Pinturas rupestres en Chile cuentan la riqueza de la vida pre-hispánica

Francisco Gallardo / Antiquity
Un equipo de investigadores chilenos ha encontrado nuevas pinturas rupestres en el desierto de Atacama, al norte de Chile, que datan del año 500 de la Era Común. Los hallazgos, que muestran como fue la vida de los antiguos pobladores de la zona, han sido publicados en la revista Antiquity.
Las pinturas fueron documentadas inicialmente en el año 1918 por el experto en arqueología Augusto Capdeville, quien registró un conjunto de rocas pintadas en el barranco de El Médano, ubicado a siete kilómetros al norte de Paposo, un pequeño pueblo de pescadores. Capdeville dibujó un mapa de la zona y contó que los dibujos mostraban redes de pesca, balsas, manadas de guanacos e incluso “Indios apuntando con flechas a guanacos y otros arrojando arpones a peces grandes, tal vez ballenas”.
Sin embargo el descubrimiento quedó en el olvido, hasta hace poco que, un equipo de investigadores liderados por el profesor de la Universidad de París-La Sorbona Benjamín Ballester ha descubierto cuatro nuevos barrancos con pinturas similares. La última es la de Izcuña, un barranco de 14 kilómetros de longitud ubicado a 47 km al norte de Paposo y 115 km al sur de Antofagasta.
Francisco Gallardo / Antiquity
“Hemos identificado 12 áreas con concentraciones de pinturas: 24 bloques, 74 paneles y 328 motivos. Todos pintados en color rojo (habitual en El Médano), aunque con variaciones tonales entre naranja a rojo oscuro. La mayoría de las pinturas están muy mal conservadas, ya que fueron muy erosionadas por la camanchaca (neblina)”, afirma Ballester.
La ventaja científica de estas pinturas es que pueden mostrar aspectos sociales difíciles (o imposibles) de obtener a partir de los materiales arqueológicos. Los dibujos describen estrategias, movimientos, cooperación y los roles durante la caza de animales marinos como peces espada, leones marinos, atunes, delfines, tiburones e incluso algunos tipos de ballenas. “Las escenas de caza siempre se representan en la misma perspectiva, desde el exterior, dando una visión completa del acto y nunca mostrando en el primer plano o como principal protagonista al arponero. La presa, además, siempre se representa sobredimensionada en comparación con las balsas y su tripulación”, explica Ballester.
Además de las representaciones de pesca, los pictogramas cuentan escenas de caza, con figuras antropomórficas utilizando arcos y flechas para atrapar camélidos. Algunas de estas escenas también representan animales con flechas atravesadas. Según los registros arqueológicos, los arcos y flechas se desarrollaron en el desierto de Atacama hacia el año 3.000 a.e.C. pero no se hizo “popular” hasta hace unos 1.500 años.
Camélidos como llamas o guanacos representados en pintura roja
Francisco Gallardo / Antiquity
Sociedad basada en el mar
“Los habitantes prehispánicos de este litoral, el límite natural entre el desierto más árido del mundo y uno de sus océanos más ricos, usaron trazos lineales de intenso color rojo para crear imágenes naturalistas de ballenas, peces espada, marlines, calamares, leones marinos, tortugas y tiburones. Algunas de las escenas de caza incluyen balsas y líneas de arpones”, detallan los investigadores.
Estas balsas estaban hechas de piel de lobo marino, y los arpones y anzuelos fueron fabricados a base de conchas, huesos, espinas de cactus y cobre. Toda esta tecnología indica que fueron una sociedad especializada en la explotación de recursos marinos. “La evidencia arqueológica de arpones es abundante pero poco estudiada”, Ballester. “Estos dispositivos consistían en un palo de madera de hasta tres metros de longitud, una cabeza desmontable y una única cuerda de hasta 70 metros de largo hecha de piel de león marino. Las cabezas de arpón se hacían con diferentes materias primas, incluyendo madera, espina de cactus, piedra, cobre o huesos”.
Por otro lado, las balsas tenían un diseño similar al que se empleaba cuando los europeos llegaron a esa zona de América. “Tenían dos grandes secciones flotantes cilíndricas hechas de piel de león marino, que cuando se unían medían casi tres metros de longitud”, explican los investigadores. “Las secciones flotantes se cosían cuidadosamente utilizando cientos de espinas de cactus e hilo de algodón en un patrón en zig-zag. Luego se sellaban completamente y se impermeabilizaban con una sustancia ocre roja”.
A pesar de que gran parte de la superficie del planeta ya está explorada, igual seguimos encontrado arte rupestre cada cierto tiempo. Hace poco un grupo de arqueólogos franceses y saudíes encontraron gigantes figuras de camellos en el desierto de Arabia Saudita.
Victor Román
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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