Huracán Irma: la ciencia explica el inusual fenómeno que dejó sin agua a varias playas

La playa de Long Island, en Bahamas, quedó así tras el paso de Irma, el viernes último (Twitter/@deejayeasya).
Pese a lo lamentable de las cinco muertes confirmadas en Florida por el paso del huracán Irma, el último fin de semana, la cifra no ubica a este fenómeno (con un total de 22 víctimas) entre los más mortales sufridos por los Estados Unidos. En septiembre de 1900, un huracán categoría 4, la misma de Irma al llegar al estado, azotó de súbito a Galveston, Texas, y mató a al menos 6.000 personas, siendo el más mortífero en la historia estadounidense.
Pero otras cifras hablan más claramente del poder de Irma, que hoy ya ha devenido en tormenta tropical mientras avanza en dirección noroeste hacia el centro del país: con vientos de más de 200 km por hora y 6 millones de afectados (entre evacuados y personas sin suministro de luz o agua) el huracán, junto a Harvey de hace unas semanas, podría abrirle un forado de cerca de US$300.000 millones a las arcas del gobierno de Donald Trump.
Playas desérticas
Pero todos estos estragos difícilmente se comparan con cambiar las leyes que la naturaleza había impuesto por miles de años en playas en las Bahamas y Florida. Durante el fin de semana, diversos usuarios en redes sociales publicaron fotos y videos de cómo en balnearios como Long Island, Bahamas, las playas lucían incompletas: faltaba el mar. Los poderosos vientos de Irma se habían llevado consigo las aguas que otrora bañaban estas costas. El panorama fue similar en la costa del golfo en Florida, donde el último domingo los vientos provenientes del este barrieron las aguas de las orillas, dejando playas como las de Tampa, antes frecuentadas por bañistas, convertidas en terrenos secos donde las mascotas se podían desplazar sin peligro alguno.
En la bahía de Sarasota, Florida, pobladores asisten a dos manatíes varados luego de que Irma causara el masivo de retiro de aguas en varias playas a su paso (YouTube/@sszs).
Se trata de un extraño fenómeno natural que los meteorólogos normalmente estudian en teoría y rara vez ven en la realidad. La meteoróloga Angela Fritz escribe en The Washington Post al respecto: “Como meteorólogo, hay cosas que aprendes en los libros de texto que nunca puedes ver en persona. Uno sabe que suceden teóricamente, pero las posibilidades de ver estos fenómenos meteorológicos extraordinarios son casi nulas.”
Una gran aspiradora
La ciencia lo explica así. Imaginemos al huracán Irma como una gran máquina succionadora, con sus tremendas masas de aire girando a grandes velocidades y alcanzando alturas de cerca de 16 km. Así, no solo moviliza nubes que finalmente desatan lluvias, sino que también lleva consigo grandes cantidades de agua, desencadenando oleajes anómalos en algunos puntos. La lógica indica que si en un lugar hay más agua, en otro debe haber menos.
En estos lugares se da el efecto del "bulto" del huracán: el centro u ojo de la tormenta es uno de presión baja (hasta 15% inferior) donde los vientos y lluvias convergen en lo que se conoce como pared del ojo. Ahí es donde el agua se acumula, ya que la baja presión “es básicamente un mecanismo de succión en el sentido de que atrae el aire hacia adentro”, señala Fritz. “Cuando la presión es excepcionalmente baja y los vientos son muy fuertes, puede crear una protuberancia de agua del océano bajo el centro de la tormenta”.
La playa de Long Island, en Bahamas, recuperó sus agua al día siguiente (Twitter/@deejayeasya).
El agua vuelve a su posición original con el paso del huracán, ya cuando se instala sobre la región la pared del ojo. Ello conlleva, también, un oleaje anormal. “En la hora posterior de que el ojo pasó sobre Nápoles, Florida, la oleada de la tormenta siguió. El [nivel de las aguas del] Golfo de México se elevó en seis pies [1,82 m], o más de una pulgada por minuto, inundando el centro de la ciudad. Esto es rápido, pero no es tan rápido como sería un tsunami, que es el otro fenómeno natural que puede drenar una playa” informó The Atlantic al respecto.
El peligroso José
Si bien los vientos de Irma han dejado destrucción tras sí, estos podrían también prevenir que más clima inclemente azote a los Estados Unidos y el Caribe. Tras este huracán, José, con vientos cercanos a los 170 km por hora, se ha venido acercando a esa parte del Atlántico. No obstante, las masas de aire movilizadas por Irma empieza a moverse del este estadounidense, y con ello podrían frenar el avance de José. Pero en estas latitudes, el aire caliente y las aguas servirán de combustible a José para no desfallecer con el paso de los días y más bien empezar un ciclo de desplazamientos similar al de un carrusel, a unos 25 km por hora. Más allá del viernes, la mayoría de meteorólogos no puede predecir cuál será el futuro del huracán. Mientras tanto, la costa sureste de los Estados Unidos y el Caribe podrán tener un respiro.
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