Más evidencia a favor de las vacunas: no dañan el sistema inmunológico de los bebés

En algunas partes del mundo las tasas de vacunación están disminuyendo debido a la mala información. /Pixnio

La comunidad científica no tiene dudas sobre las vacunas: son necesarias y salvan vidas. Aún así, hay grupos crecientes de padres que rehusan vacunar a sus hijos por diferentes motivos. Queremos recordar que solo una pequeña disminución en los niveles de vacunación contra, por ejemplo, el sarampión en la infancia puede producir efectos negativos desproporcionados para la salud pública. Esta enfermedad ha resurgido de sus cenizas: un equipo de investigadores de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos estudió 1.789 casos de contagio entre 2001 y 2015, y encontró un dato muy esclarecedor: de los que la contrajeron, casi el 70% no habían sido vacunados

En algunas regiones de los EE.UU. (y de otras partes del mundo) las tasas de vacunación están disminuyendo debido a la mala información y las malas decisiones: esta reticencia lleva a que entre 10% y 15% de los bebés menores de 2 años se retrasen o rechacen sus vacunas. Uno de los argumentos más persistentes ha sido el temor a dañar el sistema inmunitario de los bebés. Por ello, un nuevo estudio publicado en JAMA, se enfocó en este problema para llegar a una conclusión contundente: las vacunas no comprometen el sistema inmunológico del bebé.

Al examinar los registros médicos de 944 bebés de entre 2 y 4 años, los científicos determinaron si la exposición a un número relativamente grande de antígenos hacía que un niño pequeño tuviera más probabilidades de contraer algún otro tipo de agente infeccioso. La respuesta es un claro “no”. No encontraron ninguna diferencia significativa entre los bebés que tenían exposición acumulativa a los antígenos, es decir, muchas vacunas, y los que no.

Además, desde un punto de vista teórico, tal choque de antígenos en el sistema tendría poco sentido: los recién nacidos están inundados con una rica variedad de microbios cuando abandonan el útero, así que los asociados a las vacunas son solo una gota en un océano de antígenos que vienen de serie.

Los investigadores se lamentan de que no se puede esperar que el impacto de estos estudios sea muy notorio, pero, al menos, contamos con la evidencia de que las vacunas son mucho más seguras que la alternativa. En el año 2020, los programas de vacunación habrán salvado 20 millones de vidas en los países más pobres del mundo. Pero los programas de inmunización masiva no solo son un antídoto contra la muerte prematura, los científicos encargados de la investigación demuestran que son una herramienta eficaz para ahorrar en los costes de atención de salud en áreas del mundo donde se sufren más dificultades económicas.

 

Redacción N+1
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma

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