Un nuevo método para tratar el Parkinson: implantarse células de cerdo en el cerebro

El mal de Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa crónica que sufren millones de personas alrededor del mundo, no tiene cura, aunque si diversos tratamientos (farmacológico, quirúrgico, y rehabilitador) para ayudar al paciente a conservar sus capacidades motrices, entre otras. En esa línea, un nuevo método se abre camino en este abanico de opciones: implantar células cerebrales de cerdo en el cerebro del paciente. Del mismo da cuenta un artículo publicado en NewScientist.
El Parkinson provoca la muerte de ciertas células del cerebro que ayudan a controlar el movimiento y la coordinación. La enfermedad provoca en el enfermo agitación, temblores y dificultad para caminar y moverse.
Aunque todavía se encuentra en etapas iniciales de prueba, algunos pacientes ya están utilizando este método con la esperanza de que detenga el progreso de la enfermedad en sus organismos. Los primeros resultados se ven prometedores: todos demuestran ciertas mejoras a 18 meses de la cirugía. Normalmente, las personas que padecen del mal de Parkinson tienden a empeorar en sus temblores y dificultades motrices. Esto se debe a la pérdida gradual de células cerebrales que producen dopamina, un compuesto que ayuda a controlar nuestros movimientos. Algunos medicamentos actuales reemplazan la dopamina carente, pero el efecto disminuye con los años.
El método
Para resolver el problema, Living Cell Technologies, una firma de biotecnología en Nueva Zelanda, viene desarrollando un tratamiento que usa células de los plexos coroideos de cerdos. Esta estructura cerebral produce “un cóctel de factores de crecimiento y moléculas señalizadoras” que ayuda a mantener las células nerviosas saludables.
El mes pasado, la cirugía se realizó a 18 personas en una prueba controlada con placebos usando implantes de células de plexos coroideos. La idea era que los compuestos mencionados nutran a las células productoras de dopamina sobrevivientes, evitando más pérdidas. La aplicación fue exitosa en ratas. Según dijo Ken Taylor, científico de la firma, “se inserta una pequeña fábrica neuroquímica para generar un nuevo crecimiento y reparación celular”.
Las células de cerdo se colocan en una capa porosa de alginato, hecha de alga, lo que permite a los factores de crecimiento moverse hacia el tejido cerebral circundante previniendo que las células del sistema inmune ataquen a las células porcinas. Este modelo se usa también para las células de cerdo pancreáticas implantadas en personas con diabetes. Cada ‘cápsula’ de alginato mide medio milímetro de ancho y contiene unas mil células de cerdo. En la primera prueba 4 personas recibieron 40 cápsulas a un lado del cerebro.
La mejora fue, en promedio, de 14 puntos, en una escala de 199 de severidad de los síntomas (que mide qué tan bien las personas caminan o cortan su comida). Las personas mejoraron inmediatamente después de la cirugía.
Cuestionamientos
Steven Gill, de la Universidad de Bristol, Reino Unido, citado por el mismo medio, sostuvo que la mejora fue demasiado rápida ya que “las células nerviosas no vuelven a crecer tan rápidamente”. Previos trabajos indicaron, además, que los síntomas de Parkinson tienden a reaccionar bastante al efecto placebo. El científico sugirió que la mejora se debía a tal efecto.
No obstante, el trabajo tiene a su favor que las mejoras se han mantenido en un período largo, de 18 meses. Normalmente, el puntaje baja en un período de un año. Una nueva prueba, esta vez mayor, arrojará resultados en noviembre. En este último, las personas recibieron 120 cápsulas en ambos lados del cerebro. Una de las principales preguntas que debe resolver este tratamiento, aun experimental, es qué tan competitivo será al medirse con otras terapias celulares.
Se investiga que estas células de cerdo podrían ser útiles para tratar otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y Huntington.
Y otro detalle que causa preocupación es la posibilidad de que virus inactivos en el cerdo puedan trasladarse a las personas y puedan causar una nueva enfermedad. Ante ello, la técnica de edición genética CRISPR podría ser una solución. No hay duda que la propuesta genera expectativas, aunque todo indica que aun hay un largo camino por recorrer.
Daniel Meza
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