertirse en un problema urgente en el futuro", asegura el autor principal, Ladislav Smejda.

Según el investigador, existe potencial para inventar, desarrollar y poner en práctica nuevas formas de entierro humano o nuevos tratamientos que podrían ser más respetuosos con el medio ambiente, más ecológicos. 

Poner freno a la contaminación medioambiental un asunto urgente. Pero mientras esperamos a que se solucione el problema que suponen algunas construcciones humanas como los cementerios, hay quien crea otros lugares destinados a la lucha contra la polución: es el ejemplo de este edificio que abrirá en septiembre en Taiwán, preparado para absorber, con plantas, 130 toneladas de dióxido de carbono por año, el equivalente de lo que generan 27 coches. 

 

Beatriz de Vera
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