Llueven diamantes de 200 kilogramos sobre Urano y Neptuno

Se cree que diamantes de millones de quilates caen sobre Urano y Neptuno. /SLAC National Accelerator Laboratory

Ayer conocíamos que algunas noches, en Marte, ocurren espectaculares tormentas de nieve. Pero si esto te sorprendía, lo que ocurre en los gigantes gaseosos Urano y Neptuno te va a dejar de piedra, y nunca mejor dicho. Algunas teorías apuntan a que estos planetas sufren presiones tan elevadas, que las moléculas de metano de la atmósfera se rompen y el carbono que las forma se precipita y puede unirse formando grafito o incluso compactos cristales. Sí, has entendido bien. Eso significa que pueden llover diamantes. Pero aunque te parezca que sí, no querrías que este fenómeno sucediera en la Tierra, o no al menos sobre tu cabeza: pueden llegar a pesar 200 kilogramos.

Las extremas condiciones aún no han permitido adentrarse en la atmósfera de estos planetas para comprobar si esto ocurre realmente o no. Pero ahora, un equipo de investigadores del laboratorio Helmholtz Zentrum Dresden-Rossendorf (Alemania) ha conseguido diseñar un experimento capaz de reproducir el núcleo de estos gigantescos planetas gaseosos en un laboratorio. Según el trabajo, que ha sido publicado en Nature Astronomy, el equipo alemán ha podido producir los ingredientes de la lluvia de diamantes, por primera vez. 

Los autores afirman que estos conocimientos ayudarán a entender y clasificar los exoplanetas gaseosos, ya que, normalmente, esta clasificación se hace a partir de la relación que existe entre radio y masa, porque esto es un indicador de la posible composición química del cuerpo. También esperan poder usar esta metodología para analizar otros fenómenos del interior de los planetas. Se considera que esta lluvia ocurre unos 8.000 kilómetros bajo la superficie de Urano y Neptuno. 

El estudio asegura que la lluvia de diamantes influye en el flujo de energía y calor en el interior de estos mundos. Asi que, conocer con más precisión cómo los elementos se mezclan y unen bajo las condiciones de presión reales es una forma de entender mejor la dinámica de estos planetas. Además, este tipo de procesos químicos pueden complementar también los estudios relacionados con la fusión nuclear.

Nanodiamantes reutilizables

Según los científicos, los diamantes formados en Urano y Neptuno son mucho más grandes que los que ellos han creado en el laboratorio, y pueden llegar a los millones de quilates, es decir, unos 200 kilogramos. Creen que es posible que con el tiempo los diamantes se sumerjan en el interior y formen una gruesa coraza en torno al núcleo. Para hacer estos experimentos, los científicos han tenido que crear nanodiamantes en el laboratorio, que podrían ser explotados con fines comerciales, por ejemplo en medicina o en equipos científicos y electrónicos de alta precisión.

Ya había habido otros intentos de reproducir el interior de Neptuno y Urano en busca del proceso de formación de diamantes, pero nunca se había podido observar las reacciones químicas en tiempo real, algo que han conseguido gracias al instrumento MEC (Matter in Extreme Conditions), parte de un potente láser, el Linac Coherent Light Source (LCLS), del Laboratorio Nacional de Aceleradores SLAC, de la Universidad de Stanford (EE.UU.). Con ello, han producido pulsos de rayos X extremadamente breves (del orden de femtosegundos, la milbillonésima parte de un segundo), que les ha permitido ver cómo se comporta la materia en circunstancias extremas.

En concreto, lograron que casi todos los átomos de carbono de un plástico (poliestireno, que se ha usado para sustituir al metano de Neptuno y Urano) se incorporasen a pequeñas estructuras de diamante de apenas unos cuantos nanómetros (millonésima parte de un milímetro) de tamaño.

Hace unos días, nos hacíamos eco del misterioso objeto que se acomoda un poco más allá de Neptuno, un TNO o trans-Neptunian object, y que ha desatado la intriga entre los astrónomos. Es 160.000 veces más opaco que el planeta gaseoso y tendría menos de 200 kilómetros de diámetro. Se encuentra encima del plano del sistema solar, y cada día que pasa, se mueve hacia arriba, un hecho que lo convierte en una completa rareza. Este TNO orbita en un plano inclinado 110 grados con respecto al plano de nuestro sistema solar. Además, se balancea de una manera distinta a otros objetos en este orden planetario. Por ello, el equipo de científicos que lo descubrió lo bautizó Niku, en referencia a una palabra china similar que significa rebelde.

Beatriz de Vera
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