Encuentran el segundo agujero negro más masivo de la Vía Láctea

Recreación artística de un agujero negro. /NASA/JPL-Caltech
Un enorme agujero negro, cien mil veces más masivo que el Sol, se ha encontrado detrás de una nube de gas tóxico que flota alrededor del corazón de la Vía Láctea. Este gigante invisible sería el segundo más grande que se ha visto en nuestra galaxia después de Sagitario A, el agujero negro supermasivo ubicado en su centro. El nuevo descubrimiento, publicado en Nature Astronomy es la mejor evidencia de una clase de agujeros negros de masa intermedia, cuya existencia podría explicar cómo crecen los agujeros negros supermasivos.
Los astrónomos encontraron evidencia del nuevo objeto desde el observatorio ALMA, en Chile, mientras estudiaban la nube de gas con la intención de entender el extraño movimiento de sus gases. A diferencia de los que forman otras nubes interestelares, los gases en esta nube (que incluyen cianuro de hidrógeno y monóxido de carbono) se mueven a velocidades muy diferentes. Y aunque el nuevo hallazgo es en sí mismo increíblemente enorme, con una masa de alrededor de 100.000 veces la del Sol, todavía palidece en comparación con los agujeros negros supermasivos que se encuentran en el centro de las galaxias, con hasta 10 mil millones de masas solares.
La formación de estos agujeros negros supermasivos es algo que sigue siendo un misterio para los científicos. Una teoría es que los más pequeños se unen constantemente, formando otros más grandes y estos, a su vez, se unen para formar agujeros negros supermasivos en los corazones de las galaxias, pero hasta ahora, no se ha encontrado evidencia definitiva de agujeros negros de masa intermedia. La detección de un agujero negro potencial que pesa tanto como 100.000 soles es precisamente el paso medio en el proceso que los astrónomos han buscado.
Los investigadores creen que el recién descubierto podría ser el núcleo de una vieja galaxia enana que fue canibalizada durante la formación de la Vía Láctea hace miles de millones de años. De ser así, vaticinan que, con el tiempo, el objeto será atraído hacia Sagitario A y se hundirá en él, haciendo que el agujero negro supermasivo en el corazón de la Vía Láctea sea aún más masivo.
Y si no tenemos en cuenta el tamaño de estos cuerpos celestes, un estudio publicado recientemente en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society muestra el descubrimiento de la cantidad de agujeros negros que existen en la Vía Láctea, gracias a las observaciones de las ondas gravitatorias, detectadas por primera vez en el año 2015 por el observatorio LIGO. Durante 18 meses tras el descubrimiento histórico, el equipo de científicos realizó cálculos teóricos sobre lo que sabemos acerca de las galaxias y las estrellas y los agujeros negros que se forman a su paso. Los cálculos dieron como resultado una especie de inventario cósmico, capaz de inferir un espectro de la población de agujeros negros en la Vía Láctea, incluyendo los de tipo binario que se fusionaron para darnos ondas gravitacionales: probablemente hay hasta 100 millones de agujeros negros solo en nuestra galaxia, y unos 10 millones de ellos tendrían 50 veces la masa del sol.
Beatriz de Vera
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