ADN revela que los antiguos egipcios tienen poca relación con los actuales

Cleopatra, 1963. 20th Century-Fox
Todas las representaciones de egipcios en las épocas faraónicas que has podido ver en libros, revistas y películas (Exodus: Reyes y Dioses, El Príncipe de Egipto) —no queremos romperte el corazón— son conjeturas sin mayor fundamento. La verdad es que,las imágenes de los egipcios antiguos en tu mente son, más bien, producto de la imaginación de esmerados arqueólogos o artistas. Más allá de su monumental legado que incluye tumbas increíbles, pirámides colosales, una Piedra Roseta con escritura antigua y bellos murales jeroglíficos (acaso los más cercanos registros de antiguos egipcios humanos) con historias de reyes y dioses, no se sabía a ciencia cierta cómo lucían las personas de la zona en tiempos faraónicos. Hasta ahora. Un trabajo publicado en Nature Communications, asegura tener nociones del verdadero aspecto de estas personas, y la verdad es que, tienen poca relación las que hoy habitan en las que fueron sus tierras.
Pese a todo lo que se ha hablado y escrito de la identidad egipcia antigua, el gran e incómodo vacío siempre ha estado presente. Hablamos de los cromosomas. En el caso de otros estudios dependientes de las pistas del ADN, estos se pueden mantener por eras en el permafrost, un refrigerante natural. El caso de Egipto es distinto: el calor de la región es un horno de genes. En las momias, donde los científicos esperarían hallar muestras genéticas, la humedad conspiró para acabar con el ADN. Ello, sin mencionar a los químicos usados por los embalsamadores, que acabaron dañando el material genético.
El sarcófago con la momia de Abusir el Melek. Nature Comunications
Investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Universidad de Tubingen, en Alemania, consiguieron llenar esos vacíos. Para ello, reunieron material genético de hasta 151 momias del Antiguo Egipto, fechadas por radiocarbono entre el Imperio Nuevo de Egipto (hasta 1388 antes de Cristo la más antigua) hasta el Periodo Romano (la más joven, de 426 antes de Cristo).
La principal conclusión, según el equipo, es que “por 1.300 años, hemos visto una continuidad genética muy completa”. Pese a las frecuentes conquistas que azotaron a Egipto, pasando por Alejandro Magno, los griegos, romanos, árabes, asirios y más, los antiguos egipcios mostraron un cambio genético minúsculo. La otra gran sorpresa, añadieron, fue que “no existe un legado significativo de la África Subsahariana”.
Los restos fueron tomados de Abusir el-Meleq, una comunidad antigua de los alrededores del Nilo al medio del territorio egipcio. Se analizaron huesos, dientes y tejidos de las momias. Incluso, restos de cerebros no macerados de las momias, pese a que la mayoría de estos órganos primordiales fueron retirados por los embalsamadores.
Las muestras más duras conservaron la mayor parte del ADN, quizás por haber sido protegidas por otros tejidos más suaves o porque el embalsamado no llegó a penetrarlos. Tras preparar las muestras en una sala esterilizada en Alemania, las expusieron a radiación UV para bajar los niveles de contaminación.
El resultado llevó al equipo a concluir que los antiguos egipcios tenían lazos muy cercanos con personas que habitaban el Mediterráneo oriental. Compartían, asimismo, material genético con residentes de la península turca y en Europa (gente de aquellos tiempos). Los científicos resaltaron la “estabilidad” de la genética en aquel período, tomando en cuenta que Egipto se halla en una región ubicada prácticamente en la intersección de África, Europa y Asia y ello añadiéndole la injerencia de gobiernos extranjeros. Pese al cambio de regentes (los Helenos entre 332 a.C. y 30 a.C., luego los Romanos, entre 30 a.C. y 400 d.C.) la comunidad se mantuvo intacta y muy poco ‘perturbada’ por la cambiante política.
Ubicación geográfica de momias estudiadas. Verena J. Schuenemann et al., 2017 / Nature Communications
Esto, a su vez, da un giro a la percepción que los propios egipcios tendrían de sus genes. Según el equipo, los egipcios creen haberse vuelto más ‘europeos’ en los nuevos tiempos, pero en verdad ha ocurrido lo contrario. Habría sido solo en tiempos moderno, los últimos 1.500 años, que los genes subsaharianos empezaron a pronunciarse en la región.
El estudio aun no puede afirmar con precisión la fecha del cambio genético. Asimismo, el estudio no define de dónde provienen los antiguos egipcios. Para conocer esto, claro, los científicos deberán escarbar aún más, acaso en la prehistoria. Habrá que esperar a eso. El descubrimiento al que hacemos alusión es, sin embargo, lo suficientemente revelador. ¿Habrá sido Cleopatra realmente blanca, como la pintan en Hollywood?
Daniel Meza
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