Droga para combatir el alcoholismo también reduce la tartamudez

El baclofeno, un fármaco empleado recientemente para tratar la dependencia del alcohol —pese a no contar con licencia oficial para ello— también podría combatir la tartamudez, de acuerdo con un estudio del Centro Médico Académico de la Universidad de Ámsterdam, publicado en la revista BMJ Case Reports.

La sustancia es un relajante muscular administrado para tratar músculos rígidos o pesados, ​​causados ​​por condiciones como la esclerosis múltiple y enfermedades de la médula espinal, pero recientemente se ha utilizado para combatir la dependencia del alcohol porque se piensa que ataca los centros nerviosos en el cerebro implicados en los mecanismos de recompensa y adicción.

La evidencia de sus beneficios contra el alcoholismo no había logrado ser concluyente, pero el baclofeno aun así le venía funcionando en tal extremo a un hombre de 61 años que regularmente bebía 2-3 litros de vino todos los días, que confesó un dependencia del licor de 20 años y que participó en el experimento.

El sujeto, residente en Holanda, había pasado por varios programas de desintoxicación y rehabilitación, pero solo había logrado mantenerse sobrio por un par de años, antes de recaer en el alcohol. Lo aquejaban además problemas del sueño y tenía un historial de depresión, así como de tartamudeo, que atribuyó a sus dificultades para expresarse en holandés, que no era su lengua materna.

Se le administró 120 mg de baclofeno todos los días durante 10 semanas, a fin de aminorar su apetito por el alcohol. La dosis le fue reducida gradualmente y para cuando esta había alcanzado los 90 mg, sus médicos notaron que había dejado de tartamudear. No obstante, el sujeto acusó somnolencia y rigidez muscular, por lo que la dosis le fue recortada gradualmente hasta llegar a cero.

Tras ello, volvió a su consumo habitual de alcohol y tartamudeo. Se le aconsejó que siguiera tomando el fármaco a una dosis diaria de 90 mg después de lo cual dejó de beber durante un período prolongado y su tartamudez desapareció.

Desafortunadamente, los hallazgos solo se basan en los resultados obtenidos con este sujeto, por lo que estudios posteriores deberían enfocarse en confirmar estas cualidades del baclofeno. En particular, por ejemplo, porque la tartamudez del hombre estudiado siempre acompañaba su consumo excesivo de alcohol, por lo que este podría haber desempeñado un papel afectando directamente sus patrones de habla.

Los investigadores presumen que la acción del baclofeno estribó en su efecto sobre la tensión muscular, factor clave en la tartamudez, relajando músculos respiratorios y / o en el cuello y cara (este desorden del habla consiste en una interrupción periódica e involuntaria de la misma, acompañada en rigidez en los músculos faciales). En segundo lugar, algunos estudios sugieren que el baclofeno reduce la ansiedad en las personas dependientes del alcohol: la ansiedad también se asocia con la tartamudez. Otra posibilidad es que el baclofeno pueda reducir indirectamente la producción del neurotransmisor dopamina: niveles más altos de este producto químico están asociados con el impedimento del habla.

La relación entre el alcohol y el cerebro humano aún es una en pleno estudio. De acuerdo a un reciente estudio de la Universidad de Maryland, los cangrejos de río más sociables son más vulnerables a los efectos del consumo de alcohol, en comparación con ejemplares de su especie que fueron mantenidos en aislamiento, hallazgo que echa más luces sobre la concepción del alcoholismo en humanos.

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