La preferencia por nuestros semejantes, ¿viene de nacimiento o es aprendida?

(Pixabay)

¿Nacemos prefiriendo a quienes se nos parecen más o aprendemos en sociedad la habilidad de discriminar a los distintos a uno? De acuerdo con un estudio de la Universidad de British Columbia (UBC), ambas afirmaciones son correctas.

Los bebés de uno prefieren ya a esta edad a los hablantes de su lengua materna, aunque no necesariamente rechazan a quienes hablan un idioma desconocido, de acuerdo con el trabajo publicado en la revista Developmental Science. El documento, además, concluye que si bien la preferencia hacia grupos familiares puede ser innata, la aversión hacia grupos desconocidos parece ser un comportamiento aprendido.

"La discriminación persistente y los conflictos entre culturas han llevado a los psicólogos a cuestionar si estamos inclinados naturalmente a gustar de personas similares a nosotros mismos y a no preferir a quienes son diferentes, o si es que este comportamiento nos es enseñado", dijo Anthea Pun, autora principal graduada del departamento de psicología de UBC. "Estos hallazgos sugieren que ambas ideas son ciertas: gustar de personas similares a nosotros mismos parece ser un sesgo innato, pero el que nos desagraden los diferentes es algo que probablemente aprendemos más tarde en la vida".

Investigaciones anteriores han encontrado que, a la edad de tres años, los niños muestran sesgos positivos hacia personas que son similares a ellos y sesgos negativos hacia los que son diferentes. En este estudio, los investigadores de la UBC volcaron su atención hacia bebés menores aún, para determinar cuándo y cómo surgen estos sesgos.

Para ello, llevaron a cabo seis experimentos con 456 bebés de entre ocho y 16 meses en el Laboratorio Living World de Science ubicado en TELUS World of Science en Vancouver. Los experimentos examinaron la costumbre, que es la rapidez con que los bebés se habituaron a hablantes de lenguajes familiares o desconocidos que se les mostraban realizando comportamientos prosociales (acción de dar) o conductas antisociales (de tomar).

La costumbre mide la tasa de procesamiento de imágenes y sonidos de los bebés. Cuando la información es consistente con las expectativas de los bebés, la atención disminuye a un ritmo más rápido. Al medir la tasa de habituación de los bebés, los investigadores fueron capaces de medir independientemente si los bebés habían formado evaluaciones positivas o negativas de las personas que hablaban lenguas familiares y desconocidas.

A través de todos los experimentos, los investigadores encontraron que los bebés de un año no solo piensan que los hablantes de su lengua materna son buenos, sino que también esperan que sean prosociales. Los niños parecían sorprendidos al observar a los hablantes de su lengua materna participando en conductas antisociales. Los bebés de esta edad, sin embargo, no parecen tener expectativas positivas o negativas hacia los hablantes de un idioma desconocido, lo que sugiere que la negatividad hacia grupos distintos de los suyos es probablemente aprendida después del primer año de vida.

"Este estudio proporciona una visión crítica de los orígenes del sesgo de grupos sociales, permitiendo a los investigadores a entender cómo la positividad y la negatividad hacia los grupos se desarrolla de forma independiente", dijo Andrew Baron, autor principal del estudio y profesor asociado en el Departamento de psicología de UBC.

Hans Huerto

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