Por qué esta joven isla volcánica puede revelarnos qué pasó con la vida en Marte

Una tremenda explosión volcánica submarina dio a luz a una isla en noviembre de 2014, del tipo surtseyana (así llamadas por la isla de Surtsey, Islandia, también surgida en el seno de una erupción en aguas poco profundas) en el Pacífico Sur. Y aunque las de este tipo no son formaciones caracterizadas por durar mucho como tales, Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, así bautizada la formación volcánica en el reino polinesio de Tonga, no solo podría erguirse al menos unas décadas, sino que además podría servir de laboratorio para entender mejor lo ocurrido con la vida en Marte, según confirma la NASA.
Hunga Tonga-Hunga Ha'apai apareció luego de que se despejara una columna de ceniza de más de nueve kilómetros de altura, y a 1.400 metros por encima del lecho marino. Con una forma de herradura, su cumbre alcanza los 120 metros de alto sobre el nivel del agua que embate a diario sus farallones y que pese a ello y a las predicciones de la agencia espacial, no ha podido deshacer esta concentración de roca basáltica y andesita.
En un vídeo difundido por la NASA, el científico James Garvin del observatorio Goddard explica que las islas de este tipo son "ventanas hacia el papel de las aguas superficiales en Marte, ya que han afectado a pequeños accidentes geográficos como volcanes, y vemos campos de ellos en Marte". Esos accidentes geográficos, continuó, alguna vez ofrecieron las condiciones en las que se pudo haber formado vida temprana en Marte: cálida, acuosa, turbulenta y salada.
Esta isla fue, en sus primeros seis meses, muy inestable y tras encerrar como una caldera (la misma en la que nació) una masa de agua, una de las paredes de esta comenzó a colapsar, dando pie a que la isla acabara con un lago y una playa. Pero aún así no desapareció. Más bien las condiciones en la isla se estabilizaron cuando el agua salada interactuó con el polvo volcánico suelto para formar un suelo más firme, luego de seis meses de cambios dramáticos registrados a diario ininterrumpidamente.
La isla podría durar otros 6 a 30 años, según la NASA.
Hunga Tonga-Hunga Ha'apai es solo la tercera isla nueva en emerger de una explosión volcánica en los últimos 150 años. Por ejemplo, en 2011, una erupción volcánica dio a luz una isla en el Mar Rojo. Otra erupción volcánica submarina, esta en noviembre de 2013, condujo a la formación de una isla frente a Japón. Este tipo de islas, llamadas "surtseyan" después de Surtsey, un ejemplo anterior cerca de Islandia, son química y geológicamente distintas del advenimiento más común de islas formadas por procesos volcánicos más lentos.
Pero debido a que representan un tipo de forma de relieve que también se pudo haber formado en las antiguas aguas de Marte, los científicos están profundamente interesados en su evolución.
“Esta es la Tierra en su mejor forma”, señala Garvin, resaltando que se trata de una superficie, una paisaje y un entorno completamente nuevos, con patrones de formación fácilmente observables. De la misma manera, hace 2 o 3 mil millones de años, islas similares podrían haber funcionado en Marte y albergado vida, por lo que Hunga Tonga-Hunga Ha’pai seguirá bajo la lupa de la agencia espacial que planea enviar al hombre al planeta rojo en 2030.
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