La siembra de arroz en Bali es más eficiente gracias a su estructura fractal

Terrazas de arroz en Bali. /CCO dominio público

Las famosas terrazas de arroz de Bali, vistas desde arriba, tienen la apariencia de un colorido mosaico. Su curiosa estética responde a un patrón fractal, una forma cuya estructura básica se repite a diferentes escalas. En la naturaleza, este tipo de formaciones es muy habitual: así se estructuran, por ejemplo, los copos de nieve, las hojas de helecho o las plumas de un pavo real. Sin embargo, las terrazas creadas por los agricultores de esta isla indonesia no son fruto de un proceso natural, sino humano, lo que hace que su geometría llame especialmente la atención. Un estudio publicado en la revista PNAS, explica el por qué de esta curiosa configuración.

Para comprender las decisiones de los agicultores a la hora de sembrar, para que resulten estos llamativos patrones de colores, científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur), la Universidad Médica de Viena, el Centro de Ciencias de la Complejidad de Viena, (Austria) y el Instituto Santa Fe (EE.UU), tuvieron en cuenta dos variables: la disponibilidad de agua y el daño provocado por las plagas.

En primer lugar, se requiere mucha agua para las plantaciones de arroz. No solo porque este grano necesite grandes cantidades, que lo hace, sino porque inundar los campos es un método de evitar las plagas o las malas hierbas. Para los agricultores de las terrazas que se encuentran río arriba, la situación es fácil, tienen toda el agua que quieran. Pero la agricultura se complica conforme se desciende, y los que se encuentran más abajo, tienen que adaptarse al calendario de los primeros y retrasar su siembra.

En cuanto a las plagas, cuando los trabajadores plantan en diferentes momentos, estas pueden huir de un campo a otro, pero cuando lo hacen en sincronía, las plagas se ahogan. Por lo tanto, los agricultores de la parte alta tienen un incentivo para compartir el agua, de modo que se pueda sembrar al mismo tiempo. Sin embargo, como los recursos hídricos son limitados, se genera un sistema de siembra que da como resultado un patrón fractal, que, como aseguran los investigadores, produce resultados óptimos.

Lo sorprendente de estos patrones, según los científicos, es que haya surgido de forma orgánica un sistema que beneficia a todos, sin planificadores centrales o coordinación. Cada agricultor toma decisiones individuales libres, considerando que optimizará su propia cosecha, y, sin pretenderlo, acaba beneficiando al resto. Esto contrasta con lo que pasa generalmente: el beneficio global no se alcanza cuando cada uno intenta maximizar el suyo individual. Los campos de arroz balineses podrían servir como un ejemplo de que, bajo ciertas condiciones, es posible alcanzar situaciones sostenibles que conduzcan a la máxima recompensa para todas las partes.

El arroz se encuentra en la base de la alimentación de la mayoría de las poblaciones del planeta, y está amenazado por la escasez de lluvia en muchos de estos lugares. Un estudio del Centro RIKEN de Ciencias de los Recursos Sostenibles (CSRS), publicado en Plant Biotechnology Journal, presentó un nuevo tipo de arroz desarrollado para resistir a la sequía. La cepa de arroz transgénico fue modificada con un gen de la planta Arabidopsis (una herbácea con pequeñas flores, familiar lejana de la col y la mostaza) y produce más arroz que el no modificado, en condiciones de escasez de agua.

Beatriz de Vera

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