Aquí, los glaciares no se derriten, sino crecen: revelada la paradoja de Karakoram

Uno de los picos helados en la cadena montañosa de Karakoram, en la frontera entre India, China y Pakistán (Flickr/Black Zero).

Los glaciares en Sudamérica vienen despareciendo a ritmo acelerado producto del calentamiento global. Con cerca de 25.000 km2 de hielos glaciares (más del 80% en la Patagonia chilena y argentina), la región enfrenta las consecuencias del fenómeno en el desequilibrio de estos frágiles ecosistemas. Tan solo en el Perú, los glaciares perdieron el 81% de su hielo en los últimos 40 años; y en Bolivia ocurrió lo propio con 43% desde 1986.

No obstante, al otro lado del mundo, una región asiática aloja glaciares que año a año se ven fortalecidos pese al flagelo global del calentamiento. El caso es conocido como la anomalía Karakoram y ahora un estudio de la Universidad de Newcastle ha revelado las particularidades de su sistema climático y cómo es que estas enfrían las inmediaciones de los glaciares, incluso en pleno verano, fortaleciendo así su condición.

Los glaciares usualmente oscilan entre el crecimiento y el retroceso: en invierno, cuando nieva, la nieve se acumula en picos de cordilleras y se va compactando y convirtiendo en hielo, mientras que en las faldas de las montañas, los glaciares pierden hielo por la fusión y la evaporación, en un medio con temperaturas no tan bajas.

Mientras la caída de nieve sea equivalente a la nieve derretida, el glaciar mantiene su equilibrio y resiste. Pero las incrementadas temperaturas mundiales han roto con este balance, empujando gradualmente hacia la desaparición a la mayoría de glaciares. Menos a los de Karakoram, los mismos que, monitoreados desde 2005, registran una estable expansión a la sombra de la referida anomalía.

El reciente trabajo, publicado en Nature Climate Change, da cuenta de cómo es que estas formaciones heladas le vienen dando la contra a sus pares en el resto del mundo. Hay que empezar por señalar los detalles que caracterizan a la anomalía. Esta consiste en un "vórtice" veraniego de aire frío soplando sobre la cordillera de Karakoram, una gran sierra que atraviesa las fronteras de Pakistán, India y China.

En invierno, el vórtice enfría toda esta sierra de 2.000 kilómetros —que alberga al segundo pico más alto del mundo, el K2— pero en el verano se contrae y solo tiene efecto sobre el Karakoram y el Pamir occidental. Esto induce un enfriamiento anómalo en verano que es diferente al calentamiento visto sobre el resto del Himalaya (por efecto de la estación).

Hayley Fowler, del departamento de Impactos del Cambio Climático en la Universidad de Newcastle y una de los autores del trabajo, señala que si bien los modelos climáticos sugieren el calentamiento en toda la región tanto en verano como en invierno —por el aumento global de temperaturas— “nuestro estudio ha demostrado que la circulación a gran escala está controlando la variabilidad regional de las temperaturas atmosféricas, con el reciente enfriamiento de las temperaturas del verano, lo que sugiere que los modelos climáticos no reproducen bien esta característica”.

El sistema de circulación de Karakoram, según el documento, causa un efecto amortiguador del calentamiento global en la zona, reduciendo el derretimiento de glaciares “y cualquier cambio tendrá un efecto significativo en las tasas de fusión del hielo, lo que finalmente afectaría los flujos de los ríos en la región".

La interacción única del verano del vórtice de Karakoram y el monzón de Asia del Sur hace que las temperaturas en el Karakoram y Pamir se enfríen mientras que en el Himalaya Central y Oriental se están calentando y viceversa.

Durante las últimas décadas, estas interacciones vórtice-monzón han dado lugar a condiciones más tempestuosas sobre el Karakoram.

Así las cosas, estas peculiares asociaciones deben ser estudiadas para conocer cómo un solo cambio en el sistema climático de una región puede ocasionar efectos imprevistos incluso por los modelos climatológicos más avanzados. Y cómo es que esta situación puede afectar en un futuro la seguridad alimentaria de las zonas afectadas, en la medida en que los recursos hídricos de la nieve y el hielo se derriten de las cuencas montañosas para cultivar sus cultivos de regadío en las llanuras, las mismas que ven reducido su suministro ante el escaso derretimiento.

Hans Huerto

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