Las placas tectónicas de la Tierra no son tan resistentes como se creía

Falla de San Andrés en la llanura de Carrizo (EE.UU.). /Wikipedia

Para que la tectónica de placas funcione, las placas deben ser capaces de romperse para formar nuevos bordes. Hasta ahora, las pruebas realizadas en laboratorios para medir la fortaleza de estas placas mostraban una resistencia mayor de la real, según se extrae de los experimentos llevados a cabo en la Universidad de Oxford (Reino Unido), que han revelado que las placas tectónicas son más débiles de lo que se pensaba anteriormente. El trabajo, publicado en Science Advances, explica que, debido a que la mayoría de los experimentos anteriores han utilizado rocas sintéticas con tamaños de cristal mucho más pequeños de lo que se encuentran típicamente en la naturaleza, han sobreestimado drásticamente la resistencia de las placas tectónicas.

Para llegar a estas conclusiones han utilizado una técnica conocida como nanoindentación, que presionando un lápiz de diamante microscópico en la superficie de un cristal de olivino (el mineral más abundante del manto de la Tierra, y el principal componente de la roca peridotita, que se considera un modelo sólido del interior de la composición de la Tierra), explica que las rocas que componen las placas tectónicas pueden ser lo suficientemente débiles para romper y formar nuevos bordes.

Para ello han necesitado grandes muestras de roca, cuya resistencia medida aumenta a medida que disminuye el tamaño de los cristales constituyentes. Debido a que la mayoría de los experimentos anteriores se realizaron con rocas sintéticas cuyos cristales no tenían el tamaño de los que se encuentran de forma natural, la fuerza de las placas resultó mayor de la real. “Nuestros resultados, por tanto, explican la amplia gama de estimaciones anteriores de la resistencia de la roca y proporcionan la confirmación de que la resistencia de las rocas que componen las placas tectónicas es lo suficientemente baja como para formar nuevos límites placa”, afirman.

Según los investigadores, la fuerza medida aumenta a medida que disminuye el tamaño de los cristales constituyentes, es decir, que la fuerza depende del volumen de material que se está estudiando. Los autores aseguran este resultado tiene implicaciones más allá de la formación de los bordes de las placa tectónica: "Mejores predicciones de la fuerza de las rocas en estas condiciones nos ayudarán a tener información sobre muchos procesos dinámicos en placas”.

Por ejemplo, se sabe que la evolución de las tensiones en las fallas generadoras de terremotos depende probablemente del tamaño de los cristales individuales que forman las rocas de alas placas. Además, la flexibilidad de las placas bajo la presión ejercida por el peso de volcanes o grandes capas de hielo, también dependerá en última instancia del tamaño del cristal, concluyen los investigadores.

En el terremoto registrado hace unos días en Ciudad de México y en Chiapas —donde se encontró el epicentro— decenas de mexicanos registraron en video y compartieron en redes sociales las imágenes de luces en el cielo que se produjeron en pleno sismo. Las mismas, como ha ocurrido ya en otros sismos recientes, han dado lugar a una serie de especulaciones, que incluso relacionan el movimiento telúrico a factores tan absurdos como una supuesta presencia alienígena o experimentos como el del High Frequency Active Auroral Research Program o HAARP (programa de investigación de aurora activa de alta frecuencia) de los Estados Unidos. 

A este respecto, un estudio publicado en 2014 en Seismological Research Letters por el Ministerio de Recursos Naturales de Canadá profundizó en la investigación sobre el fenómeno. Y aunque por varios años la ciencia no se había encargado de explicar estas luces, este trabajo es uno de los referentes en el tema. En base el análisis de 65 sismos registrados ampliamente en América (27, incluyendo el de 7,9 grados de Pisco, Perú, en 2007) y Europa (38), el estudio concluye que las luces son originadas por el choque de las placas que se superponen y cuya interacción produce el terremoto. La energía liberada, al escapar a la superficie de la Tierra y chocar con su atmósfera se convierte en descargas eléctricas que toman la forma de brillos. Durante un terremoto, el estrés de las placas chocando entre sí genera cargas eléctricas, que se desplazan hacia arriba a lo largo de las fallas geológicas casi verticales. Cuando las cargas alcanzan la superficie de la Tierra e interactúan con la atmósfera, crean un resplandor.

Beatriz de Vera
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